Por
Pablo Gasco de la Rocha.
Miguel Ángel Blanco del PP, Isaías Carrasco del PSOE y Juan Manuel Piñuel
Guardia Civil son suficientes muertos como para que empecemos a
reflexionar sobre la política de penas que nuestra legislación
penal impone a los terroristas, así como la revisión de la actual
legislación penitenciaria respecto a beneficios y privilegios que
se conceden a individuos irredentos, cuyo fin no es otro que acabar
con el Estado a costa de lo que sea. Todo eso, y una política de
Estado firme y ejemplarizante es lo que debiera exigir la ciudadanía.
Incluso, esa ciudadanía que tantos años después se reúne en una
rincón de Madrid para aplaudir un homenaje tardío. Un monumento
estéticamente aséptico y políticamente arrogante.
Por eso no entiendo que desde de esa derecha castrada e inoperante que
es el Partido Popular (PP), y a través de su vocero más
representativo, ABC, se impute a los amigos de ETA (PNV) "no
garantizar la seguridad de las casas-cuartel", siendo, como
es, obligación del Estado y exigencia irrenunciable del Instituto
Armado. Un Instituto, la Guardia Civil, que es, mientras no se diga
lo contrario, "una parte del Ejército alquilada al Ministerio
del Interior". O que se siga insistiendo en lo que todo el
pueblo español sabe, aunque lo calle, esto es, "la
esquizofrenia del nacionalismo vasco, que un día carga contra la
Guardia Civil y la Policía y al siguiente monta un homenaje a las víctimas
de ETA como ejecución minuciosa de sus planes de normalización"
(ABC, 19/05/08) Un nacionalismo con el que el PP de Aznar pactó, y
con el que el PP de Rajoy quiere pactar, de ahí la controversia con
María San Gil y el sector más duro del partido.
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Y en este mismo sentido de no entender nada, y diga lo que diga un pobre
trastornado, si quiera transitorio por mor de la emoción, a Juan
Manuel Piñuel –último guardia civil asesinado- no lo han
matado los de siempre "por ser español", que eso es una
circunstancia, sino por la inoperancia del Gobierno de turno, de las
Instituciones del Estado y del Instituto Armado al que pertenecía.
Por otra parte, y a tenor de la estúpida declaración del Presidente de
Melilla... "los canallas que han matado a Juan Manuel lo van a
pagar caro", sugiero se le haga un examen médico exhaustivo y,
al mismo tiempo, se le inhabilite de todo cargo u ocupación pública
para el resto de sus días.
Finalmente decir,
que como en tantas otras ocasiones, también en está, reseño con
orgullo, que se me haya excluido, pues todos los enunciados,
declaraciones y proclamas tras el asesinato de Juan Manuel Piñuel
aludían al dolor de los "demócratas". Y es que, no hace
falta que ellos me excluyan, pues yo mismo lo he hecho hace mucho
tiempo. Es decir, mientras no se actúe de forma determinante y para
siempre contra todo el entramado político, social y económico del
que se alimenta y nutre ETA; mientras no se articule una política
penal y penitenciaria especifica para el terrorismo; mientras no se
practique la dispersión más radical posible con los presos de la
banda, y mientras no se contemple la pena de muerte... si quiera el
garrote, aunque se excluya la estética del fusilamiento al alba.
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