El
silencio de las gallinas
Por Alfonso
USSÍA
No se oye ni un
solo cacareo. Los pegatinos están callados. A casi todas las gallinas,
a unas más tarde y a otras más temprano, les han entregado el saco de
pienso especial, el que se paga con los impuestos. La encargada de
repartir los sacos ha sido la ministra del IVA, Carmen Calvo, la segunda
o tercera por la izquierda en la fotografía del «Vogue». Quizás la
cuarta, que en estos momentos no la tengo ante mí porque la he mandado
enmarcar para tenerla en mi mesilla de noche. Ni un cacareo. El Gobierno
de «Mister Yes» envía a Afganistán al Ejército como «fuerza de
combate» y los pegatinos y pancarteros no han dicho ni mu. Cuando se
reparte el dinero público es mejor no abrir la boca. Prestaré una
especial atención a los comentarios en «Tele-5» de Angels Barceló,
que parece estar tan a favor de «esta fuerza de combate» como en
contra del contingente de paz que obligó Zapatero a retirarse de Iraq.
Aquí los únicos que demuestran dignidad son los militares. Ordenan su
incorporación al infierno, y cumplen. Les mandan que se retiren del
otro infierno, obedecen. Pero el caprichito está en los despachos. Y el
silencio de las gallinas en las subvenciones del Ministerio de Cultura.
¿Le gusta a Rosa Regás la guerra de Afganistán? No ha declarado nada,
no ha manifestado nada, no puede decir nada. El carguito impone el
silencio. ¿Dónde están las voces airadas de los seis mil quinientos
cuarenta y siete miembros de la familia Bardem? ¿Le emociona a Pilar
Bardem la marcha de nuestros soldados a una misión arriesgada y
combatiente? ¿Qué cantarán a nuestros militares Ana Belén, Víctor
Manuel, Sabina, Gurruchaga, Ramoncín, Aute y compañía en el acto de
la despedida? ¿Por qué los directores de cine y los cómicos
supuestamente «progresistas y pacifistas» permanecen mudos y
complacidos? ¿Prefieren que nuestros soldados mueran en Afganistán que
en Iraq? ¿Cómo llevan la cuenta de los dineros? ¿Se lo han repartido
todo? Y si se cabrea un grupo terrorista afgano y nos vuela cuatro
trenes en Madrid, ¿serán capaces de culpar por ello a Rodríguez
Zapatero? ¿Dirán que el terrorista ha sido Rodríguez Zapatero? ¿Se
olvidarán de nuevo de que los culpables del terrorismo sólo son los
terroristas? ¿Establecerán, como Rubalcaba, distancias morales entre
los diferentes movimientos terroristas? Mientras les dure el generoso
saco de pienso dorado, el que les proporciona la oportunidad de poner
huevos de oro –de oro de otros–, las gallinas aceptarán lo que el
Gobierno acuerde y disponga. (Se me olvidaba, Regás. Como directora de
la Biblioteca Nacional tendría usted que haberse interesado por las
torturas que está padeciendo en su prisión cubana el poeta Raúl
Rivero. A tiempo está de hacerlo, pero me temo que su saco de pienso
especial también se lo impide). ¿Qué dicen los señores de Prisa? ¿Está
Gabilondo de acuerdo con el aumento de nuestra presencia militar en
Afganistán? Y Mariano Barroso y Armendáriz, y Sánchez-Gijón, y Diego
Botto, y Luis Tosar, ¿han encargado ya, al fin, las pegatinas con la
leyenda «No a la ETA» que no se van a poner, un año más, durante el
Festival de Cine de San Sebastián? ¿A que no hay cojones, farsantes?
¿Dónde los viejos cacareos? El ilustre y respetado académico José
Luis Sampedro tampoco ha opinado sobre el asunto. ¿Por qué no a Iraq y
sí a Afganistán, señor académico? ¿Son otros los soldados,
distintos los riesgos, diferentes los uniformes, otra la Bandera? ¿En
qué rincón de su mochila se ha guardado la voz el diputado-cantautor
Labordeta? ¿El pacto parlamentario de los Presupuestos ha enmudecido a
Gaspar Llamazares? ¿Se ha vuelto Llamazares belicista? Pero
principalmente, ¿por qué la sociedad no cacarea? ¿Qué anestesia
contra el dolor, la verdad y la dignidad se han administrado más de
diez millones de españoles, tan contrarios a la guerra de Iraq, tan
callados ahora? Bush atacó igual Afganistán que Iraq. ¿Qué Bush es
el bueno y qué Bush es el malo? Aquella diputada comunista que gritó
de alegría al ver cómo se desmoronaba la primera de las Torres
Gemelas, ¿ha dicho algo al respecto?
Se marchan nuestros soldados y lo hacen como siempre.
Con ilusión, orgullo y disciplina. Ellos no han cacareado jamás. Los
que les retiraron de Iraq y ahora los mandan a Afganistán sí cacarean.
Los que les humillaron cuando se jugaban la vida por la paz en Iraq están
callados. Es lógico. Los cargos, las prebendas, el dinero público, las
subvenciones producen afonía, una grave afonía, afonía aguda.
La Razón. 3 de Septiembre de
2.004.-