Parece
ser que la tremenda crisis económica que estamos atravesando sirve
también para llamar la atención del ciudadano de a pié sobre el
despilfarro llevado a cabo por los políticos al amparo del régimen
autonómico vigente.
Adolfo Suárez fue
el promotor de un sistema que se resumió en la
tristemente famosa expresión de su ministro Manuel Clavero
"café para todos". A los proyectos autonómicos del País
Vasco y Cataluña se unieron los de Galicia, Andalucía, etc. al
amparo de supuestos derechos históricos que no eran más que el
producto de la "historia-ficción" fabulada por políticos
que pretendían ver así colmadas unas mediocres ambiciones que, por
capacidad o preparación no podían hacerse mayores.
Así se crea un mapa
autonómico que atenta contra la Historia y el sentido común. Políticos
profesionales, mediocres carentes de preparación para cualquier
tipo de actividad profesional de cierto nivel fuera de la
Administración vieron en este sistema la panacea en la que
hacer carrera y dinero. Como había que mantenerse atornillado al
sueldo fácil e iban llegando y presionando nuevas generaciones de
profesionales de la política que reclamaban su parte del botín, se
crean nuevos tipos de Alto Cargo, así como infinidad de asesores en
distintas materias (hasta de aquellas de las que no tienen
competencias). A esto había que añadir diputados autonómicos,
Consejeros, Secretarios, Directores Generales y un largo etcétera,
todos con derecho a Secretaria, coche oficial, chófer, etc...
Parecía que el
Estado era capáz de soportar todo esto y más y así la bola de
nieve crecía y crecía. Y así apareció la crisis económica.
Miles de españoles vieron peligrar sus puestos de trabajo y
asistimos al inicio de un proceso histórico irreversible en el que
todos los avances sociales obtenidos en el transcurso de los últimos
70 años se cuestionan. Los políticos comienzan a cuestionar
los seguros de desempleo y el sistema de pensiones, pero
ninguno se atreve a hablar de 17 gobiernos inútiles, de una
sociedad tecnológica en la que podría prescindirse de dos millones
de funcionarios y de otras tantas políticas de recorte que supondrían un
ahorro tal que permitiría mantener y mejorar las políticas
sociales.
Francisco Franco dejó
una España con 36.000.000 de habitantes y 600.000
funcionarios. La España de los 45.000.000 de habitantes de hoy
cuenta con casi 3.000.000 de funcionarios cuando proporcionalmente
tendría que haber 750.000. Sobran más de 2.000.000, que suponen un
gasto público extraordinario de aproximadamente 48.000.000.000 de
Euros (casi 8 billones de las antiguas pesetas). Además del
mantenimiento de cientos de edificios públicos, parlamentos
autonómicos, vehículos, etc.
A todo esto tenemos
que añadir el daño que el sistema autonómico ha causado a la
idea de Cohesión Nacional. Cada región o autonomía dice ser una
nación y quiere administrar sus recursos naturales, una auténtica
aberración. Imaginemos que Cantabria (antes Santander o la Montaña) cerrase
el paso del Ebro a Castilla y León o que esta se lo cerrase a
Rioja, etc. Castilla y León (otra aberración histórica) quiere
administrar el Duero ¿negociaría así una región con Portugal?...¡aberrante!.
Galicia promociona la enseñanza del gallego en la Sierra de Gata (Cáceres)
por mantenerse allí un dialecto leonés parecido al gallego. Cataluña promueve
la enseñanza y el adoctrinamiento catalanista en el oriente de Aragón,
Baleares y Valencia, así como en los antiguos territorios
del Rosellón y la Cerdaña en Francia. Ni Vizcaíno-Casas en
el culmen de su inspiración hubiese imaginado tal tipo de
aberraciones para su novela "las autonosuyas".
No querría terminar
esta colaboración sin acordarme de dos casos ejemplares, el de
un ex-ministro de Franco, Manuel Fraga Iribarne y el del hijo de
Adolfo Suárez. Fraga Pretendió ser en los 70 y 80 el
Churchill español, pero viendo que no podía ser Presidente del
Gobierno español lo fue del más modesto gobierno gallego. Si
bien inició su presidencia llevando a cabo políticas que
sacasen a Galicia del vagón de cola del desarrollo español,
al final y traicionando todos los principios que decía haber
defendido a lo largo de su vida, excepto los de frustrado estadista, introdujo
a la región en una deriva nacionalista sin precedentes,
imponiendo la lengua gallega en los colegios y guarderias,
recorriendo Hispanoamérica como Jefe de un Estado inexistente en el
noroeste de España y llegando a ofrecer a Fidel Castro (con el que
le llegó a unir una sólida amistad, fruto sin duda del gusto de
ambos por el poder) un retiro dorado en Galicia. Sin miedo al ridículo
volvió a intentar presentarse con 83 años pero no obtuvo la mayoría
suficiente y una coalición de socialistas y nacionalistas (a los
que dió alas y poder durante su mandato gracias a sus políticas
de cesión nacionalista), le quitaron el sillón presidencial. En
vez de retirarse dignamente a vivir sus últimos años de vida retirado
de la escena política, insistió y consiguió un asiento senatorial
desde el que siestea plácidamente una senectud vergonzosa,
especialmente cuando afirma "lo peor de Franco fue que no supo
retirarse a tiempo" (Fraga dixit). Aprovechando las
oportunidades que a la mediocridad ofrece el llamado Estado
Autonómico, el hijo de Adolfo Suárez también quiso
apuntarse al carro del estadismo de boina presentándose como
candidato a la presidencia de Castilla-La Mancha. Pensaba que su
apellido le abriría las puertas de la política debido al recuerdo
que su padre inspiraría en los electores. El resultado fue tan
patético que se retiró de la política.
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