Por
Pablo Gasco de la Rocha.
Me importa poco la intencionalidad última, el dolo sin manifiesta
realidad jurídica punible, del documento periodístico-fotográfico
que Clemente Bernard ha presentado en el Guggenheim de Bilbao, y que
para muchos ha traspasado las fronteras de la licitud. Una ilicitud
que está más en la consideración de lo políticamente correcto,
esto es, de lo que se intenta olvidar y ocultar, que en la esfera de
lo punible-penal. Siendo, tan sólo, libertad de expresión
y realidad histórica. Pues, lo que hace el señor Clemente Bernard
con esta exposición visual, es recordarnos los años "del
plomo", esos años que se corresponden con las amnistías, los
perdones y los diálogos. Esos años en los que ETA era considerada
por la izquierda como un grupo de luchadores contra la oprobiosa
dictadura de Franco y por el restablecimiento de las libertades.
Esos años, en los que el Ejército se mantenía firme al desaliento
detrás de un jefe militar mellado.
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Desde estas consideraciones, las únicas que cabe hacerse, no me extraña
que muchos quieran que se retire la señalada exposición, pues pone
a muchos, incluidos a muchos de la Asociación de Víctimas del
Terrorismo, frente a su propia conciencia y responsabilidad, y al
Reino de España y a cada una de sus instituciones a los
pies del precipicio. Por eso no me extraña que el PP exija la
retirada de las fotografías, aunque seguro que, como ha pasado con
la Ley de Memoria Histórica, también en este asunto podría pasar
por algunas de ellas.
He dicho más arriba, y repito también ahora, que me importa poco la
intencionalidad última, el dolo sin realidad punible del documento
periodístico-fotográfico que Clemente Bernard ha presentado en el
Guggenheim de Bilbao, y que para muchos ha traspasado las fronteras
de la licitud, porque a partir de ahora, y para siempre, Clemente
Bernard será uno de los míos.
De todas formas, dicha protesta contra la exposición
es para mí la antesala de lo que se nos avecina, la quema de las
hemerotecas y de todo vestigio del pasado que pueda manifestar lo
contrario de lo que previamente consensuado deba decirse, sobre la
actitud y respuesta del Reino de España al terror que ha impuesto
ETA desde la muerte del Caudillo. Es decir, que también en este
caso habrá que articular otra "ley de memoria histórica".
Y es que, es impensable que la cobardía manifiestamente explicitada
por todos los Gobiernos del Rey no pase factura. Aunque de momento
sea sólo contra la verdad... una historia de asesinos y de cobardes
que el señor Clemente Bernard ha puesto de manifiesto expreso y
evidente mediante unas fotografías.
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