Por
Pablo Gasco de la Rocha.
En la entrevista
que el periódico El País (18/05/08)
hace al ex Teniente general Andrés Cassinello, Director de los
Servicios Secretos con Suárez, Jefe del Servicio de Información de
la Guardia Civil durante el 23-F, imputado y exculpado en el
"caso Gal" y, en la actualidad, Presidente de la Asociación
para la Defensa de la Transición, se me antoja conviene se hagan
algunas precisiones, si quiera, para que el anciano espía no siga
engordando, como parece por la foto que ilustra la entrevista, al
hilo de sus sapienciales silencios. Unos silencios que el
anciano espía cree sólo conforman como secretos en su mente.
Aunque lo primero
que debería consignarse, son tres cosas que como características
comunes se dan en todos los militares que han ocupado altos cargos
políticos después de la muerte de Franco, y de las que el anciano
espía Cassinello no está libre tampoco. En primer lugar, una
obsesión casi patológica por asegurarnos -mejor diría asegurarse-
que él siempre ha sido leal... "Yo –dice el Tte. General
Cassinello- procedo de la lealtad a Franco". En segundo lugar,
una pretensión, sin duda que interesada, en presentarnos a quienes
hemos venido discutiendo todo el proceso político que se ha seguido
hasta aquí como descerebrados, gentes tan fuera de la realidad, que
hasta creíamos que Franco iba a vivir eternamente... "Pero no
era tan tonto como para pensar que el régimen era perdurable".
Y, en tercer lugar, que todos ellos, nada más retirarse, se hacen
presidentes de alguna asociación pacifista, solidaria o simplemente
bucólica.
Con todo, centrándonos en lo que de verdad nos interesa, es
decir, en los "secretos de Estado" que el espía
Cassinello guarda, entiendo que sus respuestas tienen un aire de
petulancia, que sinceramente creo no se corresponden con lo qué de
verdad se sabe, por mucho que al espía –en esto no se distingue
de ningún otro- le guste creérselo, porque la verdad, con algunas
precisiones de más o menos importancia, la conocemos a través de
la prensa y de los libros, únicos soportes que, salvadas las
distancias, nos han ido descubriendo las alcantarillas de la
Transición. Por lo que no hace falta que a estas alturas de la película
amague con la consabida coletilla de todos los espías que en la
historia han sido... "Si yo hablara".
Pero no sólo sus
respuestas son petulantes, sino que en un alarde de erudición histórica
equivocada, nos intenta hacer pasar a Tarradellas –el patrocinador
del "golpe de Timón", la versión civil del 23-F- como un
señor que durante toda su vida fue digno del mayor encomio. Pues, sépase
que Tarradellas fue protagonista directo de una de las etapas más
viles de nuestra historia, y destacado masón.
Y por lo que
respecta al asunto del GAL, parte importante de la entrevista, al
menos por el número de preguntas que a propósito del asunto le
hace Natalia Junquera, ignoro si el señor Cassinello fue o no fue
el jefe del GAL, ese grupo de chapuceros que no sólo no logró
amedrentar a ETA, sino que incluso se cargó a varios inocentes,
porque lo que de verdad nos importa saber, y sabemos, es quién fue
el jefe supremo... mister "X".
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Finalmente, y ya dirigiéndome al presidente de la Asociación
para la Defensa de la Transición, decirle algunas cosas puntuales. Primera,
que no sienta vergüenza del 23-F –a no ser que sea por la parte
que le corresponde de no haberlo evitado, que esa es otra-, sino que
no se consiguiera si quiera acabar con ETA, a la que se siguió
tratando como en la época de los años aciagos; los años de la
etapa que hoy tanto pondera... la Transición. Segunda, que
no se refiera al Tte. General Manuel Gutiérrez Mellado como a un
"señor mayor", pues entiendo que a él no le hubiera
gustado, habida cuenta que el enfrentamiento que tuvo con Tejero no
fue por ser Ministro, sino por ser Tte. General del Ejército. Tercera,
que siga soñando, pues a su edad ya nada se puede hacer o evitar y,
en este sentido, que siga pensando que el llamado País Vasco seguirá
siendo parte integrante de España como lo es hoy Gibraltar. Cuarta,
que no me sorprende, ni creo que le sorprenda a nadie, que a usted
le importe tres rábanos que las mujeres formen en el Ejército
y, que incluso, sea dirigido por una mujer, pues un componente muy
alto de las féminas que lo inundan son hijas de mandos militares
(al fin y al cabo es un puestecito seguro y de por vida) Y quinta,
que no amenace ("¿Fue usted el jefe del GAL? –pregunta la
periodista-... "Fíjate sí fuera verdad y tú lo hubieras
descubierto. Tu vida valdría sólo dos pesetas" –responde el
espía Cassinello-), pues a Dios gracias ni usted es el Padrino ni
estamos en Sicilia.
Por cierto, señor
Cassinello, guárdese esos nombres de los que presume tener
suficiente información y que hoy todos sabemos o imaginamos,
pero que ya no interesan a nadie ante los retos superiores que
tenemos planeados, y que ellos, todos ellos, sean sus contertulios
cuando le llega la hora de la muerte.
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