Los
Mártires de la Cruzada.
Por Don Ángel
Garralda. Pregón pronunciado en Oviedo, el día 16 de Octubre de
2006.
DEFENSORES DE OVIEDO, SEÑORAS y SEÑORES:
Mucho
os agradezco me hayáis invitado a leer el pregón, para que os
hable de los mártires de nuestra Cruzada. Pero, como estos dos días,
16 y 17 de Octubre, fueron trascendentales en la historia y en el
calendario de vuestros amores a la "Muy noble, muy leal, benemérita,
invicta, heroica y buen ciudad de Oviedo", es obligado
detenernos un momento en el 70 aniversario de aquella gesta
patrimonio de la humanidad.
El
parte de guerra emitido desde Salamanca no pudo ser más lacónico.
Dice así:
"17 de
octubre. Ejército del Norte: La actividad de nuestras columnas
durante la jornada de hoy ha sido grande y de resultados
positivos. En Asturias se ha ocupado el Monte Naranco, levantando
el cerco de la plaza de Oviedo que ha sido totalmente
ocupada"
No se puede decir
más en menos palabras sobre esta página gloriosa precedida de 90 días
de asedio a muerte. Pero este parte de guerra merece una breve
explicación.
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La víspera,
el 16 de octubre, Aranda envió a Mola este patético mensaje:
"Fuerzas están
agotadas y socorro es urgentísimo, pues entrando el enemigo en la
población, irá produciendo aislamiento reductos y destrucción
población civil ¡Sólo nos queda morir como españoles!"
Aranda, a su
vez, recibe a media mañana esta noticia alentadora:
"Enemigo
desmoralizado abandona posiciones. Nuestras tropas avanzan.
Llegaremos"
La situación en
Oviedo, tanto para la población como para los defensores no podía
ser más angustiosa. Están extenuados por falta de relevos. Sólo
les quedaba capacidad de resistencia para dos días. La lucha es
encarnizada y ¡tantas son las bajas!, que la mayoría de los
puestos están mandados por suboficiales e incluso soldados rasos.
Oviedo ya no se defiende en los alrededores sino dentro, casa por
casa. Las municiones se agotan, escasean los alimentos; la ofensiva
es espectacular y la defensa se hace por momentos desesperada.
Quedan útiles unos 500 a 800 hombres, con la única esperanza
puesta en Dios y en las columnas de socorro que esperaban
impacientes.
El final adverso
para Oviedo parecía tan inminente, que Belarmino Tomás comunica a
Madrid eufórico: "El asunto está poniéndose muy maduro; todo
va muy bien". Pero la defensa de Oviedo era cuestión
prioritaria y decisiva para Franco y para Mola, con el fin de evitar
que luego el enemigo ocupase el resto de Asturias, con peligro para
Galicia.
Y precisamente el día
16, tal día como hoy, a estas horas, ya de noche, el teniente
coronel Teijeiro en El Escamplero, a 7 kilómetros de Oviedo en línea
recta, planea sobre el tablero el proyecto definitivo para liberaros
del asedio de 90 días de claustrofobia, con la población mal
alimentada, sedienta, enferma en gran número y que vive
aterrorizada en los sótanos sin apenas ver la luz del sol.
Lo que menos
esperaban los rojos es que la liberación iba a comenzar por la
conquista del monte Naranco. Divide Teijeiro las fuerzas en dos
agrupaciones. El tambor III de Ceuta y el IV de Tetuán salen de
madrugada, a las dos de la noche, el día 17 a la conquista del
Naranco y a su amparo, las fuerzas de Asalto de La Coruña y dos
compañías de voluntarios de Orense y Puentedeume romperán el
cerco de Oviedo; pero a esta segunda agrupación la espesa niebla le
impide avanzar hasta las 11 de la mañana.
