Por
Mª del Pilar Amparo Pérez.
Nuestra sociedad
está cada vez más degenerada y desorientada. La “clase
política” vive en un mundo diferente al del resto de españoles
de a pie. Ellos tienen unos sueldos de escándalo, unas ventajas
impresionantes y no saben nada de la vida real del españolito
medio. Solo saben hacer demagogia barata para poder seguir viviendo
a lo grande a costa del pueblo. Eso sí, cada cuatro años se abre
la caja de las mentiras y ¡hala! A prometer, a ponerse la piel de
cordero, y a solicitar votos y más votos para poder seguir
medrando… y destruyendo la Sociedad, la Religión y
la Patria.
Cuando una
democracia se degenera, se tiene que hablar de demagogia, y cuando
los representantes se corrompen y dan la espalda al pueblo hay que
referirse a una tiranía. Disfrazada muy elegantemente eso sí, pero
tiranía al fin y al cabo.
Nos han quitado a
Dios; nos han quitado la Bandera; nos han quitado la lengua común;
nos han quitado el sentido de España, nos han enfrentado a unos con
otros, han enturbiado y falsificado nuestra Historia....y a cambio,
nos han dado disolución de la Patria y de la familia, diálogo con
los asesinos, droga, violencia, aborregamiento, pérdida de la
identidad, “educación para la ciudadanía” y fracaso escolar...
Y ahora, cuando comprueban los efectos nefastos de su
política, ni rectifican ni ponen remedio. Ni los unos ni los
otros…
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Tanto los que
gobiernan como los que están en la oposición van avanzando en la
apostasía general. En la apostasía de Dios pero también de
España. Y es muy triste, pero también es muy cierto, lo que una
vez dijeron los socialistas a los del PP:
- “Ustedes se
quejan de nuestras decisiones y de nuestras leyes, pero luego,
cuando ustedes gobiernan, las siguen manteniendo, tan contentos, y
no cambian ninguna.”
Y es verdad. Cuando
ha gobernado la derecha, o el centro-derecha, o “el mal menor”,
o como se le quiera denominar, no ha derogado ninguna ley ni
realizado actos de reparación que son de justicia. Y así, por
ejemplo, perdura la ley
del aborto, perduran los cambios en los nombres de las calles, no se
reponen las estatuas retiradas de mala manera por el odio y la
política talibán que se ha seguido, etc., etc., etc.…
A todos les ha
entrado la prisa en parecerse “a los que mandan”, y así, poco a
poco, los diferentes grupos y personas van abandonando las banderas
y las ideas para subirse al carro de la élite que mangonea y vive a
cuerpo de rey. Y, de este modo, la gran apostasía de todos los
valores se va adueñando de la mayoría. El egoísmo, la soberbia,
la división, el enfrentamiento con los afines, y todo lo más bajo
y podrido es lo que impera… Todos corren a disfrazarse de
“modernos” y tiran los símbolos, las doctrinas y las creencias
más nobles y sagradas. Poco a poco se va dejando todo por el
camino. Todo.
España se queda
cada vez más sola. No es correcto enarbolar la bandera ni defender
ideas por las que murieron muchos cientos de miles de antepasados
nuestros. Es la hora de la infamia, de lo innoble, de lo indigno, de
lo deshonesto, de lo miserable…
Es la hora de la
traición más despreciable, de la infidelidad, de la felonía, de
la deslealtad, de la deserción. Es la nueva hora de los enanos de
la que nos habló José Antonio. Nuestra gran esperanza es que
sabemos lo que sucederá después, más tarde o más pronto. Pero el
nuevo Amanecer siempre llega con su espada de Justicia y de
Verdad…
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