Por
Pablo Gasco de la Rocha.
La Patria es el
lugar en el que hemos nacido, y al que estamos indisolublemente
unidos por sentimientos afectivos y vínculos históricos y jurídicos.
De ahí, pues, que patriota sea el que ama a su Patria, por cuanto
ama los sacrificios que han costado formarla a millares de hombres
que nacieron en su suelo, y a quienes debemos que el país donde
hemos nacido sea lo que es. Pero para que realmente exista un
sentimiento de amor patrio, es necesario conocer la historia de
nuestro país y, ante todo y sobre todo, no permitir que se le
degrade, pues todo sacrificio es poco cuando se hace por el bien de
la Patria.
¿A quién le
corresponde de forma y modo explícito defender la unidad de la nación?
¿Es tolerable el aquelarre de San Mamés? ¿Cuánto está
dispuesto a ceder el Estado español en las pretensiones
independentistas de los terroristas vascos, catalanes y ahora también
gallegos? Son preguntas inquietantes.
Inasequibles al
desaliento, henchidos de amor patrio y en primer tiempo de saludo
ante Pepín y los suyos, como dicen corresponde a la obediencia
debida, andan generales, coroneles, jefes y oficiales elaborando un
catálogo de símbolos y elementos franquistas a retirar de los
cuarteles. Pero como a toda ley le corresponde su trampa, andan
también realizando un estudio económico a fin de subir el sueldo a
quines los juraron defender "hasta la última gota de la
sangre" (una fórmula estética qué también ha caído
en desuso), así como el regalo de un ejemplar de la Constitución
interpretada.
Todo ejército
necesita estar dirigido por un general con testosterona, sentido de
Patria y probada actitud en las cuatro virtudes cardinales:
prudencia, justicia, fortaleza y templanza. Lo tuvimos.
De los frontispicios
de los cuarteles hace tiempo se descolgó el lema de "Todo por
la Patria". Hoy sería un contrasentido.
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Sobre el Águila de
San Juan que nos advierte que sólo la Verdad nos hace libres y el
lema, Una, Grande y Libre, muchos españoles juramos defender a la
Patria. Hoy lo hacen los "mercenarios" sobre el escudo de
una de las dinastías reales que han reinado en España, la de los
Borbones. La grandeza del futuro en España estriba en que mañana
no sabemos ni sobre qué escudo ni siquiera sobre qué bandera
juraran, si es que lo hacen, los futuros soldados. Somos un ejército
impermeable.
Al ejército español
no se lo cargo un "espía", sino los generales que
rindieron pleitesía a Franco. No se salva ni uno.
A estas alturas de
la película lo de menos es que descubramos al "Elefante
Blanco", lo importantes es saber que al único militar con dos
dedos de frente le llamaron traidor: Don Alfonso Armada (el
único que no hacia guateques en la cárcel)
De los
"bravucones" de los Cuartos de Banderas el único que no
bebía era Pardo Zancada. El alcohol no sólo incide en la
libido, también en la grandeza.
De siempre las
mujeres más femeninas fueron las enfermeras militares. ¿Qué hacen
las mujeres en unidades de combate, al margen de reclamar
sujetadores de camuflaje y asistir a fiestas privadas
en Afganistán? ¿Y los extranjeros? Nos mintieron.
Hace unos días he
roto el diploma, he tirado la metopa a la basura y los galones se
los he dado a mi sobrino para jugar. Me engañaron, pero al menos
por mi parte que no quede testimonio.
La patria es la
infancia. Yo soy un patriota.
Gracias a Dios que
entre su madre como yo, logramos convencer a nuestro hijo para que
no se hiciese militar. Hoy sería un cadete arrestado (jamás
hubiese consentido que se retirase la estatua de Franco de la
Academia General Militar sin protestar)
Se nos dijo que la
milicia era la última profesión de hombres honrados. Nos
volvieron a mentir.
De las praderas de
California y los pantanos de Florida hasta las llanuras de Marruecos
y las selvas de Indochina; desde los valles de Chile y los ríos de
Venezuela, a las llanuras de Holanda y las estepas de Rusia, en
donde miles de españoles marcharon, combatieron, sufrieron y
murieron, hemos llegado hasta aquí, hasta esto, hasta enseñar a
jugar al tute a los "señores de la guerra". Patético.
Féretro sobre
hombros, viejos himnos de guerra en los que no se cree, medallas y
Reina llorando... Teatro, puro teatro. El pueblo, totalmente
desconectado de la milicia mercenaria, entienda que en la soldada va
el precio de la "caja". A cada profesión, lo que le
corresponde.
Ni siquiera para ser
policía nacional o guardia civil se exige hacer el servicio
militar. Cuando llegue el furor... Qué cada palo aguante su vela
.
La Patria se
desangra, pero "ellos" sólo se dan cuenta cuando se
jubilan. Jamás he asistido a una conferencia de un militar
jubilado.
Se les ha dejado
tanto, que sólo la acción directa y al margen de las leyes les
podría frenar. De no ser así, la solución es trocear España por
consenso. Tiempo al tiempo.
Dinero y Sexo. Somos
un país de bárbaros, a un instante de desaparecer. Ya lo decía mi
abuelo, (el único inteligente de la familia): "No hay más
verdad que Dios y un duro en la faldiquera". Más
sorteos, por favor, haber si hay suerte y podemos irnos a Andorra.
¡Ay de los que no puedan salir!
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