Por
Pituca.
Es esta una historia
no apta para la sociedad apóstata y descreída en la que vivimos.
Pero es una historia verídica y, como tal, merece ser contada,
aunque los ignorantes se rían y los prepotentes, que todo lo saben
y de todo discuten, no quieran ni oírla. Es la historia de la madre
Ramona “La Catalana”. Su verdadero nombre era Ramona María del
Remedio Teresa Llimargas Soler (1). Nació en
Vich, Barcelona, el 24 de marzo de 1892. Desde muy pequeña tuvo una
intensa vida sobrenatural, y su madre, analfabeta como el resto de
la familia, se quejaba de ella lamentándose de “la desgracia de
tener una hija así”. Ella solo hablaba catalán e ignoraba
totalmente el castellano. Con tres años fue curada milagrosamente
de una poliomielitis por la Virgen de los Remedios, su Patrona.
Hablaba frecuentemente con San Antonio de Padua en el Templo de los
Padres Franciscanos, y éste, la curó de una dislexia. Siendo muy
pequeña se le apareció la Virgen de los Remedios y le pidió que
se consagrara a Ella para siempre. Cuando contaba nueve años fue
Jesús mismo el que se le apareció con la Cruz a cuestas, diciéndole
que le ayudara a llevar la Cruz y que sería fundadora.
La gente la trataba
de tonta, pues desconocían su intensa vida interior. Eran
frecuentes sus éxtasis después de comulgar y se comentaba que se
dormía con los ojos abiertos. Para evitar habladurías, su confesor
le ordenó que se fuera a casa a hacer la acción de gracias. Ramona
salía atormentada los días festivos de Misa, al comprobar la
cantidad de personas que comulgaban en pecado mortal, ya que el Señor
le había otorgado el Don de penetrar las conciencias.
Al fallecer sus
padres, se ocupa de los quehaceres y recados como mandadera del
Convento del Saits de las monjas de clausura de San Felipe Neri y de
la Purísima Concepción, donde ya trabajó su madre.
La noche del
21 de julio de 1936, los milicianos rojos incendiaron la
Catedral de Vich y los Conventos de la Merced y de los Remedios,
después de saquearlos. En Agosto, es detenida por haber escondido
en su casa al Obispo de Vich. Cuatro milicianos la amenazan con la
muerte si no les dice dónde está el obispo en ese momento. Incluso
la ofrecieron hasta dinero para que hablara. Su respuesta fue firme,
con la fortaleza de una mártir: -“No vendo mi alma por cuatro
dineros y no sé dónde está, pero si lo supiera tampoco os lo diría…”
La llevaron, de
noche, al despoblado para torturarla y asesinarla, pero el jefe de
las brigadas antifascistas, verdaderos asesinos de inocentes,
Francisco Freixenet, reconoció que Ramona había curado hacía
tiempo a su hijo de asfixia y no permitió que los milicianos la
hicieran nada. Los últimos meses de guerra los pasó refugiada en
la Masía de El Pujol de Calldetenas, en la plana de Vich, propiedad
de los padres de Mercedes Alsina, que sería luego secretaria de la
madre Ramona en la obra de Jesús Paciente. Ramona cuidó a los
cinco hijos de la familia, enfermos de tifus, y curaron
milagrosamente gracias a sus oraciones y desvelos.
Al ser liberada
Barcelona, se trasladan a un piso y el día de la Virgen de Lourdes,
el 11 febrero de 1940, dan inicio a la Obra. Ramona llegó a sentir
los dolores de la Pasión de Cristo y llegó a sufrir, de forma
invisible a los ojos humanos, la estigmatización. Con tales
sufrimientos “compraba” las almas, de ahí que el mismo demonio
la gritase: “¡Ladrona de almas!”. El demonio la torturaba y
ella decía cuando lo atisbaba: “Ya viene la mala bestia”.
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Ramona predijo la
Cruzada de Liberación Nacional y sus gestas martiriales. Poseía el
Don de la bilocación, el estar al mismo tiempo en dos lugares
diferentes, para ir a atender y cuidar a enfermos y moribundos, en
el frente, en las mismas trincheras y en hospitales.
