Por
Pablo Gasco de la Rocha.
Cuando yo era joven,
me fastidiaba mucho que me dijeran que "quien hizo la ley, hizo
la trampa", porque en mi osadía pensaba, que quienes así se
manifestaban, por muy cultos que fueran en otras materias, no lo
eran en la ciencia jurídica. Es decir, en ese noble arte que trata
de la interpretación de lo que primero es costumbre y luego deviene
en norma escrita ilustrada, que obliga a todos por igual. ¡Pobre de
mí!
Traigo esta reflexión al recuerdo, no porque siga creyendo en la
justicia de los hombres, sino a colación de cómo ha actuado
en-relación a los dos "primos"; a esos dos
exhibicionistas del dinero y del lujo a los que la justicia ha
tratado conforme a lo que son: intocables.
Y así, Don Alberto
Cortina y Don Alberto Alcocer, más conocidos como "los
Albertos, no irán a la cárcel pese a que el Tribunal Supremo
les había condenado en 2003 por el "caso Urbanor", imponiéndoles
penas de tres años y cuatro meses de cárcel. Máxime, cuando
el fallo era previsible, después de que una sentencia de 2005 sobre
plazo de prescripción se interpretase como "un anticipo
de lo que daría de sí el caso Urbanor" por el que
estaban siendo procesados los dos delincuentes ex de las Koplovic.
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Pese a todo, y
porque son ellos "dos" quienes son y tienen las amistades
que tienen, que ese ha sido el órdago a la mayor, a su
amparo ha salido el noble, justo y bueno
Tribunal Constitucional desautorizando una vez más al Supremo en lo
que forma ya una larga historia de desencuentros, y que en este
caso, por la relevancia de los delincuentes a los que se absolvía,
la decisión ha provocado un gran revuelo en el mundo jurídico y un
grado más de escepticismo e incredulidad en la opinión pública.
Un "revuelo", que no un tifón, porque aquí de lo que se
trata es de seguir cobrando a final de mes, y no de mantener el
argumento que el propio Tribunal Suprema ha manifestado en cuanto a
que el Constitucional "invade sus competencias".
Sea como fuere, lo
cierto es que la sentencia ha constatado la opinión de los españoles
que creen en un 84%, que a la hora de aplicar la ley "se hacen
diferencias según de quién se trate" en el reino de España.
De momento mi hijo
ya sabe que la Justicia no existe y que "Dios nos libre de caer
en sus manos", como tan acertadamente me repetía mi abuela
Servanda, y que lo importante es conocer todos los artilugios,
vericuetos, engañifas y tejemanejes procesales
que el sistema pone a disposición de los leguleyos. Y por supuesto,
hacer amigos, almacenar secretos y evitar tempestades.
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