-¿Te has enterado de la noticia, Balta?,le preguntó en tono misterioso
a su marido.
-¿Qué noticia?, le contestó.
-La que se cuenta por el pueblo, que se han callado y que no dicen nada,
que lo han prohibido que se sepa, y que están algunos aterrados y
consternados por lo que vieron y escucharon.
Balta replicó:
-Pues cuenta de una vez, que es ese suceso, que tanto miedo ha
despertado en San Lorenzo.
La mujer replicó:
-Que sepas, que ni lo creo ni dejo de creerlo, pero esto es lo que me
han contado. Y Luisa, empezó su relato:
-Se cuenta, que hace dos semanas, en la Basílica, estaban recogiendo
por la tarde, después de las visitas. No había Misa, por lo que
los frailes, no bajarían a decirla, y estaban barriendo la entrada,
al lado del despacho de Recuerdos de venta de Patrimonio Nacional.
Los porteros, junto a tres mujeres encargadas de la venta, dos
guardias civiles de paisano, y dos vigilantes jurados, estaban
revisando para cerrar y marcharse, cuando una terrible explosión se
dejó sentir en el fondo de la nave, cerca del coro y por la parte
del ascensor. Con un ruido impresionante que hizo temblar las luces
y las lámparas, seguidos de una nube negra de polvo, que poco a
poco, empezó a extenderse por el fondo de la nave. Las luces, se
vinieron abajo de potencia, a punto de apagarse. Con el consiguiente
susto, algunos se quedaron inmóviles, mientras que los guardias
civiles, corrieron a ver que es lo que pasaba. Un impresionante
silencio, se produjo, a esas horas de la tarde, en que la oscuridad
se hacía dueña del Valle, y las sombras, inundaban con su
presencia los recovecos de los picachos.
Los dos guardias civiles que habían corrido, aparecieron en escaso
tiempo, con el rostro desencajado. Decían que en el fondo, a partir
de la mitad del túnel, una niebla pegajosa y negra, mezcla de un
humo extraño e irrespirable no les dejaba avanzar, y que se veían
como llamas en la parte del coro. Todo el mundo pensó: Un atentado
con bomba de ETA. Pero, ¿con qué motivo?.Nunca se había dado ese
caso. Mil especulaciones se hacían. Las mujeres estaban en un rincón.
Uno de los guardias dio aviso a los de la entrada comunicando el
suceso. No tardaron en subir refuerzos. Tres coches con siete
guardias, que habían cerrado la puerta principal que junto a la
carretera de Guadarrama, da entrada al Valle. Un coche se dirigió
al Monasterio, para informar al padre Abad y a los frailes. A poco,
bajó con el Abad y tres sacerdotes.
En la entrada, junto a la taquilla y los detectores, se encontraban los
otros, y con caras desencajadas, esperaban acontecimientos, mientras
las luces de emergencia, titilaban casi mortecinas, en un ambiente
de oscuridad y de humo-niebla.
Era curioso. Desde la mitad de la nave hasta el fondo, se adivinaba esa
niebla, que estática en su negrura, se había detenido a mitad de
camino, pero que no avanzaba ni retrocedía.
El padre Abad, inició junto a los sacerdotes y varios guardias la
visita de inspección, subiendo las escaleras de la entrada y
accediendo al vestíbulo. Y llegando al segundo tramo de escaleras,
dónde se encuentra la larga nave, se quedaron detenidos, al ver,
como la inmensa nube de niebla negra y polvo, se encontraba
apelotonada e inerte, ocupando hasta el final de la nave.
Se diría que aquella nube se podía hasta cortar con un cuchillo.
Mas de pronto ,la nube empezó a aclararse.
¡¡¡Los pelos se pusieron de punta, y las piernas se les aflojaron por
el terror!!!
Allí, de entre la densa nube ,empezaron a salir y empezó a
verse.....¡¡¡¡¡miles de esqueletos que apelotonados, estaban
frente al Abad, a los frailes y a los Guardias Civiles, que
,petrificados, contemplaban con los ojos desorbitados lo que no
daban crédito de ver.
Delante de ellos, un esqueleto, con un fajín rojo, e inmediatamente
detrás, otro, más alto con una especie de mono azul, estaban
detenidos. Y detrás, esqueletos de todas las formas. Algunos, sin
brazos, otros sin pierna, y otros, con partes de las costillas
rotas. Al igual que los cráneos. Algunos enteros, otros a la mitad.
Todos mirando en la dirección de los aterrorizados guardias y
frailes.
En un momento dado, se empezó a escuchar un murmullo, dentro de aquél
silencio, y las descarnadas mandíbulas, empezaron a moverse,
mientras, los esqueletos, algunos levantaban su brazo derecho, a
modo de saludo romano, y otros, el puño izquierdo, hasta la cabeza.
Y se escuchó clara y nítidamente un desgarrado grito, al unísono,
como una sola voz que decía, con lúgubre sonido de
ultratumba:"¡¡DEJADNOS EN PAZ, DEJADNOS EN PAZ"!!. Y en
ese momento, una luz, como un relámpago, descendió del ábside, e
iluminó el Crucifijo del Altar Mayor ,como si el mismísimo Jesús,
se uniese a esa petición de los muertos de ambos bandos, y pidiese:¡¡!!"DEJADLOS
EN PAZ"
El Abad y los frailes, cayeron de rodillas.
Los Guardias dieron un paso atrás .Con la piel erizada y los vellos de
punta, miraban alucinados como miles de esqueletos, acompasados, a
un sólo compás, recitaban esa salmodia, meneando sus desencajadas
mandíbulas, y profiriendo un sonido, que no se sabía de donde venía,
del Cielo o del Infierno.
No saben el tiempo que pasó, ante esta visión.
Luego, la niebla volvió a cerrarse, y a diluirse poco a poco. Al cabo
de unos minutos, desapareció, viéndose sólo la oscuridad de la
nave hasta el final.
Muy lentamente, los testigos del suceso, se empezaron a levantar del
suelo, y a mirarse, con los ojos desencajados, las bocas secas y sin
poder articular palabra, salieron aterrorizados y vacilantes, con
paso ingrávido y lento y los ojos vidriosos, cual fantasmas.
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Balta, estaba impresionado.
Y la mujer siguió contando:
- Han dicho que lo que pasó, es que se rompió el cable del ascensor,
el que sube por la Cruz, y otros dicen que es el que sube al
Monasterio, y de ahí el ruido y el polvo. Pero, los guardias no
quieren hablar, y les han prohibido que cuenten nada de lo que
vieron, así como el Prior y los frailes, están de retiro
espiritual.
El Padre Abad, ha envejecido de repente. Las mujeres de Patrimonio, las
han trasladado, y en el Escorial, no se habla de otra cosa, pero,
nadie sabe nada, ni nadie quiere hablar...............
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