El Padre Pedro Fernández
Rodríguez, biógrafo de la madre Remedios (Ramona), nos cuenta que
durante sus bilocaciones transmitió mensajes celestes a algunos
jefes rojos, de los que ningún caso hicieron. Igualmente tuvo
frecuentes intervenciones directas con Francisco Franco. La primera
vez que se apareció al Caudillo, éste muy sorprendido, se santiguó
al verla y le pidió que rezara un Avemaría. Ramona le respondió:
“Tres rezaré, si así lo quiere…” Una vez asegurado que la
aparición venía de parte de Dios, la escuchó
con sencillez y con los brazos cruzados. Ramona le hablaba en
catalán, por lo que Franco le pidió que, por favor, le hablase en
castellano para mejor comprenderla, y ella respondió que no podía
pues lo ignoraba. Hablándose despacio ambos se entendían a la
perfección.
Fueron frecuentes
sus visitas al Generalísimo. Los ayudantes de Franco y otros
militares que le acompañaban la vieron en varias ocasiones. La
confundían con Santa Teresa, ya que iba con una falda muy larga,
negra y con la cabeza cubierta por una mantilla tupida. En cierta
ocasión, el general Petrirena comentó con gracia: “No, no es
Santa Teresa, porque le habla en catalán…”
Una vez tardó
cuarenta días en visitar a Franco, y el Caudillo estaba nervioso y
preocupado. Cuando volvió Ramona a verle, le preguntó si no había
venido por no estar él en Gracia de Dios. La vida cristiana de
Franco es un hecho constatado. Le gustaba leer la Sagrada Escritura,
rezaba cada día el Rosario en familia y asistía diariamente a
Misa. Comulgaba frecuentemente y confesaba siempre antes. El Padre
Leandro Gallego, conversando con la esposa de Franco, le dijo: “No
comprendo una piedad tan profunda en un hombre y menos en un
militar, si no es que hubo algo muy maravilloso y sobrenatural en
aquellos años de guerra.” A lo que Carmen Polo le contestó: “Sí,
Padre, fueron tantas que ya casi sobra la fe.”
Ramona aconsejaba al
Caudillo. Lo animaba a que rezase el Rosario asiduamente y a que
fuera al frente de batalla sin miedo, pues no le pasaría nada. Los
consejos de inteligencia sobrenatural de Ramona “La Catalana”
fueron determinantes en multitud de ocasiones, por ejemplo, para el
cambio de estrategia al final de la batalla del Ebro. En la
inauguración del monumento a dicha efeméride, dijo Franco: “No
necesito argumentos para creer en Dios, porque he visto su protección
muchas veces durante la Cruzada”.
En otra ocasión le
advirtió la madre Ramona a Franco que tuviese cuidado con algunos
colaboradores, pues eran masones, a lo que él respondió: “Ruegue
a Dios que me saque de este infierno”. Compañeros y ayudantes de
Franco refieren que durante esos años, cuando pasaba junto a alguna
capilla o ermita, mandaba inmediatamente parar y entraba a rezar. Más
de una vez le oyeron hablar con una señora, de la que el mismo
Franco dijo en alguna ocasión que era la “Catalana Madre
Ramona”.
La Madre Ramona pidió
al Señor que la traspasase un cáncer que padecía una madre de
familia a la que cuidaba. Aceptó el Señor y Ramona no quiso nunca
ni calmantes ni anestesia. Murió el 8 de octubre de 1942, sin haber
visto aprobada su Obra por la Iglesia como Instituto Religioso. Su
fama de santidad se extendió enseguida. La superabundancia de
carismas de la Fundadora ha frenado el proceso de investigación
biográfica rigurosa, más que acelerarlo, pero sobre todo y por
desgracia, las connotaciones ideológicas han pesado más que la
verdad pura y dura. En este mundo de lo “políticamente
correcto” no se quieren valorar hechos sobrenaturales innegables,
por miedo, cobardía o comodidad. Y en eso estamos. En la
actualidad, la Obra de las Hermanas de Jesús Paciente permanece en
estado crítico, a pesar de ser un tesoro inestimable para la
Iglesia.
(1)María
Mensajera nº 331.
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