Por
Dr. Manuel Clemente Cera.
En el transcurso del siglo XX han tenido lugar
importantísimos acontecimientos científicos, tecnológicos y políticos,
que han modificado sustancialmente el itinerario tradicional de las
centurias precedentes. Algunos de los espectaculares cambios, podían
intuirse en la segunda mitad del siglo XIX por los descubrimientos
de las últimas décadas, sin llegar a sospechar los inimaginables
logros conseguidos, como la posibilidad de acceder libre y fácilmente
a todo tipo de información. Con indudable acierto ha sido
denominado por científicos eminentes “El Siglo de la Ciencia”.
En otro aspecto, se
ha catalogado teóricamente como la época de la democracia y la
exaltación de los derechos humanos anteriormente cercenados, sin
traducción práctica ostensible.
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Tan sorprendentes
avances, se proyectaron rápidamente sobre determinadas áreas del
conocimiento, perfectamente estructuradas, como la enseñanza, en régimen
de separación de sexos, desde tiempo inmemorial, indiferente a los
aludidos cambios, al no aportarle novedades útiles y valorables la
preconizada coeducación, actualmente establecida y generalizada en
Occidente. Este modelo educativo mixto, aparece por primera vez en
Estados Unidos de América por razones económicas. Tuvo sus
principales defensores en Channing y Horacio Mann en la primera
mitad del siglo XIX, propagándose rápidamente por otros países.
La primera escuela de este tipo fundada en Europa fue la Palmgreuska
Samskolan de
Estocolmo.
Durante
la guerra civil española, una de las primeras medidas adoptadas en
la zona republicana fue la coeducación. En el pueblo de la
provincia de Huesca donde nos sorprendió el conflicto bélico, en
los primeros días del Alzamiento, nos mezclaron a los chicos y las
chicas en la misma clase bajo la tutela del maestro y la maestra
conjuntamente.
La
enseñanza que hasta esta infructuosa coyuntura fue altamente
positiva, con óptimos resultados académicos entre los alumnos más
aventajados, descendió en términos generales a simas alarmantes.
Como consecuencia de este novedoso experimento educativo, se atenuó
la rigurosidad y disciplina académica, así como el interés por el
alumnado. Democratización en la escuela sin preparación previa,
fruto de la improvisación. Los docentes entretenidos en sus
charlas-flirteos, y los escolares, más pendientes del sexo opuesto
que del estudio de las matemáticas y la gramática. Al término de
la conflagración fratricida con el triunfo de los nacionales, las
aguas volvieron a su cauce durante algunos años.
Con
la instauración de la democracia en España al fenecer por ley
natural el antiguo Régimen, hace poco más de tres décadas, fuimos
aproximándonos paulatinamente a Europa, llegando a formar parte de
la Comunidad Europea con plenitud de derechos, adoptándose
finalmente la moneda única.
Al
propio tiempo, la sociedad va evolucionando en varios aspectos,
impulsada por las normas internacionales al uso. Se ensaya de nuevo
la educación mixta con nuevas perspectivas -que
había fracasado en los primeros intentos durante los años treinta-,
practicada y admitida universalmente, fomentada y apoyada a su vez
por la Administración del Estado. Orientación pedagógica
actualmente generalizada, hasta el punto de que en nuestros días
resulta extraordinariamente difícil a los padres, conseguir un
Colegio para sus hijos donde se imparta la enseñanza en régimen de
separación de sexos, incluso en las grandes capitales. Si existe
alguno, suele ser confesional, alejado e inaccesible para
determinadas economías.
Tras
varios años de experiencia con este modelo educativo, que nosotros
habíamos cuestionado desde el principio con fundamento de causa, a
pesar de que nuestro querido y erudito amigo el ex ministro Gonzalo
Fernández de la Mora, nos aconsejó no insistir sobre un hecho
consumado, surgen las primeras decepciones de los expertos mundiales
en la docencia, atribuyendo el fracaso escolar creciente a la
educación mixta.
La
instauración de esta corriente pedagógica universal fue fruto de
la improvisación y precipitación, adoleciendo de un riguroso análisis
sobre las diferencias psicobiológicas de ambos sexos, que marcan
comportamientos y trayectorias diferentes en el estudio y ulteriores
resultados.
Independientemente
de los conocimientos cada vez más profundos y exhaustivos en
antropología, neurología y bioquímica, que ratifican la
conveniencia de advertir las diferencias de género en el curso del
aprendizaje, la experiencia diaria ha demostrado, que el
aprovechamiento de la enseñanza es superior, cuando se imparten las
clases en régimen de separación de sexos hasta que finaliza la
etapa de enseñanza media.
El
adolescente se esfuerza, concentra y compite con más vigor en las
materias que estudia, al soslayar las naturales inclinaciones y
distracciones inherentes a la educación mixta.
Recientemente,
ha tenido lugar en Hospitalet de Llobregat (Barcelona) el primer
congreso internacional de educación diferenciada. Más de 500
expertos educadores de 21 países, debatieron durante varias
jornadas sobre la conveniencia de formar a chicos y chicas
separadamente, insistiendo en la necesidad de seguir realizando
estudios científicos en esta dirección.
Concluyen
los doctos en la materia, que debe enriquecerse el panorama
educativo, garantizando a las familias una mayor diversidad de
opciones educativas, afirmando que imponer un modelo único es
regresivo y empobrecedor. Nosotros añadimos, y antidemocrático.
Los
chicos y las chicas crecen a un ritmo diferente. Se desarrolla antes
en las mujeres las habilidades en el lenguaje, mientras que la
memoria espacial madura primero en los varones, por consiguiente,
tienen necesidades distintas en el aprendizaje.
“Los
chicos y las chicas tienen marcadas diferencias físicas y psicológicas
y, por ello, deben ser educados de modo diferente”, según la
tesis del psicólogo y médico familiar Leonard Sax, en su libro
publicado en el año 2005 en Nueva York.
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