Quienes han votado a Rosa Aguilar, ex socialista y jaranera,
hoy referente obligado de una gran parte de la derecha nacional ante
el acoso de los "malos", les han dado una lección de
coherencia a todos esos, camaradas nuestros asiduos votantes
del PP, a los que solemos ver cuando dos o más nos reunimos en
nombre de Franco. Que es, por cierto, el único punto de anclaje y
reunión que hemos sabido conservar, aunque cada vez con menos
imaginación, y cada año que pasa con un aporte de personajes sin
pedigrí ni caché suficiente para estar en esa tribuna de oradores,
que otrora fue referente obligado de toda alternativa posible al
sistema suicida y canalla que representa su máximo valedor, el rey
Juan Carlos.
Las últimas elecciones, dicen que democráticas, allá cada cual con el
empleo que haga del léxico, han sido ciertamente un auténtico
fracaso; uno más de quienes así mismo se han autoproclamado
representantes de las fuerzas nacionales, entre los cuales, un
candidato advenedizo y sin perfil se presentaba como el de más
posibilidades de conseguir una plaza en el Parlamento. Una voz que
no se ha oído salvo en sus cenáculos privados e íntimos, y que
muchos hubieran confundido, no en parte sin razones, con la de las
Koplovic, la ex de los de la gabardina. Esos auténticos
"intocables" por sus pocas, pero selectas amistades, y por
sus muchos silencios, que algún día debería descubrir el notario
que los guarda.
Pero, pese a tal fiasco, todavía no hemos leído, si quiera, un
documento de autocrítica, porque a lo más que tales líderes
han llegado, es ha repetir lo mismo de siempre, los insultos al
sistema y la criticar a sus modos, formas y maneras. Unos modos,
formas y maneras que, pese a todo, no han impedido que Rosa Aguilar
consiguiera un puesto de especial relevancia e importancia extrema.
Es decir, que por nuestra parte se observa más de lo mismo. Claro
que alguno se sentirá descargado de culpa porque sólo se ha
presentado al Senado, posibilitando así, pues eso dirá, los
puestos del Parlamento para otros. Aunque lo curioso del caso es
que el próximo 20-N volverán a repartirse bofetadas por estar
junto a Piñar en la tribuna de oradores, una Tribuna en la que
empiezan a sobrar las señoras, que no las mujeres.
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