-de saltimbanqui
de Pujol, a panegirista de Esperanza Aguirre-
Alberto
Boadella, uno de los
estandartes de la algarada independentista catalana de finales de
los setenta y durante las décadas de los ochenta y noventa, el estúpido
saltimbanqui independentista catalán al que llevaban para hacer reír
al siempre intranquilo Jordi Pujol, hacía tiempo que no
trabajaba. Su discurso monótono, y ya pasado, no lograba conectar
con esas capas sociales que hoy están más por la quema de fotos
que por los teatrillos difamatorios contra España. Y
es que, tanto cambian las modas, que ni siquiera Serrat tiene hoy la
audiencia de otros tiempos, salvo para las cuatro rojillas
que se han quedado solteras y todavía sueñan con el niño de cara
de idiota.
Parlanchín,
saltimbanqui y jaranero, el alma podrida de el Els Joglars, ese
grupo teatral mítico que fue todo un símbolo en la sacrosanta
Transición, forma ya en esa legión de conversos con la que el PP
viene engrosando sus filas. Todo un ejemplo de cómo están las
cosas en el partido donde muchos tienen puestas todas sus esperanzas
para sacar a España de la crisis moral, cultural, social y económica
que padece.
Boadella,
que en su día montó aquella sátira blasfema de título "Teledeum",
que destacó por su pasión por la popularidad, que fue un radical
exaltado y pendenciero, que alentó a la exaltación ciudadana
separatista y que fue un agitador hábil en aprovechar cualquier
motivo para atemorizar al adversario, es hoy otro de los ajos
de la ristra con la que se adorna el PP por la infinita ausencia de
sabiduría de sus dirigentes y las inmensas tragaderas de sus
votantes.
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