Por
AguilaEs.
Al parecer, la serie
de TVE1 “Cuéntame como pasó”, ha llegado a su esperado capítulo
sobre la muerte de Franco. No sé si ya por fin terminará éste
bodrio televisivo, que bajo una apariencia familiar, divertida y
amena esconde el ya consabido y claro objetivo de decir “Franco=caca
/ Democracia=biennnn”.
La serie ha estado
llena de detalles falaces desde un principio. Se nos presentaba a un
maestro de escuela histérico, gritando los dogmas de la españolidad,
del patriotismo y la religión, en definitiva, una figura esperpéntica
para reírse de ella; cuando perfectamente podríamos hacer un “cuéntame”
de nuestros días democráticos presentando a un maestro de escuela
progre, barbudo y desarrapado, gritando histéricamente los dogmas
de la tolerancia, el multiculturalismo y la progresía. O tal vez
enseñando los dogmas de “la ciudadanía”, y si ése maestro es
separatista, ya el esperpento subiría hasta los dogmas peneuvistas
y de Carod. Personalmente creo que los maestros democráticos tendrían
mucha más sustancia a la hora de servir para un personaje esperpéntico.
No digamos también del cachondeíto que se trajo la serie con el
“Espíritu Santo Paráclito”, presentando ésta palabra como
algo risible. ¿No deberíamos reírnos hoy en día de otras
palabras como “consenso” “hemiciclo”, “ciudadanía” y
“talante”?, repetidas hasta la saciedad como una perpetua oración
laica?.
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Más retahíla de
paparruchas cuando Tony hacía la mili y tenia un compañero vasco
al que los mandos despreciaban llamándole “vasquito”. Ésta
situación hoy en día lo único que puede hacer en quien vea la
embustera serie es alentar la creencia que en aquella época a los
vascos se les tenia maltratados, cuando en época de Franco, los
vascos eran tratados por igual, como cualquier madrileño, cualquier
andaluz o cualquier gallego, a diferencia de la Santa democracia,
que ha convertido aquella región en un avispero de separatismo,
odio y fomento de la mentira.
La serie pretendía
ser “imparcial”, presentando gente de todas las ideologías de
la época. Entre los “buenos”, había uno conservador (Leblanc),
que combatió en el bando Nacional, pero claro, combatió por “la
monarquía”. Era imposible que un “bueno” de la serie hubiese
combatido por la causa de Franco o La Falange. Los falangistas son
presentados en la serie como una especie de “bichos” que
aparecen de vez en cuando a vigilar en los bares, a mirar mal y a
armar gresca. El único franquista de la serie es Don Pablo,
presentado como el arquetipo de agrio, machista, prepotente y
golferas, como queriendo dar una imagen de que los franquistas eran
todos ricos, potentados y abusones. Desgraciadamente la jugada les
ha salido un poco mal a los de la serie, pues Don Pablo ha acabado
teniendo muchas simpatías entre espectadores varones, que se
identifican mucho más con el golfete que con el desgraciadillo de
Antonio Alcántara, paradigma del merluzo con ansiedad perpetua.
Los hijos de Antonio
pretenden representar a la juventud de la época; el mayor
flirteando constantemente con el marxismo soviético y ahora el
pequeño con el marxismo chino. Ésta serie, centrada en lo político
e ideológico, se olvida de que la juventud de la época tenía
fundamentalmente otros intereses: la música; todos los jóvenes de
la época ansiaban tener su guitarra eléctrica, su batería y hacer
un grupo ye-yé sin política de por medio; su tocadiscos y sus
pequeños vinilos; tener su moto para gozar de libertad y tontear
con las chicas, tal como cantaban Los Bravos; tener su primer
cochecillo, generalmente un SEAT 850 Sport, y un buen empleo que les
permitiese casarse y comprarse un piso; por cierto, mucho más
asequible que en los democráticos tiempos actuales. Nos presentan
en la serie a unos personajes constantemente preocupados por la política,
cuando es en los tiempos democráticos cuando la política se ha
metido de por medio en todo, enfrentando y separando. Aún así hay
izquierdosos que no les gusta la serie, porque según ellos no se
refleja el “horror” de aquellos tiempos; concretamente uno de
ellos es aquel que en aquellos tiempos ganó tanto dinero con el
cine: Gutiérrez Caba.
¿Los “grises”?.
Un familiar mío estuvo en 1972 en la escuela de policía y lo
primero que decían los profesores era que no utilizasen el arma, así,
en una manifestación de pacíficos obreros del 1 de mayo a
comienzos de los 70, fueron los policías de paisano, porque el
director les ordenó ir desarmados; siendo identificado un policía
novato por los “pacíficos” obreros y linchado el policía hasta
la muerte, lo que provocó que los “grises” se cabreasen con su
director y le agarrasen de la camisa en su propio despacho, por
ordenarles ir indefensos. ¿No habría que acordarse también de los
“azules” de la democracia, que aporrean y gasean cuando al
maravilloso sistema actual le conviene, igual que en cualquier régimen?
