Muy señor mío:
Con sorpresa e
indignación he leído el panfleto que el Ayuntamiento que usted tan
indignamente preside, confeccionado con el dinero de los
contribuyentes. Contribuyentes cada vez más expoliados con los
onerosos impuestos confiscatorios que se nos imponen, superiores al
resto de España. A título de ejemplo, los tributos de patrimonio
–adquirido y sostenido con ímprobo esfuerzo– y el impuesto de
transmisiones, en grado superlativo en esta denominada Comunidad
“preferente” en la recaudación.
Indigno e inadecuado
que en un momento de crisis económica grave –admitida por
fin por su Jefe señor Zapatero–, que amenaza los puestos de
trabajo y pone en tela de juicio los ahorros bancarios de toda una
vida para mitigar en lo posible la vejez, ustedes los socialistas de
nombre, que no de hecho, se dediquen a malversar los fondos públicos
con publicaciones de autocomplacencia, y se ocupen con saña y odio
feroz a retirar los símbolos franquistas “proponiendo” arrancar
las 4.438 placas de las casas construidas bajo la protección del régimen
autoritario a través del Ministerio de la Vivienda a precios módicos
y asequibles de la ahora tan denostada época.
Vergonzoso e infame.
En lugar de trabajar y construir en bien del ciudadano, al no tener
capacidad mental para grandes obras, como hicieran sus predecesores
en el cargo, Rius y Taulet, Mateu, Porcioles, Massó, etc. se dedica
a la defenestración de placas conmemorativas,
Deje de incomodar,
como hace su Partido, dividiendo a los españoles, fomentando la
crispación entre hermanos, que está llegando a un punto muy álgido
y peligroso, de resultados imprevisibles, y ustedes, como en el 36
volverían a ser los responsables de la gran tragedia que sufrió
nuestra patria.
Cuando se accede
voluntariamente a un cargo tal elevado, es preciso reunir la
preparación académica necesaria –no superficial– para afrontar
y moderar las altas responsabilidades. Siempre se ha dicho que los
alcaldes de Madrid y Barcelona han tenido categoría similar a los
ministros, pero de otras épocas más serias.
No se pueden hacer
piruetas, ni arbitrariedades obstinadas con las obras públicas,
como terminar una calzada como la plaza de las Glorias-Diagonal, que
una vez pavimentada, se levante inmediatamente de nuevo, para
circular el tranvía. En otro lugar, los responsables de esta falta
de previsión y malversación del dinero público, estarían bajo la
sombra…
Dejen de hacer
sandeces, estudien, fórmense en el arte del bien gobernar
con seriedad, sin las risas bobaliconas e improcedentes que suelen
prodigar con profusión los que se denominan “progresistas”,
subterfugio para encubrir su desmedido afán de enriquecimiento.
Con verdadera pena
por su destructiva gestión, le saluda un barcelonés disconforme
con sus actuaciones y con el desastroso sistema que representa.
EDUARDO
PALOMAR BARÓ
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