Madre Ramona "La Catalana" y Franco.


Por Pituca. 02/09/2008.  


Es esta una historia no apta para la sociedad apóstata y descreída en la que vivimos. Pero es una historia verídica y, como tal, merece ser contada, aunque los ignorantes se rían y los prepotentes, que todo lo saben y de todo discuten, no quieran ni oírla. Es la historia de la madre Ramona “La Catalana”. Su verdadero nombre era Ramona María del Remedio Teresa Llimargas Soler (1). Nació en Vich, Barcelona, el 24 de marzo de 1892. Desde muy pequeña tuvo una intensa vida sobrenatural, y su madre, analfabeta como el resto de la familia, se quejaba de ella lamentándose de “la desgracia de tener una hija así”. Ella solo hablaba catalán e ignoraba totalmente el castellano. Con tres años fue curada milagrosamente de una poliomielitis por la Virgen de los Remedios, su Patrona. Hablaba frecuentemente con San Antonio de Padua en el Templo de los Padres Franciscanos, y éste, la curó de una dislexia. Siendo muy pequeña se le apareció la Virgen de los Remedios y le pidió que se consagrara a Ella para siempre. Cuando contaba nueve años fue Jesús mismo el que se le apareció con la Cruz a cuestas, diciéndole que le ayudara a llevar la Cruz y que sería fundadora.

La gente la trataba de tonta, pues desconocían su intensa vida interior. Eran frecuentes sus éxtasis después de comulgar y se comentaba que se dormía con los ojos abiertos. Para evitar habladurías, su confesor le ordenó que se fuera a casa a hacer la acción de gracias. Ramona salía atormentada los días festivos de Misa, al comprobar la cantidad de personas que comulgaban en pecado mortal, ya que el Señor le había otorgado el Don de penetrar las conciencias.

Al fallecer sus padres, se ocupa de los quehaceres y recados como mandadera del Convento del Saits de las monjas de clausura de San Felipe Neri y de la Purísima Concepción, donde ya trabajó su madre.

La noche del  21 de julio de 1936, los milicianos rojos incendiaron la Catedral de Vich y los Conventos de la Merced y de los Remedios, después de saquearlos. En Agosto, es detenida por haber escondido en su casa al Obispo de Vich. Cuatro milicianos la amenazan con la muerte si no les dice dónde está el obispo en ese momento. Incluso la ofrecieron hasta dinero para que hablara. Su respuesta fue firme, con la fortaleza de una mártir: -“No vendo mi alma por cuatro dineros y no sé dónde está, pero si lo supiera tampoco os lo diría…”

La llevaron, de noche, al despoblado para torturarla y asesinarla, pero el jefe de las brigadas antifascistas, verdaderos asesinos de inocentes, Francisco Freixenet, reconoció que Ramona había curado hacía tiempo a su hijo de asfixia y no permitió que los milicianos la hicieran nada. Los últimos meses de guerra los pasó refugiada en la Masía de El Pujol de Calldetenas, en la plana de Vich, propiedad de los padres de Mercedes Alsina, que sería luego secretaria de la madre Ramona en la obra de Jesús Paciente. Ramona cuidó a los cinco hijos de la familia, enfermos de tifus, y curaron milagrosamente gracias a sus oraciones y desvelos.

Al ser liberada Barcelona, se trasladan a un piso y el día de la Virgen de Lourdes, el 11 febrero de 1940, dan inicio a la Obra. Ramona llegó a sentir los dolores de la Pasión de Cristo y llegó a sufrir, de forma invisible a los ojos humanos, la estigmatización. Con tales sufrimientos “compraba” las almas, de ahí que el mismo demonio la gritase: “¡Ladrona de almas!”. El demonio la torturaba y ella decía cuando lo atisbaba: “Ya viene la mala bestia”.

Ramona predijo la Cruzada de Liberación Nacional y sus gestas martiriales. Poseía el Don de la bilocación, el estar al mismo tiempo en dos lugares diferentes, para ir a atender y cuidar a enfermos y moribundos, en el frente, en las mismas trincheras y en hospitales.

