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Actualizada: 25 de Abril de 2.006.  

 
 
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 Biografía de Francisco Franco, (3ª parte).


  La Guerra Civil Española (I). 


Eduardo Palomar Baró.


Ante la trágica noticia del asesinato de Calvo Sotelo, Franco no vacila. Los días de Franco en aquella situación histórica, se pueden resumir así: 

14 de julio: Franco recibe en Santa Cruz de Tenerife al diplomático José Antonio Sangroniz, quien le informa de las últimas novedades. Franco acepta trasladarse a Tetuán, en un avión que llegará al día siguiente a Las Palmas. “Si el golpe fracasa –dice- la guerra civil será encarnizada y larga, los enemigos de España son muchos y poderosos”. 

15 de julio: Se reúne con jefes y oficiales allegados a los que da las últimas órdenes. 

16 de julio: El general Amado Balmes, comandante militar de Las Palmas, muere a consecuencia de un fatal accidente, al encasquillarse uno de los proyectiles de la pistola con que tiraba al blanco, disparándosele y perforándole la bala el estómago. 

Franco pide permiso al Ministerio de la Guerra y el 17 de julio de 1936 llega a Las Palmas desde su cuartel general en Santa Cruz de Tenerife para asistir, en representación del Gobierno, al entierro del general Balmes. Tras el sepelio, Franco se retiró al Hotel Madrid donde se había instalado con su esposa e hija.

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En la madrugada del 17 al 18, sus ayudantes le entregan un telegrama reexpedido desde Tenerife, con el siguiente texto: 

“Jefe Circunscripción Melilla a Comandante General Canarias. Este ejército levantado en armas se ha apoderado en la tarde de hoy de todos los resortes del mando en este territorio. La tranquilidad es absoluta. ¡Viva España! Coronel Soláns”. 

Franco se traslada a la Comandancia Militar, desde donde cursa este otro telegrama: 

“Comandante General Canarias a General Jefe Circunscripción Oriental de África (Melilla). Gloria al heroico Ejército de África. España sobre todo. Recibid el saludo entusiasta estas guarniciones que se unen a vosotros y demás compañeros península en estos momentos históricos. Fe ciega en el triunfo. ¡Viva España con honor! General Franco”. 

Momentos después ordenó se procediese a declarar el estado de guerra en las islas Canarias, difundiéndose al mismo tiempo el llamado manifiesto de Las Palmas, escrito de puño y letra por Franco, fechado a las 5 y cuarto horas del día 18 de julio de 1936. Es uno de los documentos de Franco más importantes y definidores de su pensamiento. 18 de julio: Franco confía la situación de las Canarias al general Luis Orgaz Yoldi y a las once y veinte de la mañana monta en un automóvil hasta un pequeño embarcadero. Ordena a un ayudante que diga a doña Carmen y a Carmencita, que “he salido a dar una vuelta y que las veré pronto”. Se despide de sus subordinados: “Fe, fe, fe; disciplina, disciplina, disciplina”. Un remolcador le conduce hasta las cercanías del aeródromo de Gando, donde le espera un avión De Havilland, “Dragon Rapide”, matrícula G-ACYR, de siete plazas, que había sido contratado por el corresponsal de “ABC” en Londres, Luis Antonio Bolin Bidwell, por encargo de Juan Ignacio Luca de Tena. A las dos y diez de la tarde del 18 de julio, Franco emprende el vuelo desde Las Palmas, tomando tierra africana a las 5 de la tarde en el aeródromo de Agadir, donde permanece un par de horas. A las 21 horas llega a Casablanca, donde pernocta en un hotel de la ciudad. En la madrugada del 19 de julio despega de Casablanca, llegando a las siete de la mañana al aeródromo de Tetuán, Sania Ramel. Por la noche, a través de Radio Tetuán, Franco divulga la siguiente proclama: 

“Al tomar en Tetuán el mando de este glorioso y patriótico Ejército, envío a las guarniciones leales para con su Patria el más entusiasta de los saludos. España se ha salvado. Podéis enorgulleceros de ser españoles...Tener fe ciega. No dudéis nunca. Firme energía, sin vacilaciones, pues la Patria lo exige. El Movimiento es arrollador. Ya no hay fuerza humana para contener. El abrazo más fuerte y el más grande. ¡Viva España!”. 

