Por
Pablo Gasco de la Rocha.
La incapacidad del Gobierno socialista de J. L. Rodríguez
Zapatero también ha terminado por incidir en la economía, el
aspecto más importante para los españoles como registran
mensualmente las encuestas de valoración de opinión. Pues a su
falta de previsión para articular medidas estructurales y
financieras que remediasen en lo posible una crisis, que ciertamente
no es sólo nacional, ha dejado que la morosidad roce en la
actualidad el 76%, cuya tasa de impagos asciende ya a los 10.658
millones de euros, según la agencia Asnef Equifax; así como un
ascenso del pasivo que viene arrastrándose desde hace años, y que
asciende según los datos que se disponen al 61%. De ahí, que la
consecuencia sea, que el paro registre la peor subida de los últimos
veinticinco años –la época de Felipe González-, situándose
por encima de los 2.500.000 desempleados. Un auténtico drama
para muchas familias, y un dato altamente preocupante por cuanto más
de la mitad de dichos desempleados son extranjeros, lo que
conllevara un previsible aumento de la delincuencia, habida cuenta
de factores educacionales, sociales y culturales. Y todo ello, en el
contexto de una grave crisis agroalimentaria, como consecuencia de
la sequía que amenaza con tener que cambiar los cultivos para
adaptarlos a la nueva situación climatológica, y de una perdida
gradual de nuestra capacidad industrial y energética, cuyo último
dato es que el grupo estatal francés EDF se fija un plazo de 18
meses para hacerse con el control de la eléctrica española
Iberdrola. Lo que no deja de ser una contradicción que una empresa
pública extranjera entre en un sector privatizado como es el eléctrico
en España.
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Sin embargo, con
todo lo que grave que pueda ser la situación económica, no cabe
duda que la máxima preocupación que debiéramos tener todos los
españoles es la deriva independentista, casi a punto de resolverse
a su favor. Una situación que en la presente legislatura ha
cobrado nuevos y poderosos bríos a tenor de dos hechos: en primer
lugar, al apoyo que el Gobierno socialista ha necesitado y que ha
determinado que los independentistas con tan sólo 33 escaños
obtenidos en las pasadas elecciones, tengan el triple de poder en el
Congreso que el primer partido de la oposición; y en segundo lugar,
a la condescendencia no sólo de este Gobierno, sino de todo el
Estado, respecto a ese independentismo montaraz y criminal que ante
la debilidad manifiesta apuesta por agravar el conflicto para que el
Estado se pliegue, incumpliendo la ley y amenazando con acciones
terroristas. Una situación que se resolvería con una reforma de la
Constitución en lo que se refiere al Título VIII y una clara
determinación política y militar respecto a esa deriva, lo que
conllevaría poner a los independentistas en su verdadero sitio.
Pese a todo, los socialistas no están por la labor, y la máxima
preocupación entre los militares parece ser que es el contenido del
curso necesario para poder acceder a la nueva escala única. Que
ni siquiera se han preocupado de "sacar" a nuestros
compatriotas del Chad, pues ha tenido que ser un pelotón de
soldados franceses quienes, ante la situación de insurgencia en el
país africano, les han evacuado.
Y entre una situación
y otra, el PSOE amenaza con incumplir el Concordato a fin de
reducir la financiación a la Iglesia Católica si ganan nuevamente
las elecciones, porque como ha manifestado Pepino Blanco:
"Es hora de pasar de las palabras a los hechos". Lo
que, no obstante, sería legítimo, puesto que como el sistema
reconoce, y no sólo los socialistas, es el ciudadano quien tiene el
poder en el actual régimen político. Aspecto fundamental, aunque
demoledor, que la propia Jerarquía Católica reconoce y admite,
aunque luego se lamenten, y tengan que salir a la palestra, como ha
hecho el cardenal Bagnasco, presidente de la Conferencia Episcopal
Italiana, cuando afirma que "Europa es un continente cada
vez más deshilachado". Lo que traduce la enorme diferencia
de cómo piensan los islamistas, que en palabras de Mohamed Jatamí,
ex presidente de Irán e impulsor de la Alianza de Civilizaciones,
cobran una importancia fundamental: "Las religiones son el
elemento más importante de cada cultura. Y la separación de
Gobierno y religión no pone fin a todos los problemas".
Y mientras esto nos acontece, y en el contexto de una situación que
ya nos ha desbordado, y que nos sitúa como el "paraíso"
de todo tipo de redes delictivas extranjeras y de una invasión de
razas, étnias, colores y culturas sin precedentes en Europa, SM
el Rey en Egipto, ofreciendo todo tipo de ayudas al bienestar del país
de los faraones, y su hijo, "el magníficamente preparado príncipe
de Asturias", en la Biosfera (inauguración del III Congreso
Mundial sobre Biosfera, 4 de febrero).
Sé que se dijo hace mucho y en relación a un hecho histórico
concreto, pero se me antoja que cuadra perfectamente con nuestra
actual situación... "Entre el deshonor y la guerra,
hemos preferido el deshonor...
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