Aparecen en la serie de vez en cuando encapuchados pegando palos al
“bueno” de Juan Echanove, al grito de “Viva Franco” y
“Arriba España”, pero no aparecen en la serie aquellos
canallitas marxistas, guarrotas y rojetes de la universidad, que si
no les seguías el rollo y si no les apoyabas en sus constantes
broncas y tumultos, eras un alumno marginado y con propensión a que
te pegasen una “republicana” paliza. Tan solo aparecen en la
serie una versión descafeinada: las amiguitas rojillas de Carlitos,
las admiradores de Mao, las que luego llevaron por el camino de la
bronca y el tumulto a tantos compañeros incautos, poniendo sus
encantos femeninos por delante, para atraer mejor adeptos al “rojismo”.
Muchos de éstos petimetres acabarían hinchados de porros en la
universidad, sus amiguitas regalando a varios a la vez sus atributos
reproductores, y hoy en día de jerifaltes del sistema democrático,
ejerciendo de pequeños dictadores progres en sus despachos políticos,
sus cátedras, sus periódicos, y sus micrófonos.
No hablemos de
cuando las amiguitas de Carlitos se colocan la chapita del sátrapa
y mercenario cubano “Che” Guevara y aparece un profesor
represivo y malvado que las recrimina chulamente por llevar esa
cosa, con voz en “off” añadida que dice que en aquellos tiempos
no había libertad para llevar puesto lo que quisieras y hoy sí;
cuando la triste verdad es que hoy en día si llevas una chapita de
José Antonio o Franco imagínate la que te cae encima. Por no
hablar de si simplemente llevas un polo o pantalón con los colores
de la bandera de España, te puede caer como mínimo una brutal
paliza en el metro o en la discoteca.
El cura
“oficial” de la serie no podía ser otro que Eugenio, el cura
“bueno”, es decir, progre. Y por supuesto, acaba saliéndose de
cura, con lo cual para los guionistas se ve que el mejor cura es
aquel que no es cura. El padre de Antonio es por supuesto un
fusilado republicano, y cómo no; inocente. En definitiva, una serie
diseñada por y para lavarnos el coco con la historia que el sistema
quiere que sea la verdad oficial. Naturalmente para ese sistema; sólo
puede ser bueno un régimen bipartidista homologado; y por tanto;
recordar una “dictadura” que hizo cosas buenas es algo hoy
impensable, pues echaría abajo todo el chiringuito montado de forma
mundialista; por lo que hay que hacer todo tipo de series,
documentales y editoriales para dejar claro que el régimen de
Franco era algo malísimo, de una forma que llega al paroxismo
infantil. Una serie que parece decir que en España vivían 40
millones de habitantes dominados por un único señor bajito y sus
policías vestidos de gris, cuando la única manera de que ése señor
estuviese donde estaba era porque la mayoría de los españoles le
respetaban y estaban con él, y lo demostraron con el referéndum de
1966, cuando el voto democrático de España dio la victoria a
Franco, con las largas colas de su despedida y con las
manifestaciones multitudinarias allá por donde pasaba.
Un servidor no
necesita “Cuéntames” ni que me cuenten cuentos; para contarme cómo
fueron aquellos años ya tengo a mis padres los cuales jamás
corrieron delante de los grises, sino que se dedicaron a estudiar y
a vivir en paz; no eran ricos ni pobres, eran de ésa clase media
que creó Franco, pero descendientes de campesinos; pudieron
comprarse un piso y un hermoso coche de cuatro puertas; todo de una
manera más asequible que hoy en día. Tengo las fotografías de la
época, donde aparezco yo jugando en la arena, sin ningún policía
de gris pegándome con la porra, mis padres haciendo su vida normal,
sin cara de estar aterrorizados, y las casas, los coches, las imágenes
que representan una sociedad normal y en progreso constante.
Quizá con los
supuestos “terrores” de la época de Franco, ésos que tanto
asustan a los anormales de Tony Alcántara, a la mindundis de su
hermana y a otros peleles que aparecen en la serie; habría que
contrastar los terrores de la “democracia”: esos que no nos
dejan salir a la calle por si explota algún petardo made in ETA, si
te mete un navajazo un yonki lleno de “libertad” para tomar lo
que el quiera, algún delincuente de cualquier país con metralleta
o cuchillo, o a que por decir algo bueno de Franco, el actual
sistema te condene a la muerte civil o a no publicarte nada o a
meterte en una lista negra donde no encontrarás trabajo ni nada.
Señores de Cuéntame,
no me cuenten más por favor. Cuenten mejor por qué en la
democracia han desaparecido fábricas e industrias, empresas, por qué
la gente hoy no puede ni quiere tener hijos, algo que es ley de vida
y totalmente natural; por qué se pierden las costumbres y la
identidad, por qué España ha caído en la jaula de los poderes
internacionales, ha perdido su ejército, su independencia, hace el
ridículo a causa de sus gobiernos, se ha llenado de escándalos de
corrupción, se ha dividido en gobiernos independientes que pugnan
por fomentar el odio y el separatismo; se ha llenado de muertos por
terrorismo y de muchos más muertos por el aborto. Cuenten por qué
la democracia llenó el país de drogadictos, ansiosos de libertad y
buen rollito, que acabaron muertos, transmitiendo SIDA a mansalva o
robando, en la epidemia de drogas de los chanchi pirulí años 80. O
por qué los adolescentes pegan a sus profesores y padres. Todo una
maravilla.
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