Por
Pablo Gasco.
Creación del problema vasco.
Tras la muerte de Franco, cuyo régimen, pese a la presión
internacional y a la oposición de la izquierda, no perdió la sana
costumbre de fusilar a los terroristas al amanecer, ETA, agrupada en
torno a la Coordinadora Abertzale Socialista, KAS, redobla su acción
criminal con el doble objetivo de independizarse de España y hacer
nacer un Estado vasco-socialista-reunificado (Álava, Guipúzcoa,
Vizcaya, Navarra y territorio vasco-francés)
Dividida en "político-militar" y "militar", ETA,
que lo era todo, emprende una carrera criminal sin
precedentes en Europa, no tanto por la escalada de terror a la que
sometía a toda una nación, y que de forma ininterrumpida ha
seguido haciéndolo hasta la fecha de hoy, sino por el modo en qué
era combatida por parte del Estado español; que ni siquiera
contemplo la posibilidad del cumplimiento integro de las condenas
para los terroristas hasta la segunda legislatura del Gobierno del
PP dirigido por José María Aznar, una vez éste dejó de necesitar
el apoyo de los cómplices de ETA, el "nacionalismo vasco
democrático". Pero ETA, que no hubiese podido sobrevivir sin
apoyos exteriores, ha contado siempre con "amigos" entre
las buenas gentes del PNV y la izquierda.
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Deformación sistemática de la realidad terrorista.
Desde la muerte de Franco, pues, hemos venido estando sumidos en una
indigencia intelectual y moral que ha propiciado el fenómeno
tumoral de la supervivencia del grupo criminal y mafioso ETA,
sustentado durante treinta años por el llamado "nacionalismo
vasco democrático" (PNV y su entorno) con el que el Estado
español ha negociado por medio de todos los Gobiernos del Rey que
se han sucedido desde 1977.
Un largo y doloroso camino lleno de apoyos y complicidades de un lado, y
de cobardía y pusilanimidad del otro, que tiene su inició el 15 de
octubre de 1977 con la Amnistía que puso en la calle y listos para
seguir matando, como la realidad se encargo de hacernos ver, a
cientos de terroristas que habían matado y extorsionado de la misma
forma y por idénticos motivos por lo que lo siguen
haciendo ahora.
Y tal ha sido la falta de percepción por parte del Estado de lo que era
realmente el fenómeno terrorista ETA, percepción auspiciada por
los medios de comunicación, que no sólo ha terminado por cuajar
una resignación suicida y cobarde siempre presta a la negociación
con los terroristas, sino que el distanciamiento participativo
contra el terror que imponía ETA halla sido una escandalosa
evidencia durante muchos años por parte del pueblo
"soberano".
Vulneración del valor de la Justicia.
Sacrificado el principio de legalidad y sustituido por el de
conveniencia, actitud en la que se han empleado todos los Gobiernos
que se han sucedido desde la muerte del Caudillo, y con una
instrumentalización justificada con enrevesadas razones jurídicas
que han dejado poco margen a la Justicia para que la voluntad de los
diferentes Ejecutivos no fuera torcida en los tribunales, se ha
terminado por socavar la credibilidad del mismo Estado de Derecho,
pues la actitud de los diferentes Gobiernos es ya la historia de una
dolorosa cesión desde que se decidiera sacrificar la Ley por la
estrategia en la derrota de ETA.
Estamos, pese a todas las apariencias, en una cloaca que hiede hasta la
nausea. En una cloaca que no ha escatimado la mentira más grosera,
como hace también ahora al comparar el problema irlandés y el fenómeno
terrorista vasco. Dos realidades absolutamente distintas que nos
quieren presentar como semejantes.
De rodillas frente a ETA y de espaldas a la pared.
Desde este análisis, el único capaz de sostener la evidencia de los felices
años sin Franco, y en medio de esta farsa a la legalidad y a la
inteligencia, dos cosas conviene dejar claras. En primer lugar, la
responsabilidad que le cabe al Estado, que no sólo a los Gobiernos,
que se ha negado a asumir su responsabilidad en el asunto que nos
ocupa. Y en segundo lugar, la actitud y predisposición de esa masa
amorfa que se da en llamar "soberana", el pueblo, que se
ha dedicado a sestear con los programas del colorín nocturno,
cuyo punto de inflexión empieza a mostrar otra cara tras el
asesinato del político del PP, Miguel Ángel Blanco, y, sobre todo,
cuando desde el PP, y acaudillados por una serie de conversos -que
incapaces de pedir perdón no han tenido ningún reparo en seguir
hozando en la charca mefítica de la autosatisfacción-, se empieza
a motorizar la calle a través de la AVT. De ahí que no participe
en ninguna de sus manifestaciones, pues jamás me pondré detrás de
quienes hasta no hace mucho retozaban en las alcantarillas.
Sacrificado el principio de legalidad -base y sostén del Estado de
Derecho- se impone la negociación como proceso de un final
pactado... "Hay que intentarlo" , lo ha
dicho el Rey.
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