El regalo

Alfonso Ussía

El Senado ha regalado al Príncipe y Leticia un cuadro pintado por una proetarra. A eso se le llama tener sensibilidad. El responsable máximo del agradable detalle ha sido el presidente de la Cámara Alta, el socialista vasco Javier Rojo. Es posible que se haya quedado corto. Dicen que «Josu Ternera» es un habilidoso creador de figuras en madera. Que talla a las mil maravillas. El señor Rojo podría haber completado el obsequio con una preciosa talla firmada por Urruticoechea representando al hacha y la serpiente.
   La autora del lienzo regalado al Príncipe y su novia es una tal «Puri» Herrero, conocida más por su militancia batasuna que por su arte. Aquí reconozco mi supina ignorancia. Jamás había oído hablar de la pintura de «Puri». El arte de «Puri» y mi conocimiento no se han encontrado hasta ahora, y es muy probable que el contacto vaya a ser efímero. El título de la grandiosa obra de arte de la proetarra, «Noticias confusas», es prometedor. La «Puri» puede pintar con el culo, pero los títulos los elige muy bien. Con ese afán de diálogo, llamado científicamente diarrea, que tienen algunos socialistas vascos para acercarse a quienes tan bien los han asesinado durante décadas, el señor Rojo ha batido todas las marcas posibles y probables. Regalar una supuesta obra de arte de una batasuna al Príncipe de Asturias. Es lo que ellos llaman «avanzar hacia la normalidad».
   Otra cosa es que el señor Rojo, por aquello de la colerilla, haya adquirido previamente diversas obras de arte de la «Puri» y busque afirmar su inversión. Si en el catálogo de la próxima exposición de la «Puri» figura una de sus obras en la relación de «colecciones particulares» como propiedad de los Príncipes de Asturias, los cuadros de la susodicha subirán de precio, incluidos los que cuelgan en las paredes de la casa del señor Rojo. Por ahí, entiendo la maniobra. Fuera de ahí, no entra en mi cabeza semejante falta de respeto, semejante estupidez y semejante bofetón a los españoles y, muy especialmente, a las víctimas del terrorismo.
   Devolver un regalo es descortesía, y más cuando quien lo hace es el Senado. En este caso, la devolución tendría sentido y amnistía. Pero el Príncipe es una persona muy bien educada y su condición le obliga a tragarse el sapo partero que le ha puesto en el plato el señor Rojo. No alcanzo a comprender por qué los senadores no han protestado. Si no han sido informados, malo. Si estaban al corriente de la estupidez, peor. Se ha lucido el señor Rojo, a quien uno creía equilibrado y sensato.
   La «Puri» tiene que estar que no se lo cree. Como representante de Herri Batasuna en el Museo de Bellas Artes de Bilbao consideró «normal» que se atentara contra la obra de Agustín Ibarrola. Y ahora, para premiarla, el Senado regala al Príncipe una de sus bazofias. Pues mi pésame a los novios y mi desprecio a los tibios y a los cobardes.

 

La Razón. 22 de Mayo de 2.004.-


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