Por
Fernando González de Canales.
Hace unos días leo
en el periódico LA RAZÓN una noticia sobre la declaración de
prensa que el líder de los populares hizo a raíz de el
nuevo desafío de Ibarreche al Estado. En esa entrevista descubro
una perlita que me ha dado que pensar bastante en la que afirma algo
así como que se compromete, él y su partido si ganan las
elecciones, a que todos los españoles decidan el futuro de España.
¿Qué todos los
“españoles” decidan el futuro de España? O sea, que si un 52 %
de los españoles dicen que España no es una nación entonces es
cierta esa afirmación. Me da miedo, vértigo y pánico el pensar
que el futuro de España está en manos de esa masa aborregada y
desagradecida a la que llamamos españoles. Pienso, además, que el
Sr. Rajoy se equivoca al poner en “referéndum” la idea y
concepto de una nación con más de 2000 años de historia. Es como
poner en duda si el día es de día y la noche es la noche. España
es, ante todo, un legado que nosotros recibimos de las generaciones
pasadas y que nos vemos en la sagrada obligación... y placer, de
legarlo, a su vez, a las nuevas generaciones futuras, igual o mejor
de lo que recibimos nosotros. Eso es España.
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Los “españoles”
no tienen nada que decir al respecto sobre este tema. ¿Qué tiene
que decir una mayoría de gente cuyo única aspiración en la vida
es llegar al fin de semana? Sobre España ¡nada!. Es que vamos, ¡ni
se lo plantean! Es demasiado para ellos. La mayoría de la
gente (ojo, me suelo referir a los jóvenes, qué es en ellos donde
reposa el futuro de España) solo quiere llegar al fin de semana,
salir con los amigos, volver a las tantas de la madrugada y comenzar
de nuevo el reloj semanal. Si señores, el Sr. Rajoy nos dice que es
en ésta clase de gente la que va a decidir el futuro de España si
él y su partido ganan las elecciones. España en manos de gente sin
ninguna clase de conciencia moral. ¿Se imaginan qué sería de España?
Queda bien eso de
decir en los medios de masas que España será lo que los españoles
quieran. Es biensonante a los oídos de la masa políticamente
correcta y está repleta de palabras talismanes que se relacionan
instintivamente con otras tipo de palabras como “libertad”,
“igualdad”, “capacidad de decisión”, “voluntad de
futuro”, “mayoría de edad”... en definitiva, son bien
recibidas por los adalides de lo bien visto. “España es lo que
digan los españoles, de derecha, de izquierda o de cualquier
ideología”, aseveró sin más el líder popular.
Ya le digo al lector
que si España cae en manos de los “españoles” estamos
perdidos. Esto no parece nada nuevo, ya José Antonio Primo de
Rivera (q.e.p.d.) nos advertía en los años 30 de los “españoles”
con ejemplos tan famosos sacados de sus Obras Completas como: “Si
España quiere suicidarse, nosotros se lo impediremos” o “Nosotros
amamos a España porque no nos gusta”. El mayor enemigo de
España, desde la guerra de Cuba, son los propios españoles. La
cosa pareció no cambiar en los años de la II República y bajo el
régimen de Francisco Franco (q.e.p.d.) se estabilizó ya que en el
timón de la Nación estaba un militar forjado en las guerras de África.
¿Pero qué pasa después de 1975? España creyó recuperar la
“libertad” cuando en realidad lo que ocurrió fue que el
libertinaje se estableció en todas las instituciones sociales, políticas
y educativas y la mal llamada reforma se trató en el fondo de una
ruptura con todo lo anterior. Los enemigos de España, derrotados en
la Cruzada de Liberación por la España que se negó a morir,
volvieron ¡otra vez! y han provocado lo que tenemos hoy: un proceso
progresivo, y en un principio silencioso (aunque ahora lo afirman públicamente
y con total impunidad), de destrucción de España. Y fruto de esas
épocas oscuras son los españoles a los que hoy en día el Sr.
Rajoy va a preguntar sobre qué es España. Que Dios nos pille
confesados...
También
dejo claro aquí públicamente mi profundo desprecio hacía el
pueblo “español”. Está claro que cada país (o pueblo) tiene
el gobierno y el sistema que se merece.
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