Por Jaime L.
Sería perfectamente posible que, mediante una reforma de la Constitución,
se le quitara al Rey un poder más de los pocos que se ha dignado en
conservar. El de capitanear los Ejércitos. Se le apartaría, pues,
de la facultad de disponer de ellos para, proclamando el Estado de
excepción, utilizarlos como mejor convenga a la Patria rota. Esta
prebenda pasaría, en el hipotético caso que planteo, a manos del
nuevo y honorífico Capitán General Rodríguez, y a los sinvergüenzas
que le fueran sucediendo en el cargo. Échense a temblar.
Es tan sólo un minúsculo ejemplo de lo que España puede aun perder
acabando con la Monarquía. Huelga explicar mi absoluto desacuerdo
con la política de Su Majestad desde que era Príncipe (Provincia
del Sáhara, 1975…) y que, a partir de la promulgación de la
Constitución no hizo sino empeorar en muy feos y desafortunados
detalles. Pero, como conservador que soy, y sin contentarme con
ello, respondo a la máxima de que todo va a peor, y me veo en la
obligación de recordar a los patriotas que, si bien Don Juan Carlos
ha sido nefasto para España, como lo fueron muchos de sus
antepasados, quedarnos sin lo que Él representa, sería aun peor.
El Gobierno tiene demasiado poder como para que se le de el poco, y
representativo, que le queda a un Rey en España.
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Nadie discrepará conmigo en que es de cualquier modo preferible una
Jefatura del Estado ostentada por un Rey legítimo -figura histórica
en nuestra antiquísima Nación-, militar cabeza de los Ejércitos y
conservador por su título de un cierto halo o recuerdo de tiempos
mejores que un Presidente de República elegido por el ignorante y
manejable pueblo. La Monarquía, aunque sea esta caricatura que
representa Juan Carlos I, es tradición, milicia, oposición a la
democracia y además, en este caso, restauración del Generalísimo
Franco. Si el actual Rey es el culpable de la lamentable situación
política de España, imagínense a Rubalcaba al frente. Si usa
menos el sable que la escopeta, gocen con la imagen del Capitán
General Rodríguez pasando revista a las tropas en traje de baño de
la Armada, y si Su pasotismo es absoluto salvo en la buena vida que
se da, echen cuentas con un Pepiño Blanco al mando.
Federal, socialista,
corrupta, atea, con el Ejército de paisano y un Jefe del Estado
votado, sin mundo, extremadamente politizado y en todo inadecuado
para una mera representación del Estado, aquí o en el extranjero.
Esto sería la III República Española. Y por eso la quieren
quienes la quieren. Españoles, defendamos la Monarquía aunque sólo
sea por el Escudo que corona. ¡Por España, todo por España!
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