Siguiendo con el tema de una "Catequesis
pendiente y urgente", y habiendo abordado el aspecto de
formación cultural religiosa que toda Catequesis debe contemplar
para una dimensionalidad exacta de la fe. Ahora conviene que nos
ocupemos del segundo aspecto, consecuencia de esa fe ya madura, pues
ha sido dimensionada desde la razón, que también debemos de
esgrimir frente a sus enemigos.
Conscientes de que el proyecto contra Dios siempre ha existido a lo
largo de la Historia, pues el hombre nunca ha dejado de construir su
Babel, y porque todo tiempo histórico del hombre es tiempo
de Dios... Venimos de Él y a Él volveremos,
deberemos de afrontar el mundo desde Cristo. Más concretamente,
desde las tres dimensiones desde las que lo afrontó el Señor:
siendo rechazado por todos y escuchado sólo por los más humildes,
perplejo ante el futuro de sus discípulos, y desde la fe y la
confianza en Dios-Padre. Y esta dimensionalidad debe servirnos no sólo
para flexibilizar nuestros esquemas y preocupaciones, sino para
relativizar los tiempos del camino, aprovechándolos, corrigiéndolos
o rechazándolos.
Una confianza que
cobra toda su potencialidad y profundidad en aquel grito
desgarrador, el grito de todos los abandonados y derrotados de la
Historia: "Dios mío, Dios mío, porque me has
abandonado", que lejos de expresar incredulidad, es la
afirmación más rotunda y plena de confianza en Dios. Pues,
reconoce su presencia, a pesar de su aparente ausencia. Aceptando,
al mismo tiempo, que el instante humano no sea el mismo que el de
Dios. Justo lo que nosotros, los hombres y las mujeres de este
tiempo histórico debemos de tener en cuenta, como ayuda a la misión
apostólica a la que estamos llamados: la conversión del mundo
predicando el Evangelio de Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios.
Y desde esta misión
apostólica a la que estamos llamados, deberemos de preocuparos
mucho, particularmente, por aquellos cambios culturales inducidos
que afectan al hombre directamente en el corazón de su ser. En lo
que es, lo que puede ser o no debe ser, y lo que pretende ser. Para
conducir al hombre a través del laberinto de proyectos del hombre,
que al ser humano se le ofrecen como mercancía en los supermercados
de las ideologías. Entendiendo la importancia de la Hora que nos ha
tocado vivir, y metiéndonos en esta sociedad materialista con
ribetes religiosos, para volver a encontrar a Cristo, y a Cristo
clavado en la Cruz, desde la escucha y el compromiso de su presencia
a través de la evangelización, la liturgia y la caridad.
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