Aquella voz llegaría a la Península, pero al día siguiente, lunes 20 de julio, España quedaría dividida en dos bandos. Empezaba la guerra civil, esa guerra larga y difícil de la que había hablado Franco unos días antes.

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El paso decisivo del Estrecho se produce el 5 de agosto, desde Ceuta a Algeciras mediante un convoy con un total de unos 2.500 hombres. El relato oficial hecho por Franco y comunicado a la base naval de El Ferrol es el siguiente: “El día de ayer llevamos a cabo operación batida escuadra en el Estrecho y llegamos a Algeciras con un convoy de cinco barcos con material y tropas, acompañados por acción aérea y naval, un cañonero (El Dato), un torpedero (El 19) y un Uad. Acción aérea admirable y eficaz, logrando despejar camino. Pero ya en aguas inglesas, un destructor que se vio acosado por aviones, nos retrasó paso. Destructor desembarcó en Gibraltar, 18 muertos y 28 heridos graves hechos por nuestros hidros. Logramos que gobernador Gibraltar le obligase a hacerse a la mar. Llegaron otros barcos escuadra, que fueron ahuyentados por nuestros aviones, haciéndoles importantes blancos. Destructor ‘Lazaga’ acudió en auxilio barcos enemigos. Los demás fueron huidos. Hubo nuevo intento de ataque y cañonero ‘Dato’ puso en fuga al enemigo. La escuadra tuvo importantes bajas, con muchos muertos y heridos. Por nuestra parte no tuvimos ni una sola baja ni daños en el material. En el desembarco participó brillantísimamente actuación cañonero ‘Dato’, torpedero 19 y ‘Uad Kert’, que batiéronse con gran entusiasmo y eficacia, así como los hidros de la Marina, que hicieron importantes blancos a destructores, todos con eficacia. ¡Viva la Marina española!”

Desde el monte Hacho, al lado de la ermita de San Antonio, Franco presenció el paso de este convoy, que sería decisivo en la guerra civil, y al que se le llamó el ‘Convoy de la Victoria’. Inmediatamente después de llegar estos miles de hombres de Marruecos a la Península, se inicia el avance hacia el Norte con un objetivo: enlazar con las fuerzas del general Mola que domina hasta Cáceres y cuyas vanguardias han quedado detenidas en su avance sobre Madrid en los puertos de la sierra: Somosierra, proximidades de Navacerrada y Alto del León, rebautizado más tarde con el nombre de Alto de los Leones de Castilla. Mientras tanto, el general Varela consolida la situación en Granada, Córdoba, Huelva y Cádiz.

El 6 de agosto, el general Franco se traslada a Sevilla, es decir, al día siguiente del paso del convoy. Allí organiza las fuerzas marroquíes, con unidades de la propia Andalucía y forma la columna que avanzará hacia el norte, cuyo núcleo importante está formado por tres banderas de la Legión y un tabor de Regulares. A las órdenes de Franco, mandan estas fuerzas el teniente coronel Yagüe y los comandantes Asensio, Castejón y Tella. El objetivo de enlace con el Norte se logra el 10 de agosto con la toma de Mérida, después de un avance de unos 300 kilómetros. Cuatro días más tarde, el día 14, se libra feroz batalla en las murallas de Badajoz y es conquistada la ciudad por unos 3.000 atacantes, frente a unos 5.000 defensores. Franco sigue en Sevilla. El día 15 es izada por primera vez de manera oficial la vieja bandera rojo y gualda en Sevilla.

 

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En la segunda quincena de agosto, Franco se traslada a Cáceres, donde establece su cuartel general, para organizar el avance sobre Madrid. Desde Marruecos, el general Orgaz, que ha sustituido a Franco en el mando de esta zona, sigue enviando fuerzas a la Península, a pesar de que la Flota republicana se mantiene en el Estrecho. Los efectivos de Franco siguen aumentando. En estos días de agosto, Franco recibe una gran alegría personal. Su esposa y su hija llegan a Cáceres, después de haber permanecido separados desde el 18 de julio. Las dos salieron de Canarias y se trasladaron a Francia, donde permanecieron varias semanas, hasta poder reunirse en Cáceres, una vez unidas las dos zonas.

