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Actualizada: 21 de Agosto de 2.007.  

 
 
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 La teoría de la conspiración

- o la guerra abierta contra la unidad de España-


Por Pablo Gasco de la Rocha.


Llamase conspiración a la acción de conspirar, que en sentido real refiere al efecto de poner en practica acciones o propósitos tendentes a conseguir un fin. Una maniobra que en los últimos veinticincos años tiene dos referentes claros, y que en la actualidad, propicia el "bando independentista" con movimientos tendentes a crear un gran partido de centro. Propósito en el que están comprometidos destacados dirigentes nacionalistas vascos y catalanes que trabajan contrarreloj para conseguir el propósito último que les anima: la independencia de Vascongadas y Cataluña.  

El fracaso o la crisis de la izquierda española, incapaz ya de seguir sosteniendo un discurso liberal, pues ni siquiera le vale la degradación moral a la que han sometido a la sociedad española con todo tipo de leyes, y el posicionamiento del PP hacia un españolismo sin complejos, es el argumento que se aprovecha sobre la base de la crispación y del radicalismo a la búsqueda del espacio centrista. Una operación de enorme calado, por cuanto ese espacio centrista, que es un espacio que se utiliza en función de movimientos estratégicos, es un espacio que vende prudencia, sensatez y moderación.  

La teoría de la conspiración, que tiene su primera manifestación clara en el llamado "golpe de Timón" que propicio el 23-F de 1981 y que consiguió parar el auténtico golpe de Estado, anunciado para la primavera de ese mismo año, cuando "florecieran los almendros", fue repetida años más tarde, cuando nuevamente la crisis política puso en muy serio peligro la estabilidad institucional de España durante la década prodigiosa de la corrupción socialista dirigida por el "señor X", Felipe González, con la denuncia puesta en circulación por ese cónsul sin credenciales de la Corona que es Ansón, el canelo fino, que temía que la crisis terminase por contaminar a la Corona. Una crisis que se saldó con la inmunidad del PSOE y de sus máximos dirigentes, y con el otorgamiento del estatus de académicos de la Real Academia Española a los directores de los periódicos en liza: El País y ABC, señores José Luís Cebrian y Luís Maria Ansón.  

En la actualidad, y sobre el objetivo encubierto de la independencia, Arturo Más y Jesús Juan Imaz –presidentes de CiU y PNV-, vuelven a la teoría de la conspiración utilizando convenientemente el argumento de la necesidad de dar una respuesta ante la crispación a la que se han abocado los dos grandes partidos, argumentando que les sirve para proponer la creación de una gran y nueva opción nacional de centro. Una operación política que busca sencillamente articular definitivamente los Estatutos: el de Cataluña, pendiente todavía de las consideraciones legales del Tribunal Constitucional, y el Vasco, imposible de ratificar en su actual redacción, que situaría la desmembración definitiva de España en el punto de mira a diez años vista.  

De ahí, pues, que quienes han diseñado la operación busquen un amplio consenso, una "gran federación de partidos" de tendencia moderada entre las formaciones regionalistas minoritarias: Coalición Canaria, el Partido Aragonés Regionalista, el Partido Riojano y Unión Mallorquina entre otros. Un partido de tamaño medio, que juegue de papel bisagra para garantizar el logro de sus objetivos disimulados, el independentismo, bajo el grandilocuente término de buscar la gobernabilidad de España ante el fracaso del entendimiento entre el PSOE y el PP, al que ellos, convenientemente, dan en llamar izquierda y derecha como forma de utilizar el centro, o lo que es lo mismo, la prudencia, la sensatez y la moderación.

Propósito que ha creado una nueva situación política, al menos en el PP, que se ve impelido a moverse estratégicamente al centro, y cuyos resultados, puestos en evidencia, son la necesidad de una nueva configuración directiva en sus cuadros medios y los guiños que ya se le han hecho al independentismo por destacados dirigentes considerados derechistas, como Esperanza Aguirre, para buscar pactos y compromisos de encuentro. Que es el precio que el PP está dispuesto ha pagar para que la desmembración de España se produzca lo más tarde posible.

Una situación que se produce con un Ejército cuyos efectivos más determinantes se encuentran fuera de nuestras actuales fronteras, defendiendo que no se rompan otras naciones, que esa es otra de nuestras grandes paradojas nacionales.       

Y como toda formación necesita un líder, ahí andan los nombres de José Bono y Alberto R. Gallardón sonando más que de costumbre, pues tanto el mendrugo como el verso suelto se dejarían querer por un proyecto de tales dimensiones y características en el que ellos, finalmente, podrían ser Jefe del Gobierno.


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