Por
Jaime Miguel Tur, Antiguo Sargento Legionario.
¡Paco! ¿Qué pasa? Aquí me tienes otra vez
repitiendo lo ya dicho en otra ocasión. Y con esta son ya
seis las ocasiones que he reclamado tu ayuda y tú como si ná.
¿Tan atareada y absorbente sigue siendo la cosa celestial? ¿O es
que la gestión del papa Clemente del Palmar de Troya consagrándote
santo no surtió efecto? Aunque a decir verdad, por la poca
atención que me prestas, la misma que Dios al Papa, ninguna,
deduzco que sigues estando en el cielo y, por tanto, te debes a la
norma celestial de no hacernos ni puñetero caso. ¿A que sí?
Sabes -es la segunda vez que te lo digo-, tengo la
sensación de que el jefazo está tan asqueado, por los hediondos
efluvios que le llegan de las cuadrillas de mangantes que gobiernan
esta desconocida España, que ha ordenado un alejamiento de nosotros
a velocidad supersónica, y que hasta os prohíbe mirar hacia
abajo, bajo el severo castigo de mandaros otra vez a este desgaje
astral llamado Tierra, siniestro vehículo espacial en el que nos
montan al nacer para dar vueltas sin fin y llevarnos a ninguna
parte.
Para que te vayas enterando, el último gobierno que
ha salido de las chistosas urnas democráticas que tenemos en
España, a traído a mi mente algunos detalles que intentaré
recordar y exponer con las correspondientes comparaciones entre tu
odiosa y vituperada dictadura y la admirable democracia a la
española que tenemos ahora. Veamos:
Los primeros ministros que conocí fueron los de tu
feroz dictadura militar franquista; aquella que duró -según dicen
los salvaores progresistas- más que un traje de pana. Y es
que te hinchaste a vivir y no te morías ni a la de tres.
Recuerdo que por aquel entonces, entre la población se oía
decir: ¡ojú!, ese tío es una eminencia, ha estudiado para
ministro, nada más y nada menos.
Expresión que me hacía polvo, sabes; ya que no pude
estudiar carrera alguna debido a que me echaron de todos los
colegios por los que pasé.
Bueno, a decir verdad, sólo me aceptaron en los salesianos
debido a que me encontraba muy a gusto con Don Bosco. Y es que
me comió el coco el día que me pareció ver el guiño que me hizo
cuando lo miraba todo desesperado pidiéndole ayuda para librarme
del rosario y la letanía que nos hacían rezar todos los días.
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A lo que iba. En tu dictadura veíamos con asiduidad
que en cuanto uno de tus ministros -elegidos por tu dictatorial
orden, quiero decir- no daba de si para responder al cargo, recibía
de inmediato el sobre que le llevaba un motorista con el mandato de
irse a su casa, por inútil. ¿Te acuerdas?
Y en este maravilloso sistema político actual –cobijo de
delincuentes, que no es dictatorial, dicen desgañitándose los tíos
cínicos- un ministro – son elegidos los más sumisos,
aduladores, lisonjistas y pelotilleros al jefe que los nombra-,
aunque sea un manta, dura los cuatro años del mandato y
puede verse nuevamente designado otros cuatro años más por
la libre y democrática decisión del Jefe del Gobierno que
pone y quita a los ministros que se les pone en sus cojines
democráticos. ¡Ele! ¡Viva la democrasia!
Quiero decir -lo ve un cieguito y tú que estás en el cielo
mucho mejor- que a la hora de ejercer el mando todos los gobiernos
de los países cuyos ciudadanos con mentalidades no lejanas al
llamado tercer mundo o de aptitud pasota ante lo que se hace con el
dinero de los impuestos que pagan, como somos los españoles,
–repito- son dictaduras peores que la tuya, con el disfraz democrático.
Y es para vomitar que un Don Nadie como es el Presidente del
Gobierno que tenemos, haga y deshaga a su antojo por la cobardía
que encuentra en quienes callan.
Que coloca a una mujer antibelicista y preñada al mando del
Glorioso Ejército Español, nunca falta la tertuliana –oído hoy-
que ladra: “Es un acierto que una preñada sea la ministra del ejército,
ya que todos ellos han nacido de una mujer”. ¿Y quién ha
puesto la semilla para que la mujer tenga el honor de traer a un
futuro soldado?, “condición sine qua non”, digo yo.
Pero no te extrañe ni te aflijas, porque el próximo
ministro de Defensa que tendremos, si vuelve a ganar este
elemento, será Zerolo. Un significado que presume públicamente de
los orgasmos tan extraordinarios que siente con su queridísimo
marido. Una bendición -¡cojones!- para el que fue tu
Glorioso Ejercito.
Por cierto, Ejército al que tuviste a sueldos de pan y
mierda –fui sargento de la Gloriosa Legión Española y la paga
ascendía 1.166.66 pesetas al mes- por tu empeño en construir
viviendas que entregabas a los trabajadores a
precio de costo. ¡Tonto!
Y por tu doble empeño de sacar a España de la gran miseria
en la que vivía y crear la inexistente clase media, que es hoy la
clase social de los trabajadores españoles que tú encontraste en
la más grandiosa de las miserias, insisto.
Y para terminar, lo que más me cabrea de todo esto es
que tras haber nombrado presidente del Parlamento a un repelente muñeco
diabólico, haya dejado sin cargo ministerial a Pepiño
–gallego como tú- que hubiera venido a engrandecer el nuevo
gobierno colocándolo de ministro de Cultura, ya que es el vivo
retrato del loro que portaba al hombro el Pirata de pata de palo, de
ojo vidrio y cara de malo.
En fin sigue disfrutando de tu entorno celestial y espéranos
un largo tiempo, ya que aquí hay mucha leña que cortar.
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