Se apoderan del
pueblo de Loriana, desde donde el jefe de las tropas, Comandante López
García, divisa en el Naranco banderas nacionales, donde hubo muchas
bajas, donde los rojos huyeron como conejos. Y prosigue en la lucha
antes que el enemigo se rehaga, dándose prisa para llegar a Oviedo
a la luz del día, pues ignora la resistencia que puede encontrar en
La Argañosa. Urge enlazar con los defensores de Oviedo. La
resistencia en La Argañosa es de intenso fuego y hace penoso el
avance, batidos por las armas
automáticas del enemigo. Pero, vencida toda oposición, se plantan
frente a la calle Independencia.
Los Defensores creen que son el enemigo y, tras los sacos terreros, los
reciben con fuego de fusil, hasta que oyen los gritos sagrados de ¡Viva
España! y ¡Arriba España!
Este es el momento de mayor emoción, para echarse a llorar de alegría
triunfal.
Para salir de dudas se les pide que avance el Jefe de las Fuerzas y lo
hace el comandante López García con dos Guardias de Asalto. Fue
entonces cuando, disipada toda desconfianza, el abrazo entre
liberados y liberadores los funde en amor patriótico. Eran las 6
'30 de la tarde. Se realizó el milagro.
Se acabó la pesadilla de noventa días de claustrofobia. Dos horas
después entraban el coronel Martín Alonso y el teniente coronel
Teijeiro. La alegría de la ciudad rompía el silencio de la noche
con lanzamiento de cohetes. Esa sí que fue la verbena anunciando la
fiesta grande que tardaría un año y cuatro días en llegar el 21
de octubre de 1937 con la liberación de Asturias. Esa fue la
verbena y no la Revolución de Octubre, como aseguraba González Peña,
en vísperas de la guerra que traían entre manos para convertir
España en una república soviética.
Asturias fue incapaz de abrir la puerta de la traición a Dios y a España.
Preguntádselo a los 30 mineros del Sindicato Católico de Moreda
(Aller) encerrados en su Centro Sindical, en el 34, que no se
rindieron ante 3000 atacantes armados de otras cuencas mineras. Les
enviaron como emisario para que se rindieran al propio Cura de
Moreda, don Tomás Suero Covielles. Pero, lejos de rendirse les
absolvió dispuestos a bien morir y se quedó con ellos, para seguir
la misma suerte que sus mejores feligreses.
Lo mismo sucedió en el asedio de Oviedo. Enviaron a don Vidal Antonio
Heredia, párroco de Colloto para que se rindieran. Lejos de
rendirse, el buen cura se volvió por donde vino, porque dos
hermanas suyas quedaron como rehenes, pero 30.000 atacantes, entre
ellos varios batallones de gudaris, contra 800 Defensores exhaustos,
no consiguieron tomar la ciudad.
Ahora por mucho que quieran izar la bandera de la mentira con la
"Memoria histórica", mientras esta ciudad siga siendo muy
noble, muy leal, benemérita, invicta, heroica y buena, no lograrán
ganar ahora, como pretenden, la guerra de 1936 después de 70 años
de haberla perdido. Los ríos siguen siempre su curso; nunca
discurren hacia arriba. Los que sí supieron ir río arriba fueron
los Defensores de Oviedo, porque saben que su origen está en las
dos cruces de la Cámara Santa en ruinas y en el Salvador de la
catedral herida.
Esta es vuestra Gesta, cuya estrategia militar de Aranda, como la de
Moscardó en El Alcázar, es objeto de estudio en las Academias
Militares de Europa.
Pero, hoy, después de 70 años, por la pasarela del tiempo desfila otra
vez el Frente Popular cogido del brazo de los separatistas. Nos
recuerda aquella época en que no se podía gritar ¡Viva España!
ni ¡Arriba España!, sino sólo ¡Viva Rusia!. Por eso amenazan con
empitonar judicialmente a los que el pasado 12 de Octubre gritaban
enardecidos ¡Viva España! durante el desfile de las tropas en
Madrid.
