Boicot ¿Por qué no?. Luis
Carlos.
España ha entrado en una peligrosa trayectoria de desmembración
que puede acabar con un grave incidente interno y con el dramático
final de la Nación más antigua de Europa.
La Historia, sabia maestra, nos enseña
que las Naciones dan origen a los Estados y que nunca ha dado
resultado la fórmula austro-húngara de la Nación de naciones sino
como preámbulo para la definitiva secesión. España es una Nación
única conformada por regiones con identidad propia pero con
Historia común. Un concepto tan fácil parece ser no entendido por
los políticos, individuos que viven a espaldas de una sociedad que
no demanda ni demandaba cambios sustanciales en la cohesión
nacional.
Es patético ver a Mariano Rajoy
brindando con cava junto al Presidente de una gran empresa bodeguera
catalana que plasmó su firma en un documento en apoyo del Estatuto
que pretende desmembrar España. Los ciudadanos españoles no somos
idiotas y sabemos qué grandes empresas catalanas fueron las que
apoyaron este proyecto disparatado y cómo al hacerlo no midieron
acertadamente las repercusiones económicas que esa firma iba a
tener en sus cuentas de resultados. La actitud del líder del
Partido Popular, forzado sin duda alguna por la cúpula de su
partido en Cataluña (¡menudo rebaño!), forma parte del absurdo de
la partitocracia que hace décadas ya anunció Don Gonzalo Fernández
de la Mora en su obra "El ocaso de las ideologías". Cada
uno es libre de actuar en conciencia y de obedecer las consignas de
determinados líderes políticos, pero no estará nada mal que
aquellas empresas que apoyaron (por error o por convicción) el
proyecto de estatuto de Cataluña, paguen bien pagado el error con
un desastroso resultado económico que les lleve a replantear sus
posturas.
Existen multitud de empresas catalanas
que no han apoyado el Estatuto y que han demostrado una postura
mucho más inteligente que aquellas que lo hicieron y no tienen por
que pagar los errores de cuatro individuos que se dicen empresarios
y que en el fondo no son más que patéticos serviles de unos
mediocres políticos de entidad regional y que aspiran a ser Estado
por un mero hecho de ambición personal.
El poder económico catalán se ha
sentado sobre una política de consumo interno de sus productos.
Editorial Planeta vive de los libros que publica en castellano y de
unos medios de comunicación audiovisuales que transmiten para todo
el país; Freixenet vende mayoritariamente su producto en España
porque fuera de aquí poco o nada tiene que hacer contra el
competidor francés; Caixa de Cataluña genera sus beneficios
gracias a las sucursales que tiene repartidas por todo el territorio
nacional; Bocatta o Pans&Company ídem y, así un largo etcétera.
¿Por qué tiene Rajoy que ir a dar un balón de oxígeno a estas
empresas? ¿No es conveniente que la sociedad catalana sepa que
fuera de España están llamados a la ruina económica?.
España no es un mercado y de eso se
tienen que enterar. La prosperidad económica catalana ha estado
fundamentada en el apoyo del resto de la nación española. En el
siglo XIX tuvimos que renunciar a importar tejidos de Inglaterra, más
baratos y de mejor calidad, con objeto de no perjudicar a los
industriales textiles catalanes. ¡Cuántas familias hubiesen podido
tener ropas más asequibles y haber pasado menos penurias!. En los años
50 y 60 cientos de miles de españoles (entre ellos los padres de
Carod Rovira) emigraron a Cataluña con objeto de trabajar en las
empresas puestas en marcha tras la Guerra gracias a las ayudas del
Estado, ayudas patrocinadas por el resto de España y
fundamentalmente gracias al concurso de regiones que apenas sí
sufrieron destrucciones. Los empresarios catalanes obtuvieron
beneficios especiales en el tráfico con las últimas colonias españolas
(Cuba y Filipinas) y, así un largo etcétera.
No debemos de restar méritos al espíritu
emprendedor de los empresarios catalanes, pero hacen muy mal algunos
en despreciar la Historia económica de su región.
Es muy importante demostrar a estos
empresarios cuál es la consecuencia de su apoyo al documento
secesionista y a los políticos que lo desarrollaron dentro de sus más
profundas convicciones de odio a la Nación española. Tenemos que
ser capaces de demostrarles que España es más que un mercado.
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