A lo largo del valle del Tajo, continúa el avance. El 21 de septiembre de 1936, las fuerzas del general Franco ocupan Maqueda, pueblo situado a unos 40 kilómetros de Toledo y a unos 70 de Madrid. A Franco se le presenta una disyuntiva: ¿Liberar el Alcázar o continuar el avance sobre Madrid? La resistencia del Ejército Rojo ha ido en aumento, lo que no parece aconsejar pérdidas de tiempo, pero en Toledo las noticias que llegan son angustiosas. En el día 18, cinco mil kilos de T.N.T. han volado el torreón suroeste y gran parte de la fachada oeste, mientras que los dos torreones y la fachada del norte están derribados a cañonazos, lo que quiere decir que los muros del Alcázar ya no constituyen un medio de defensa. Los víveres están al borde del agotamiento, y allí hay una guarnición de unos 1.150 hombres y cerca de 600 mujeres y niños que están sitiados desde el 22 de julio. Su epopeya es seguida día a día por la opinión mundial y se ha transformado en un verdadero símbolo, al ser el recinto cuna de la moderna Infantería española. En dos ocasiones, Franco les ha hecho llegar por mensajes desde avión palabras de aliento y la promesa de liberación.

El 22 de septiembre de 1936, Franco ordena: El Alcázar, antes que Madrid. Por enfermedad de Yagüe el general Varela asume el mando. Franco le da un plazo de 6 días para liberar el Alcázar. Con las columnas de Asensio y Barrón –el Tercio y Regulares- avanza sobre Toledo, ocupa el pueblo de Bargas y corta la carretera con Madrid al llegar a Olias. Anochece el 27 de septiembre, cuando las vanguardias de Varela llegan al Alcázar, después de feroz resistencia por parte de unos tres mil milicianos. El teniente Huertas, de Regulares, es el primero en entrar en el recinto y a los pocos minutos lo hacen unos legionarios. A primera hora del lunes, Moscardó pronuncia el histórico “Sin novedad en El Alcázar” ante el general Varela. Poco después llega Franco. El corresponsal del “Daily Express” relata así el momento: “Fue la escena más dramática que he presenciado en mi vida. Aquellos espectros humanos, medio muertos de hambre, oprimían entre sus manoa unas armas ya inútiles. No les había quedado nada, tenían que aprender a vivir de nuevo, y aún no se habían decidido a salir del escenario de su martirio. Entonces vieron a Franco. Muchos no le conocían, pero al oír «el general Franco», aquellas figuras volvieron a vivir como si por un resorte hubieran sido puestas súbitamente en movimiento. El nombre de Franco significaba tanto para ellos, estaba tan unido a sus padecimientos. Era el nombre en espera del cual habían resistido. Y en tonos agudos gritaban para expresar sus diversos sentimientos. Daban vivas, lloraban, abrazaban a los soldados. Fue un espectáculo inolvidable. Parecía que algunos habían perdido el juicio”.

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El pueblo de Burgos aclama al Generalísimo de las fuerzas nacionales.

  Decreto de Unificación.


  El nuevo Jefe del Estado habla a la Nación. Todo un programa.

El Movimiento no tenía una cabeza rectora. El lunes 20 de julio de 1936 murió en el campo de La Marhina, cerca de Cascaes (Portugal), el general José Sanjurjo, al despegar la avioneta que conducía el comandante aviador Juan Antonio Ansaldo, que había sido enviado a Lisboa por el general Mola, para que Sanjurjo se hiciera cargo de la jefatura, al menos nominal, del alzamiento.

