Infames

Por Alfonso USSÍA


Aquellos que ven las cosas a través de la niebla de la necedad comprenderán mejor ahora por qué tres personas decentes abandonaron el Auditorio de Madrid al distinguir a Llamazares entre los invitados a un concierto en beneficio de las víctimas del terrorismo presidido por los Príncipes de Asturias. Ignoro quién fue el responsable de la invitación a Llamazares, y, desde mi ignorancia, le aseguro que, como poco, es tonto del culo, que es de entre los tontos, el menos estético.

Escribo –son ya muchos los años y más las pruebas, evidencias y demostraciones– convencido de que el PNV y EA están más cerca de la ETA que de la ciudadanía pacífica y democrática. No me sorprenden en absoluto sus posiciones en defensa de los terroristas y sus continuas humillaciones al recuerdo de los asesinados y al dolor de sus familiares. Arzallus reconoció en su día que una derrota de la ETA sería siempre una mala noticia «para los vascos», porque el nacionalista sólo considera vasco a quien comulga con sus delirios. Por ello, no puede constituir sorpresa que los concejales nacionalistas del PNV y EA del ayuntamiento guipuzcoano de Escoriaza, localidad natal de la criminal Soledad Iparraguirre «Anboto», se hayan solidarizado con los familiares de la asesina y manifestado su preocupación por los posibles malos tratos que podría recibir la detenida en las comisarías francesa y española. Sucede que también la Izquierda Unida de Llamazares y Madrazo se ha sumado a las solidaridades y suspicacias nacionalistas.

Tampoco puede constituir sorpresa alguna que el Ayuntamiento de Amurrio, gobernado por Eusko Alkartasuna con el apoyo del PNV, haya denegado sistemáticamente la celebración de un homenaje a una víctima de la terrorista recientemente capturada. Un ciudadano de Amurrio, cartero durante cuarenta años, y que fue asesinado por la zorra de la Iparraguirre por decir «que estaba orgulloso de ser español y vasco». El cartero de Amurrio sacrificado por la ETA, Estanislao Galíndez, tuvo un hermano, Félix, también vecino de Amurrio y también asesinado por la ETA. Los ediles de estos partidos que se olvidan de las víctimas y de sus familiares y se vuelcan con las familias de los criminales pertenecen al PNV, a Eusko Alkartasuna y a la Izquierda Unida de Madrazo y Llamazares, el invitado al concierto en beneficio de las víctimas del terrorismo.

Hablar o escribir con claridad en España entraña riesgos indiscutibles. Además del riesgo vital y físico, el de la pérdida del trabajo o la marginación calculada. El nacionalismo vasco manda mucho más en Madrid de lo que algunos creen. Empresarios vascos de reconocido poder negocian con «Ajuria Enea» y deciden desde Madrid. Los intereses económicos ante todo. El dinero impera sobre los ideales, la trayectoria y la decencia. El que ayuda a abrir los ojos a los que ven entre nieblas no entra en los planes del negocio. Y se siguen esquivando calificativos y conceptos para no molestar a los que han convertido el País Vasco en el único territorio sin libertad de España. Pero son tantas las pruebas, las evidencias y los hechos acumulados, que no hablar o escribir con claridad equivale a estafar con cobardía a los lectores. Nadie se escandalice con la actitud del PNV y EA con las víctimas del terrorismo. Jamás han estado junto a ellas. Nadie se escandalice con la actitud y la postura del PNV y EA con los familiares de las víctimas. Jamás han sentido su tragedia. Nadie se escandalice con la actitud y la postura del PNV y EA con los terroristas etarras. Los consideran suyos, en el futuro suyos, en los fines, absolutamente suyos.

Nadie se escandalice con la actitud y postura del PNV y EA con los familiares de los asesinos. Son sus familiares preferidos, y a ellos dedican su comprensión, apoyo y ayuda económica. A los nacionalistas se han unido ahora los comunistas de Llamazares y Madrazo. También se sabía, pero el velo de la comodidad social ha cubierto durante demasiado tiempo sus desvergüenzas. No se engañen. Llamazares y su formación buscan mantenerse en el poder del tripartito vasco. Y para ello humillan a la víctima y lloran por el verdugo. Ahora comprenderán mejor algunos por qué tres personas decentes abandonaron un auditorio de música para no coincidir con una presencia infame.


La Razón. 08 de Octubre de 2.004.-

 


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