El Padre Pedro Fernández Rodríguez, biógrafo de la madre Remedios (Ramona), nos cuenta que durante sus bilocaciones transmitió mensajes celestes a algunos jefes rojos, de los que ningún caso hicieron. Igualmente tuvo frecuentes intervenciones directas con Francisco Franco. La primera vez que se apareció al Caudillo, éste muy sorprendido, se santiguó al verla y le pidió que rezara un Avemaría. Ramona le respondió: “Tres rezaré, si así lo quiere…” Una vez asegurado que la aparición venía de parte de Dios, la escuchó  con sencillez y con los brazos cruzados. Ramona le hablaba en catalán, por lo que Franco le pidió que, por favor, le hablase en castellano para mejor comprenderla, y ella respondió que no podía pues lo ignoraba. Hablándose despacio ambos se entendían a la perfección.

Fueron frecuentes sus visitas al Generalísimo. Los ayudantes de Franco y otros militares que le acompañaban la vieron en varias ocasiones. La confundían con Santa Teresa, ya que iba con una falda muy larga, negra y con la cabeza cubierta por una mantilla tupida. En cierta ocasión, el general Petrirena comentó con gracia: “No, no es Santa Teresa, porque le habla en catalán…”

Una vez tardó cuarenta días en visitar a Franco, y el Caudillo estaba nervioso y preocupado. Cuando volvió Ramona a verle, le preguntó si no había venido por no estar él en Gracia de Dios. La vida cristiana de Franco es un hecho constatado. Le gustaba leer la Sagrada Escritura, rezaba cada día el Rosario en familia y asistía diariamente a Misa. Comulgaba frecuentemente y confesaba siempre antes. El Padre Leandro Gallego, conversando con la esposa de Franco, le dijo: “No comprendo una piedad tan profunda en un hombre y menos en un militar, si no es que hubo algo muy maravilloso y sobrenatural en aquellos años de guerra.” A lo que Carmen Polo le contestó: “Sí, Padre, fueron tantas que ya casi sobra la fe.”

Ramona aconsejaba al Caudillo. Lo animaba a que rezase el Rosario asiduamente y a que fuera al frente de batalla sin miedo, pues no le pasaría nada. Los consejos de inteligencia sobrenatural de Ramona “La Catalana” fueron determinantes en multitud de ocasiones, por ejemplo, para el cambio de estrategia al final de la batalla del Ebro. En la inauguración del monumento a dicha efeméride, dijo Franco: “No necesito argumentos para creer en Dios, porque he visto su protección muchas veces durante la Cruzada”.

En otra ocasión le advirtió la madre Ramona a Franco que tuviese cuidado con algunos colaboradores, pues eran masones, a lo que él respondió: “Ruegue a Dios que me saque de este infierno”. Compañeros y ayudantes de Franco refieren que durante esos años, cuando pasaba junto a alguna capilla o ermita, mandaba inmediatamente parar y entraba a rezar. Más de una vez le oyeron hablar con una señora, de la que el mismo Franco dijo en alguna ocasión que era la “Catalana Madre Ramona”.

La Madre Ramona pidió al Señor que la traspasase un cáncer que padecía una madre de familia a la que cuidaba. Aceptó el Señor y Ramona no quiso nunca ni calmantes ni anestesia. Murió el 8 de octubre de 1942, sin haber visto aprobada su Obra por la Iglesia como Instituto Religioso. Su fama de santidad se extendió enseguida. La superabundancia de carismas de la Fundadora ha frenado el proceso de investigación biográfica rigurosa, más que acelerarlo, pero sobre todo y por desgracia, las connotaciones ideológicas han pesado más que la verdad pura y dura. En este mundo de lo “políticamente correcto” no se quieren valorar hechos sobrenaturales innegables, por miedo, cobardía o comodidad. Y en eso estamos. En la actualidad, la Obra de las Hermanas de Jesús Paciente permanece en estado crítico, a pesar de ser un tesoro inestimable para la Iglesia.

(1)María Mensajera nº 331.


 

Artículo de opinión extraído de la página: www.generalisimofranco.com