En el Norte de España, operaba el general Mola, en Andalucía, Queipo de Llano y Franco mandaba el Ejército de África. Sólo en Burgos y para atender las necesidades administrativas más perentorias, funcionó desde el 24 de julio la Junta de Defensa, que presidía el general Miguel Cabanellas Ferrer y que estaba formada por los generales Emilio Mola Vidal, Fidel Dávila Arrondo, Miguel Ponte y Manso de Zúñiga y Andrés Saliquet Zumeta, así como por los coroneles Fernando Moreno Calderón y Federico Montaner Canet. El 1º de agosto se incorporó el capitán de navío Francisco Moreno Fernández, que fue promovido a almirante jefe de la Flota Nacional. Se imponía la necesidad de un mando único, que coordinase todas las operaciones militares y civiles de la zona. Durante agosto y septiembre, se había producido un desembarco republicano en Baleares, que comenzó el 16 de agosto y terminó con retirada el 20 de septiembre, y la necesidad de esa coordinación de mandos se hizo imprescindible.

El general Alfredo Kindelán Duany tomó la iniciativa. Según sus “Cuadernos de Guerra”, el 12 de septiembre, a las 11 de la mañana, se reunieron en un barracón del aeródromo de Salamanca, bajo la presidencia de Cabanellas, los generales Queipo de Llano, Orgaz, Gil Yuste, Franco, Mola, Saliquet, Dávila y Kindelán, así como los coroneles Moreno Calderón y Montaner. Tema: nombrar Generalísimo. A las 4 de la tarde volvieron a reunirse y Kindelán planteó el tema abiertamente, después de que Mola apuntase: “Si antes de ocho días no se ha nombrado Generalísimo, yo digo: ahí queda eso y me voy”. El primero en votar  fue Kindelán, quien dio además el nombre de Franco. Siguieron con la misma postura, Mola, Orgaz y todos los demás, excepto Franco que no dio nombre por tratarse de él, y Cabanellas que se mostró contrario al mando único -ya que era partidario de un triunvirato- y, por tanto, dijo que no debía votar por ninguna persona. Se acordó mantener en secreto el acuerdo y volver a reunirse. Pero esta reunión no llegaba y Kindelán se puso al habla con Nicolás Franco, Yagüe y Millán Astray, estando de acuerdo en que el cargo de Generalísimo se uniera el de la Jefatura del Estado. El día 27, Kindelán y Nicolás Franco redactaron el proyecto de decreto, y el lunes 28 de septiembre de 1936, Franco, Orgaz y Yagüe se trasladaron en avión a Salamanca, donde tuvo lugar en el mismo lugar, una segunda reunión. Kindelán leyó el proyecto de Decreto que en síntesis, preveía:

1º) Mando único. 

2º) Nombramiento de Franco como Generalísimo. 

3º) El cargo llevaría anejo la función de Jefe del Estado mientras durase la guerra. 

4º) Derogación de las disposiciones que se opusieran al decreto. Hubo discusión prolongada respecto al tercer punto, y se arbitró la fórmula de: “Jefe del Gobierno del Estado español y Generalísimo de las fuerzas nacionales de Tierra, Mar y Aire”.

El 29 de septiembre, el Decreto era publicado por la Junta de Defensa de Burgos y el 1º de octubre, en Capitanía General de la ciudad burgalesa, Franco recibía el mando de manos del general Cabanellas. 

“Ponéis en mis manos –dijo Franco- a España, y yo os aseguro que mi pulso no temblará, que mi mano estará siempre firme, elevaré a la Patria a lo más alto o moriré en el empeño”. 

En la calle, millares de personas aclamaron por primera vez a Franco como Caudillo.

Primer Gobierno de Franco, constituido en Burgos el 30 de enero de 1938.

El general Cabanellas fue nombrado inspector general del Ejército y una vez disuelta la Junta de Defensa que se vio sustituida por una Junta Técnica del Estado, a modo de Gobierno, con la siguiente formación: Presidente: Fidel Dávila Arrondo. Gobernador General: Francisco Fermoso Blanco. Secretario de Guerra: Germán Gil Yuste. Comisión de Hacienda: Andrés Amado. Justicia: José López. Comercio y Abastos: Joaquín Bau Nolla. Industria: Juan Antonio Suanzes. Agricultura y Trabajo: Alejandro Gallo. Instrucción Pública: Romualdo de Toledo. Cultura y Enseñanza: José Mª Pemán Pemartín. Obras Públicas y Comunicaciones: Mauro Serret. Secretario General: Nicolás Franco Bahamonde. Secretario de Relaciones Exteriores: Francisco Serra Bonastre.

