Del estado de la Nación, a la situación de la Patria (I).

¿Elecciones para qué?


Por Pablo Gasco de la Rocha. 13/02/2008.  


La incapacidad del Gobierno socialista de J. L. Rodríguez Zapatero también ha terminado por incidir en la economía, el aspecto más importante para los españoles como registran mensualmente las encuestas de valoración de opinión. Pues a su falta de previsión para articular medidas estructurales y financieras que remediasen en lo posible una crisis, que ciertamente no es sólo nacional, ha dejado que la morosidad roce en la actualidad el 76%, cuya tasa de impagos asciende ya a los 10.658 millones de euros, según la agencia Asnef Equifax; así como un ascenso del pasivo que viene arrastrándose desde hace años, y que asciende según los datos que se disponen al 61%. De ahí, que la consecuencia sea, que el paro registre la peor subida de los últimos veinticinco años –la época de Felipe González-, situándose por encima de los 2.500.000 desempleados. Un auténtico drama para muchas familias, y un dato altamente preocupante por cuanto más de la mitad de dichos desempleados son extranjeros, lo que conllevara un previsible aumento de la delincuencia, habida cuenta de factores educacionales, sociales y culturales. Y todo ello, en el contexto de una grave crisis agroalimentaria, como consecuencia de la sequía que amenaza con tener que cambiar los cultivos para adaptarlos a la nueva situación climatológica, y de una perdida gradual de nuestra capacidad industrial y energética, cuyo último dato es que el grupo estatal francés EDF se fija un plazo de 18 meses para hacerse con el control de la eléctrica española Iberdrola. Lo que no deja de ser una contradicción que una empresa pública extranjera entre en un sector privatizado como es el eléctrico en España.

Sin embargo, con todo lo que grave que pueda ser la situación económica, no cabe duda que la máxima preocupación que debiéramos tener todos los españoles es la deriva independentista, casi a punto de resolverse a su favor. Una situación que en la presente legislatura ha cobrado nuevos y poderosos bríos a tenor de dos hechos: en primer lugar, al apoyo que el Gobierno socialista ha necesitado y que ha determinado que los independentistas con tan sólo 33 escaños obtenidos en las pasadas elecciones, tengan el triple de poder en el Congreso que el primer partido de la oposición; y en segundo lugar, a la condescendencia no sólo de este Gobierno, sino de todo el Estado, respecto a ese independentismo montaraz y criminal que ante la debilidad manifiesta apuesta por agravar el conflicto para que el Estado se pliegue, incumpliendo la ley y amenazando con acciones terroristas. Una situación que se resolvería con una reforma de la Constitución en lo que se refiere al Título VIII y una clara determinación política y militar respecto a esa deriva, lo que conllevaría poner a los independentistas en su verdadero sitio. Pese a todo, los socialistas no están por la labor, y la máxima preocupación entre los militares parece ser que es el contenido del curso necesario para poder acceder a la nueva escala única. Que ni siquiera se han preocupado de "sacar" a nuestros compatriotas del Chad, pues ha tenido que ser un pelotón de soldados franceses quienes, ante la situación de insurgencia en el país africano, les han evacuado. 

Y entre una situación y otra, el PSOE amenaza con incumplir el Concordato a fin de reducir la financiación a la Iglesia Católica si ganan nuevamente las elecciones, porque como ha manifestado Pepino Blanco: "Es hora de pasar de las palabras a los hechos". Lo que, no obstante, sería legítimo, puesto que como el sistema reconoce, y no sólo los socialistas, es el ciudadano quien tiene el poder en el actual régimen político. Aspecto fundamental, aunque demoledor, que la propia Jerarquía Católica reconoce y admite, aunque luego se lamenten, y tengan que salir a la palestra, como ha hecho el cardenal Bagnasco, presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, cuando afirma que "Europa es un continente cada vez más deshilachado". Lo que traduce la enorme diferencia de cómo piensan los islamistas, que en palabras de Mohamed Jatamí, ex presidente de Irán e impulsor de la Alianza de Civilizaciones, cobran una importancia fundamental: "Las religiones son el elemento más importante de cada cultura. Y la separación de Gobierno y religión no pone fin a todos los problemas".

Y mientras esto nos acontece, y en el contexto de una situación que ya nos ha desbordado, y que nos sitúa como el "paraíso" de todo tipo de redes delictivas extranjeras y de una invasión de razas, étnias, colores y culturas sin precedentes en Europa, SM el Rey en Egipto, ofreciendo todo tipo de ayudas al bienestar del país de los faraones, y su hijo, "el magníficamente preparado príncipe de Asturias", en la Biosfera (inauguración del III Congreso Mundial sobre Biosfera, 4 de febrero).

Sé que se dijo hace mucho y en relación a un hecho histórico concreto, pero se me antoja que cuadra perfectamente con nuestra actual situación... "Entre el deshonor y la guerra, hemos preferido el deshonor...  


 

Artículo de opinión extraído de la página: www.generalisimofranco.com