¿Fue
necesario aquel Alzamiento? ¿Rompía la legalidad vigente?
¿Fue un simple golpe de fuerza contra un gobierno democrático
legalmente constituido? ¿Qué razones tienen las izquierdas
y el Parlamento para condenar el franquismo? ¿También el
Parlamento Europeo? ¿Es cierto que la reacción del
“pueblo” hizo fracasar el golpe?
Para
responder a algunas preguntas de este estilo, deberíamos
remontarnos a los últimos días, por así decirlo, de la
Monarquía que cayó en abril de 1931.
En
ese mes de abril, tuvieron lugar unas elecciones
municipales, para formar nuevos ayuntamientos lógicamente.
El día 5, se realizó la primera fase de éstas, los
resultados fueron más de14.000 concejales monárquicos y
menos de 2.000 republicanos; en la segunda fase, el día 12
del mismo mes, los votos emitidos, dieron lugar a menos de
6.000 concejales republicanos frente a más de 22.000
concejales monárquicos.
Se
dijo que la victoria republicana había sido en las grandes
ciudades, y que un concejal republicano de Madrid tenía más
votos detrás que el concejal monárquico de un pequeño
pueblo provinciano. Podría ser cierto, parece razonable,
pero la mayoría aplastante monárquica deja sin validez
este razonamiento, que debería haberse tenido en cuenta en
caso de empate, y no cuando los monárquicos cuadriplicaban
a los republicanos. Además éstas eran elecciones
municipales, y no a Cortes, ni siquiera un plebiscito entre
monarquía y república como se ha dicho. Aún así se
interpretó como un triunfo republicano y se proclamó la
república.
Con
los datos anteriores, puede afirmarse que la II República
no estaba legalmente constituida y como consecuencia, el
alzamiento militar fue contra un sistema al que se le podría
dar cualquier calificativo menos el de legalmente
constituido. En cuanto a democrático, dejaba mucho que
desear, aunque insisto, que un sistema sea democrático no
implica que sea el mejor ni el más justo, pero como hoy en
día los políticos se llenan la boca con palabreríos del
tipo de democracia parlamentaria, conviene profundizar en
este aspecto. En las elecciones de 1933, ganaron las
derechas, pero el señor presidente de la república, Niceto
Alcalá Zamora, en un acto de talante democrático y de
legalidad, se negó a entregar el poder a la CEDA, el
partido mayoritario en las Cortes, y lo entregó a un
partido de centro, el Partido Radical de Alejandro Lerroux.
Cuando
Gil Robles, líder de la CEDA, reclamó en octubre la
entrada en el gobierno, sin exigir ni siquiera la
presidencia de éste, el PSOE y algunos partidos más (entre
ellos Esquerra Republicana de Cataluña) se alzaron en armas
contra este gobierno, que sí estaba legalmente constituido,
dentro de la ilegal II República entonces impuesta en España.
Otro acto de manifestación democrática de parte de las
izquierdas. La actuación del gobierno de entonces fue la de
llamar al general Franco, para que les sacase las castañas
del fuego, y Franco cumpliendo con su deber venció a la
revolución socialista que se había desatado. Tiempo más
tarde, Salvador de Madariaga, republicano él, afirmó que
esta sublevación, quitó a las izquierdas españolas toda
fuerza moral para condenar el “18 de Julio de 1.936”. Aún
así, las izquierdas desprovistas de fuerza moral (y de todo
lo que tenga que ver con ella), condenan el 18 de julio,
pero no recuerdan que fueron ellos los primeros en
sublevarse, contra la república que ellos habían
constituido.
Alcalá
Zamora, a la sazón de presidente de la república, volvió
a disolver las cortes (a instancias de las izquierdas), ante
la disolución del Partido Radical y así evitar la entrega
del poder a las derechas. Otro ejemplo de talante democrático.
Pero esta vez el propio presidente saldría mal parado de
sus acciones.
Se
convocaron elecciones a Cortes para febrero de 1.936, a las
que se presentaron dos grandes coaliciones. El Bloque
Nacional, formado por las derechas, y el tristemente famoso
Frente Popular. Las elecciones dieron la victoria por un muy
estrecho margen al Bloque Nacional, pero en otro “arrebato
democrático” el Frente Popular hizo votar a los muertos,
falseó actas y destruyó urnas. Sacó a sus milicias a la
calle para imponer “su victoria en las elecciones” y así
fue, el Frente Popular se salió con la suya, formó
gobierno.
