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Actualizada: 29 de Noviembre de 2.008.  

 
 
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  Fui testigo en el Valle de los Caídos.


Carta abierta a la Delegada del Gobierno del taifa madrileño.


Por Jesús Flores.


23 de noviembre de 2008

Sra. Mestre:

 

Como Delegada del Gobierno en la Comunidad Taifa de Madrid quiero expresarte mi más absoluta protesta, bien envuelta en el papel de estraza del desprecio, por las órdenes que desde esa triste Delegación impartiste a la Guardia Civil para reprimir sentimientos nobles, que no podrás entender jamás, y para humillar a varios  miles de españoles, pagadores de impuestos y hasta (algunos) votantes en ratos libres. No hablo por que sí, que fui testigo en el Valle de los Caídos (monumento que jamás entenderás) de las indignas actuaciones de individuos de un cuerpo armado al que, hasta ayer, tenía un respeto y admiración casi reverenciales. Aquellos pobres guardias se dedicaban a quitar, con raro entusiasmo, las poquísimas banderas españolas que algunos que no habían leído los ukases oficiales pretendían llevar al Valle. Pero también quitaron a una mujer, ya sabes, española, un broche de la Virgen del Pilar que llevaba un lacito con la bandera de España; a otra le quitaron un rosario que llevaba en el espejo retrovisor; a otra española pagadora de impuestos la echaron a empujones, cuando ya la Misa había concluido, por rezar el rosario en las inmediaciones de la tumba de Francisco Franco (ya sabes, el Generalísimo) pues, al decir de aquellos guardias, convertidos por orden superior, en sicarios del poder político, “estaba provocando”. Un triste guardia civil metió el brazo por la ventanilla del coche señalando el llavero que tenía una Bandera de España, ya sabes, la bandera del país que figura en el Pasaporte. Pero en esta ocasión se encontró con la horma de su zapato porque la mujer le dijo: “pues quítese ese brazo en el que lleva la Bandera de España”. Podría citarte más ejemplos pero por hoy bastan.

 

Hace años, otra antecesora tuya, Ana Tutor, antigua “azul”, pretendía amargarnos un 20 de noviembre la alegre marcha de miles de españoles por la Castellana en dirección de la Plaza de San Juan de la Cruz. Aquella Delegada nos mostraba a las cohortes de Epaminondas con sus escudos y yelmos, no preparadas para intervenir, porque sabían que la pacífica marcha no representaba peligro para nadie, sino para humillar con ese absurdo despliegue a una masa de manifestantes, prontos a convertirse por ley en infra-españoles. Tú metiste en el Valle a una pequeña tribu de antidisturbios, no más de una docena, para actuar lo mismo que la ex-azul: hacer ver a los que asistieron a la Misa en la Basílica que, para el sistema corrupto que nos domina, éramos unos delincuentes.

 

Miles de españoles dieron su vida por una España bastante mejor que la de la triste república, y nosotros somos herederos de aquellos españoles. Y ni tú, ni esos elementos de la Guardia Civil descendiendo a misiones de ilotas de políticos, ni cien antidisturbios puestos en columna de nueve en fondo, ni la Policía Montada del Canadá a paso de carga, ni los Bomberos a manguerazos, ni leyes infectas, ni la “culta” destrucción de monumentos, cruces, símbolos y recuerdos de nuestra Historia podrán con nosotros porque, como dice la Biblia en alguna parte, el espíritu vencerá siempre a la materia. Nosotros somos parte de ese espíritu, vosotros la materia, pero eso sí, materia con olor a pies.

 

“Siento” que seas tú quien se lleve estos tirones de oreja, cuando hay otras dos patas de mismo banco, Rodríguez y Pérez. Pues cuéntaselo para que se lleven su parte.

 

Y que Dios os confunda.

 

Jesús Flores Thies


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