Por
Fernando González de Canales.
Así comienza
nuestro artículo, dedicada en su totalidad a todos aquellos
desconocidos que quedaron en las llanuras heladas de Rusia
por la defensa de un ideal ahora mal visto y ocultado por los
poderes bienpensantes y “buenistas” de la democracia. Lo
dedicamos a la 250.
Einheit Spanischer Freiwilliger de la Wehrmacht , más
conocida como la División Azul (Blaue Division, para
el ejército alemán). En ella, un puñado de hombres, de jóvenes
idealistas, fueron a Rusia para combatir el comunismo y luchar por una Europa como ellos
concebían: humanista, unida, fuerte, justa y cristiana. Ello les
exigía en ese momento
crucial de la Historia entregar
sus vidas lejos de su tierra para defenderla del comunismo herético
contra el que ya lucharon en su Patria. En definitiva, fueron a
“devolver la visita a los rusos, por educación”.
La División 250 sirvió en el frente
ruso a partir de 1941 (y oficialmente hasta 1943) en el bando
alemán. Destacamos la palabra “oficialmente” puesto que hubo
muchos españoles que se negaron a volver a España una vez que el
Jefe del Estado, el General Francisco Franco, ordenase el retorno de
la Blaue Division en
1943, cuando el curso de la guerra iba por otros derroteros a los
esperados en un principio. La División Azul regresó a casa y la
frontera entre España y Francia fue cerrada a cal y canto. La
Historia había dictado sentencia y el Generalísimo no estaba
dispuesto a que España sufriese las consecuencias de la victoria
aliada en Europa sobre el Eje. España lo primero. Puede que haya
gente que critique la decisión de Franco, pero la responsabilidad
de dirigir el timón de la Patria exige tomar decisiones que no
gustan a todos, ni siquiera al propio Caudillo. Aún así, un puñado
de idealistas, comandados por Miguel Ezquerra, y arriesgándolo
todo, quisieron combatir hasta el final junto a sus camaradas
europeos, llegando incluso a defender el edificio de la Cancillería
en el Berlín asediado por los rusos. Una historia apasionante pero
que ahora no nos ocupa.
Nuestra obra se centrará en las
conclusiones que el que firma saca de las largas charlas y
conversaciones con mi tío Guillermo, un licenciado en Medicina y
Veterinaria de 94 años, y que fue testigo presencial de los hechos
relatados en esta obra cuando tuvo el orgullo y el honor de servir
en la gloriosa y heroica División 250 entre junio de 1941 y
septiembre de 1942. Nuestro
protagonista combatió en la batalla del Lago Ilmen, un lugar con
una extensión de 2.200 kilómetros cuadrados. Se encuentra al sur
del Lago Ladoga y unido a éste por su principal emisario que es,
precisamente el Río Volchov.
La historia es la siguiente: A
comienzos de enero de 1942, alrededor de medio millar de hombres de
la 290 División alemana fueron atacados por el 71 Batallón de
Esquiadores soviéticos en la aldea de Wswad, al sur del Lago Ilmen.
Y la compañía de esquiadores españoles es la encargada de acudir
en su ayuda. Un total de 206 soldados, provistos de 60 trineos,
comienzan su marcha en la noche del 10 de enero desde la costa norte
del Lago Ilmen. Solamente 30 kilómetros les separan de sus
camaradas alemanes sitiados. El problema residía en que para llegar
a la aldea hay que atravesar todo el lago: un terreno helado que está
repleto de desniveles, grietas y muros de hielo infranqueables.
Asimismo, las temperaturas son bajísimas, fuera del lago los termómetros marcan 33º bajo cero. Pero dentro
del lago, de madrugada y bajo un viento gélido, la Compañía
tiene que soportar temperaturas de hasta 50º bajo cero. Este
es el panorama que mi tío Guillermo se encontró y vivió en
primera persona.