 

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Retrato dedicado, fechado el 25 de octubre de 1936.

El 6 de octubre de 1936 se reanudó la ofensiva hacia Madrid, en todo el frente del Tajo, a lo largo de más de cien kilómetros de frente. Uno a uno van cayendo todos los pueblos de la zona, pero es evidente que la resistencia republicana va en aumento. El día 10 de octubre es Cebreros, poco después Illescas y el 21, Navalcarnero. El 4 de noviembre las fuerzas de Franco están en Getafe y Cuatro Vientos, cuyos aeródromos han sido ocupados. El mando directo del ataque frontal a Madrid lo asume Mola y el mando de la agrupación de tropas, Varela. El centro y ala derecha de los atacantes, que se mueven en el sector de Carabanchel-Villaverde, está formado por las unidades que manda Delgado Serrano, Barrón, Tella y Monasterio, mientras que el ala izquierda, el que va a moverse por la Casa de Campo, hacia la Ciudad Universitaria, por Castejón y Asensio.

La lucha en estos días decisivos se desarrolla así:  

6 de noviembre. Orden de avance sobre Madrid, con fuego artillero y bombardeos aéreos que duran todo el día y toda la noche.

7 de noviembre. Frente con feroz resistencia, avance general hasta el río Manzanares, que es alcanzado en varios puntos. El plan de operaciones cae en manos de los republicanos, que lo encuentran en el cadáver de un oficial de enlace. Por este plan de operaciones, el Estado Mayor republicano, que dirige Vicente Rojo Lluch, conoce como se va a desarrollar el ataque a Madrid, los objetivos inmediatos y los efectivos con que cuentan los atacantes. Todas las fuerzas republicanas son concentradas en estos lugares.  

8 de noviembre. La resistencia es encarnizada. Las líneas han sido extendidas a lo largo del Manzanares; se alcanza el Puente de los Franceses y sigue la lucha en la Casa de Campo.

9 de noviembre. Mola moviliza refuerzos y concentra sus tropas en la Casa de Campo. Contraataques republicanos.

10 de noviembre. Mola ordena nuevo ataque, esta vez concentrando sus fuerzas en un solo sector: el inmediato a la Ciudad Universitaria. Llega a Madrid la XI Brigada Internacional, mandada por el general nacionalizado soviético, Emilio Kleber y que tiene por comisario político a Mario Nicoletti. Sucesivamente llega la columna Durruti. Cae mortalmente herido el 19 de noviembre de 1936, Buenaventura Durruti, falleciendo el día 20 en un sector de la Ciudad Universitaria próximo al hospital Clínico. También actúan la XII Brigada Internacional y otras españolas.

11, 12, 13 y 14 de noviembre. Continua la lucha con ataques y contraataques. Las fuerzas de Varela logran cruzar el Manzanares y avanzan palmo a palmo.

15 de noviembre. Ocupación de un sector de un kilómetro a lo largo del Manzanares, irrupción amplia en la Ciudad Universitaria, ocupación de varios edificios y llegada al Hospital Clínico, que es ocupado. En esta cuña, se combate ya en el parque del Oeste, y la situación se hace crítica para Madrid. Pero lo cierto es que los atacantes no disponen de reservas.

En Salamanca, con la tristeza de la tragedia española, moría el 31 de diciembre de 1936, el filósofo, escritor y catedrático de Lengua Griega, Miguel de Unamuno y Jugo, el cual momentos antes de fallecer, le dijo a su amigo falangista Bartolomé Aragón: “¡Dios no puede volverle la cara a España! España se salvará porque tiene que salvarse”.

