Que un grupo de
asesinos en una sociedad supuestamente moderna tenga un brazo político
legalizado por el partido en el poder, deja a uno desconcertado.
Pero que además, ésta decisión esté apoyada por otros tantos
partidos políticos radicales y separatistas, se te cae el alma a
los pies. Y que de las arcas del estado se esté pagando a los
miembros del brazo político asesino, es algo de vergüenza en el
siglo XXI. Pero más de vergüenza ajena, es que el presidente del
gobierno llame a los asesinatos “accidentes”, a su cabecilla
“hombre de paz” y que “dialogue” con asesinos; esto está
sucediendo actualmente en España.
Pero ya se sabe, por
mucho que se empeñe nuestro presidente “bullanguero” en querer
dialogar con una jauría de asesinos, éstos el único lenguaje que
expresan: asesinar y limitar las libertades de las personas, creando
terror en la sociedad; lenguaje poco propicio para una sociedad
supuestamente moderna, a no ser que volvamos a la ley del Oeste, si
el Estado no nos defiende de los asesinos, estar preparado con la
pistola en la cartuchera para defenderse del posible agresor.
Con este lenguaje
han vuelto a expresarse los asesinos, en la madrugada del jueves
(17/04/2008) a las 6:00 horas de la mañana, haciendo explotar una
bomba compuesta por cinco kilos de explosivo, en la Casa del Pueblo
del PSE-EE del barrio bilbaíno de La Peña, provocando siete
heridos leves y multitud de destrozos materiales en la zona.
Este atentado
terrorista realizado por la ultra-izquierda, está teniendo como
siempre “vagas” condenas de los politicastros de la autonomía
Vasca y de los partidos de izquierda, es decir, condenan el atentado
en los medios de comunicación, para salir del paso y quedar bien,
pero en el fondo les da igual los muertos, los heridos, los
desperfectos, etc... continúan
desde el silencio de sus despachos y sus alfombras apoyando al brazo
político (ANV) de éste enjambre de asesinos, empezando por varios
pueblos donde gracias al PNV, IU y a la complicidad silenciosa del
PSOE están gobernando sus alcaldías, varias ciudades y pueblos
tienen dedicadas calles y plazas a los asesinos, y todavía nadie a
ilegalizado y sacado de las instituciones del Estado a los cómplices
políticos de los asesinos.
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