¿Qué
es lo que hace que un puñado de hombres decidan largarse a Rusia
nada más acabar la guerra en España?... “YO CREO QUE
ESTA ALZADA LA BANDERA”. Eso nos dijo el mejor hombre de España
(José Antonio Primo de Rivera) aquel 29 de octubre de 1933 (fundación
de Falange Española en el teatro de “La Comedia” en Madrid);
esa voz que así habló fue alevosamente silenciada a balazos, pero
la bandera anunciada continuó alzada. ¡Siempre alzada! Quizás ese
espíritu de combate hizo que muchos decidiesen hacer el petate y
combatir en aquel territorio desconocido y sombrío llamado Rusia.
La situación es comparable a la que se encuentran Frodo y Sam
cuando van, como portadores del Anillo, hacía la Tierra Oscura, en El
Señor de los Anillos, de Tolkien. Fueron para salvar la
civilización del hombre, apunto de ser machacada por la fuerza
invasora de los orcos. Algo parecido pasó con los voluntarios que
fueron a Rusia, a esa “tierra negra” desconocida para salvar a
Europa del individualismo marxista.
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Aurora
Borja, condecorada con la Cruz de Hierro concedida a
su hijo Nemesio García, miembro de la División
Azul, muerto en el frente soviético. La mayor gesta
militar española del s.XX.
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Nuestro protagonista vive a 40 Km. de
Madrid, al pie de los cordeles de la Sierra de Guadarrama y en el
valle del río del mismo nombre. Seguro que la mayoría de la gente
allí ignoraba que uno de sus vecinos había combatido con el
uniforme del denostado ejército alemán. Y que además había ido
allí con el único objetivo de “devolver la visita a los
rusos”, eso sí, y aclarando, “por educación”. Y que además
había sido condecorado con la Cruz de Hierro de 2ª Clase (cómo la
de la madre enlutada, pero a la ver orgullosa, de la foto) o la
medalla Militar Colectiva entre muchas otras. Pues sí, señores
españolitos de a píe, aquí
tenemos a uno de esos hombres que pertenecían a otro tipo de raza,
de las que se batían a duelo cuando veían su honor mancillado, y
que para ellos, España “era su Dulcinea”.
Aquí, a 40 Km. de Madrid tenemos uno de esos ejemplares, y
tenemos que espabilar, que quedan ya pocos.
¿Qué nos puede aportar nuestro
protagonista? Antes que nada, ¡EJEMPLO!. Ahora, en una sociedad
como la nuestra en la que prima el dinero y el bienestar individual
sobre el colectivo, gente como nuestro protagonista quedan pocos.
Ahora el personal vive, y sobrevive, en la rutina. No digo, ¡ojo!,
que la generación de hoy sean todos unos infelices deprimidos. Me
refiero a que las generaciones anteriores eran más a lo Alatriste.
No creo que hoy en día casi nadie se aventurara a una tarea
tan ajena como luchar contra el comunismo en las tierras más
lejanas posibles. Es más, para mí que los Alatristes del s. XX
fueron precisamente este tipo de soldados.
¿El Capitán Alatriste por qué es famoso?... por luchas en
Flandes, simple y llanamente, contra la herejía protestante. La
División Azul, ¿a qué fue a Rusia?, pues a luchar contra la mayor
herejía del s. XX.: el comunismo. Quizás la comparación sea un
poco forzada pero las circunstancias son parecidas. La hazaña de
poner una pica en Flandes es comparable a la mayor gesta española del s.XX.
¿Se lo hemos agradecido las
generaciones posteriores a la de mi tío?... yo creo que no. Viven
en el olvido. Ahora se homenajea a las Brigadas Internacionales y se
olvida a los que posibilitaron, en parte, que España en particular,
y Europa occidental en general, vivan hoy en una prosperidad
envidiable durante años. Así que sólo me queda decir: ¡MALDITO
SEA EL PUEBLO QUE OLVIDA A SUS HÉROES...!
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