Por
Pituca.
En la
XXXIX Asamblea plenaria de la Conferencia episcopal española los
obispos aprobaron con 58 votos a favor y dos abstenciones el mensaje
“vosotros sois la luz del mundo”, con motivo de la
beatificación de los 498 “mártires del Siglo XX” en España.
Es cuanto menos chocante que la Conferencia Episcopal, ante
mártires de idénticas características llamé a los ya
beatificados “mártires
de la Guerra Civil” y a estos últimos “mártires del Siglo
XX”. También es para pensar el por qué los obispos no han
querido que las beatificaciones se realicen, como viene siendo
normal en este pontificado, en el país de origen de los futuros
beatos, en este caso España.
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Pero lo más increíble ha sido el
comunicado del Secretariado Diocesano de Justicia y Paz de Bilbao,
dependiente de la diócesis vizcaína, en contra de la próxima
beatificación, en donde tilda la medida como “el error más grave
y pernicioso para una adecuada recuperación de la memoria histórica”,
acusando al Episcopado de “utilizar a una víctimas de la Guerra Civil, como tantas otras víctimas,
para deslegitimar a una forma diferente de hacer memoria histórica”.
Por lo que se ve no pueden aguantar que el mundo se entere de lo que
de verdad sucedió en nuestra Patria en esos años cruentos, en
donde los hombres de buena fe eran perseguidos, ultrajados,
torturados y asesinados por el simple hecho de ser católicos y no
querer renegar de ello. Estas beatificaciones, por supuesto, vienen
a poner en entredicho esa manera “diferente” que últimamente
quieren imponer de “recuperación de la memoria histórica”,
inventando un mundo al revés en donde los verdugos, las fuerzas políticas
del Frente Popular, son presentadas como víctimas. Fuerzas que
constituían la izquierda socialista y comunista y el nacionalismo
separatista y que fueron las que persiguieron a la Iglesia y
realizaron un verdadero genocidio de masas. La II República intentó
deliberadamente exterminar a la Iglesia y a los católicos de España.
Eso no se puede ocultar por más tiempo, pues es una verdad
demostrable y atroz.
Tenemos que tener presentes las
palabras de Ricardo de
la Cierva: “Nadie nos puede prohibir los mártires. Quien, entre
nosotros, y desde su misma fe, reniega de ellos los somete a un
segundo martirio y comete un crimen abyecto de cobardía
moral…negar nuestros mártires es un anacronismo; prohibirlos
puede ser mala conciencia”.
Para que un
mártir suba a los altares no necesita hacer ningún milagro, sólo
que haya sido asesinado por “odio a la fe”, y en la Guerra Civil
fueron perseguidos
por ser católicos, curas, monjas, frailes y cientos de miles de
seglares creyentes. Se les pidió renunciar a su fe, y ellos se
mantuvieron firmes en ella y en su amor a Cristo. Se pretendía
borrar la fe y toda huella religiosa, en aras de una ideología
materialista, marxista y laicista, llena
de odio contra Dios y contra la Religión. Ese odio, con el tiempo,
aún persiste y no puede soportar el que se haga justicia a los Mártires
que al grito de ¡Viva Cristo Rey! perdonaron a sus verdugos
mientras caían fusilados, muchos de ellos, en Paracuellos. Verdugos
a los que ahora la inventada “memoria histórica” quiere elevar al puesto
de héroes.
El 28 de octubre próximo, los
498 mártires se sumarán a los 479 beatificados. Nos encontraremos con 977
mártires beatos, de los cuales 11 ya han sido canonizados. Estos
son una mínima parte de los perseguidos y asesinados por odio a la
fe, antes y durante la Guerra Civil,
por los rojos. En la obra “Historia de la Persecución
religiosa en España. 1936-1939” de Antonio Montero Moreno aparece
la siguiente estadística de asesinados por motivos religiosos: .-Clero secular, incluidos
seminaristas: 4.184.-Religiosos: 2.365.-Religiosas: 283. En Total
6832… En ella no están incluidos los sacerdotes, religiosos o
seminaristas muertos en los frentes ni los fallecidos en prisión,
salvo en los casos en que la muerte fue efecto de torturas
conocidas.
Estas beatificaciones tienen que ser sólo
el principio, pues como dijo el Padre Ángel Garralda: “Es una
apostasía cobarde de quienes se avergüenzan de sus mártires poniéndoles
la losa del silencio por razones de oportunidad política. La
Iglesia del silencio por razones de oportunidad política no puede
ser la verdadera Iglesia de Cristo”. Estamos en el buen camino,
aunque han tenido que pasar más de setenta años…esperemos que
muy pronto se llegue al final de él. La sangre de esos mártires
demanda Justicia por encima de tibiezas, mentiras y componendas
cobardes.
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