A
su vez, las Cortes un tiempo después destituían al
presidente de la república por haber disuelto las Cortes
anteriores de manera injustificada por segunda vez, con lo
cual se quitaban a ellas mismas toda legitimidad que podían
tener, puesto que procedían de la decisión de Alcalá
Zamora.
Desde
el gobierno, el Frente Popular se encargó de preparar la
revolución “a la rusa”y como consideraban al presidente
un estorbo lo sustituyeron por otro más afín: Manuel Azaña.
A
partir de entonces, la justicia se imponía en la calle
mediante la violencia de las milicias izquierdistas, las
iglesias eran reducidas a cenizas, y los asesinatos estaban
a la orden del día. Mientras el gobierno, no hacía nada
por impedirlo. Se estaba fraguando la revolución marxista.
Con
lo expuesto hasta ahora, queda claro que ni la legalidad
existía, ni el régimen era legal, ni la democracia era
tenida en cuenta cuando no favorecía a las izquierdas. Así
como tampoco quedan razones a la izquierda actual para
condenar el 18 de Julio si no condenan antes, por orden
cronológico, Octubre del 34.
Ante
esta situación de fondo, queda totalmente justificado un
Movimiento que pretendiera reestablecer el orden en nuestra
Patria y devolvernos la Identidad Nacional.
Este
Movimiento Nacional fue encabezado por el Ejército,
salvaguardia de lo permanente y columna vertebral de la
Patria, pero fue secundado por el sano Pueblo Español, que
era su mayoría. Aunque ahora las izquierdas quieren hacer
entender que el Pueblo estaba con ellos, mienten, lo que
ellos llaman pueblo no lo debemos entender como tal, sino
como los afiliados a los sindicatos y partidos de
izquierdas, ése era el pueblo que les apoyó, y no el
Pueblo Español, que estaba dormido pero supo despertar ante
las amenazas “rusificantes” que pretendían destruir
nuestra Patria. Y el golpe fracasó gracias a los tibios, a
los indecisos mandos del Ejército que no se sublevaron o
que lo hicieron demasiado tarde, puesto que el pueblo sano
se rebeló entero y en bloque contra la inminente revolución
comunista. Además los sindicatos izquierdistas, no habrían
tenido nada que hacer en los primeros momentos, de no haber
sido por aquellos militares, traidores a España, que no
secundaron el alzamiento que emplearon malintencionadamente
parte del Ejército y de la Guardia Civil contra sus propios
compañeros para permitir que España se volviera comunista.
Quede
así claro, que el Alzamiento Nacional, fue un golpe de
fuerza, de eso no cabe duda, pero no fue contra un gobierno
legalmente constituido, ni tan siquiera democrático, por
mucho que hoy se insista en ello; que no rompía la
legalidad entonces vigente, porque no existía; fue un
movimiento para evitar la llegada del comunismo a España,
para evitar que nuestra Patria fuera un satélite de la
Rusia soviética, y sobre todo hay que decir que el Pueblo
Español (no los partidos de izquierda) lo recibió con
agrado y se sumó a
él.
¡Honor
y Gloria a los que dieron su vida por Dios y por España!
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Frente
a la revancha, justicia..., por Pituca.
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Los
puentes hacia la libertad, por Almirante.
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Franco,
escudo de demócratas, por Ricardo Pardo
Zancada.
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18
de Julio de 2006, por Jakim Boar.
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18
Julio, 70 años después, por Jaime Pérez.
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El
Alzamiento en Málaga, por Eduardo.
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Setenta
años después, por Rafael.
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Gracias,
por J. Esteban.
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La
necesidad y justificación de aquel día, por
Miquel Ángel.
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Cruzada
espiritual de Occidente, por Pelayo.
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Alzamiento
Nacional, por Quique.
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El
eco de un pueblo, por Pedro.
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El
18 de Julio y el cabezazo de Zidane, por
Antonio.
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Caminos
a lomos de Gigantes, por Rafael. |
Especial
18 de Julio de 1936.
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