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Durante todo el invierno de 1936-1937, Madrid continuó siendo el objetivo de Franco. Así, el 14 de diciembre se inició un nuevo ataque en el frente noroeste de Madrid. Para reforzar el otro ala del frente, el del sudeste, fue desencadenada nueva ofensiva que apuntaba a la carretera de Valencia. Los resultados de la ofensiva son semejantes a los de la carretera de La Coruña. El frente de Madrid se ha consolidado, pero la decisión no llega.

 

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La ofensiva de Guadalajara comenzó el 8 de marzo de 1937. Los italianos ensayarían la “guerra relámpago”, a base de unidades motorizadas. Los cuatro primeros días les fueron totalmente favorables. Una decena de pueblos caerían en sus manos hasta llegar más allá de Brihuega y Torija, muy cerca de Guadalajara. El 14 de marzo se produjo la reacción de las Brigadas Internacionales, muy concretamente de los italianos que combatían con la República. El mal tiempo, unido a una baja moral del Corpo Truppe Volantarie, tropas italianas al servicio del bando Nacional y mandadas por el general Mario Roatta, permitieron que la balanza se inclinara a favor de los republicanos. Las divisiones italianas de Roatta emprendieron una rápida y desorganizada retirada, abandonando en su huida gran cantidad de material bélico. A la altura de Padilla de Hita y Alaminos, se estableció una línea de contención a cargo de la División Soria mandada por Moscardó.

 

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19 de abril de 1937, Franco era también Jefe Nacional del nuevo partido único.

Ramón Serrano Suñer, antiguo diputado de la CEDA, que había evolucionado hacia el falangismo por su relación con José Antonio Primo de Rivera, logró escaparse de Madrid y embarcar en Alicante con rumbo a Marsella, desde donde salió con dirección a Hendaya-Irún, llegando al final a Salamanca, donde su concuñado, el general Franco, había instalado su cuartel general. Ambos decidieron la unificación de Falange Española con la Comunión Tradicionalista. Manuel Hedilla Larrey, que había sido elegido jefe de la Junta de Mando Provisional de Falange, al estar José Antonio preso en Alicante, fue arrestado y condenado a dos penas de muerte, acusado de oponerse a la Unificación y de cursar un telegrama que, de haber sido redactado por él, podría considerarse como indisciplina. Hubo otras detenciones de dirigentes falangistas, que más tarde quedarían en libertad. A Hedilla se le conmutarían las penas, aunque no conocería la libertad hasta pasados bastantes años.

El 19 de abril de 1937, se publicó el Decreto de Unificación, por el que Franco se convertía en Jefe Nacional del nuevo partido único, al que serían incorporados todos los sectores políticos que habían participado en el Movimiento del 18 de julio. Franco reunía así en sus manos todos los poderes: el militar, como Generalísimo; el ejecutivo, como Jefe del Gobierno y de hecho Jefe del Estado, y el político como Jefe Nacional del partido único.

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Esta actuación política coincide, en escasa diferencia de meses, con algo que sería trascendente en lo militar: la creación, en diciembre de 1936, de las Academias de Alféreces Provisionales, a cargo del general Luis Orgaz Yoldi. De ellas saldrán unos mandos intermedios que serán decisivos en la marcha de la guerra y consolidación del ejército de Franco.

A las órdenes de Mola actuaron alrededor de 45.000 hombres, entre los que figuraban esencialmente, las Brigadas Navarras mandadas por García Valiño, Cayuela, La Torre y Alonso Vega, una división y una brigada italiana y, poco después, las Brigadas Navarras de Juan Bautista Sánchez González y Bartomeu, con el apoyo aéreo de la Legión Cóndor.

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Al estallar la contienda, se encontraba en El Ferrol, poniéndose la tripulación de parte del Gobierno republicano, amotinándose contra la oficialidad, pero el capitán de navío Francisco Moreno Fernández consiguió apoderarse del barco y desalojar a la tripulación, incorporando el “España” al bando Nacional. Actuó en la campaña del Cantábrico y el 30 de abril de 1937 chocó con una mina que le abrió una gran brecha, hundiéndose y siendo salvada su tripulación por el destructor “Velasco”.    


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