Hoy, hasta los ciegos ven que manda el Frente Popular, unido a los
separatistas, con la lección bien aprendida, en una España, como
dice el subtítulo de un libro, "Anestesiada sin percibirlo,
amordazada sin quererlo y extraviada sin saberlo".
Vosotros el día de la liberación besabais la bandera de España;
bandera que hoy no ondea en varias regiones de España por estar mal
vista por el odio.
Hoy se borran del callejero los nombres de Francisco Franco y José
Antonio, sustituidos por los de Pablo Iglesias, Carlos Marx y La
Pasionaria.
Hoy se desmontan con nocturnidad y alevosía las estatuas de Franco, que
por dos veces liberó Asturias, y se erigen las de Prieto,
traficante de armas en el 34 y ladrón con los tesoros de El Vita, y
Largo Caballero, el Lenin Español.
Hoy se destruye el monumento a las Brigadas Navarras en Gijón y se
dedica una calle a las Brigadas Internacionales.
Hoy la ET A, después de más de mil asesinatos, contando los 79 del
Hotel Corona de Aragón, de los que nadie se quiere acordar, se
impone en España a punta de pistola, exigiendo la independencia y
la entrega incondicional de Navarra, y el presidente de Gobierno está
dispuesto a ello por el plato de lentejas de mantenerse en el poder.
Que ¿cómo va a reaccionar Navarra? Tengo mis serias dudas desde el
momento que arrancó de su escudo la Laureada; desde que en mi
pueblo hay un cura de raza negra porque la diócesis no se abastece
a sí misma; desde que la fe se está perdiendo a chorros en la
juventud y desde que el monumento a la Caídos está cerrado a cal y
canto para que ni los turistas se interesen por los 4000 navarros
que dieron la vida por Dios y por España en el frente de batalla.
Pronto veremos desfilar por la pasarela del Parlamento Vasco a Josu
Ternera con el saco de sus crímenes al hombro, para sentarse de
nuevo en su sillón de jefe de sección de los derechos humanos.
Hoy la gran obra social de las Universidades Laborales que Franco puso
en manos de órdenes religiosas fenecen y el maravilloso templo de
la de Gijón mucho me temo que lo veremos convertido en sala de
fiestas profanas y sacrílegas.
Hoy no se os consiente Defensores de Oviedo que en la iglesia de S.
Francisco levantada por vosotros en recuerdo religioso de la Gesta y
regalada a la diócesis por vosotros, podáis organizar aquella misa
que celebraba siempre vuestro capellán don José Inclán Albuerne
por todos los Caídos en el asedio, mientras que a Carrillo sí se
le autoriza que dé conferencias de moral en el monasterio de
Valdedios.
Y la última en desfilar cimbreante por la pasarela, es la anoréxica
mentira del 11 M, a la que, según la encuesta de hoy, el 67% de los
españoles no le da crédito, mientras aplauden con entusiasmo al unísono
ETA y Gobierno, porque ETA sabe que ZP sabe que ETA sabe lo del 11
M. No cabe otra explicación.
ME INVITÁIS A QUE OS HABLE DE LOS MÁRTIRES
Me
dais una gran alegría. No sois partidarios de su olvido. Os
felicito. Hace falta ser valientes para que, en estos tiempos, con
la que está cayendo en manos del Frente Popular, os atreváis a que
hable sobre los mártires de la Cruzada.
Hace meses que un sacerdote de Gijón pretende hacer lo mismo; pero le
ha sido imposible hasta la fecha encontrar un salón para ello. Sin
embargo, me alegro de comunicaros que el próximo día 23, don Ángel
David Martín Rubio, sacerdote, Dr. en Historia por la Gregoriana de
Roma, autor de obras como "Paz, piedad, perdón... y
verdad", "Salvar la memoria. Una reflexión sobre las víctimas
de la guerra civil" y la más reciente con prólogo de Pio Moa,
"Los mitos de la represión en la guerra civil", va a dar
una conferencia en el Ateneo de Gijón, repito el próximo día 23.
No os la perdáis.
Cada vez estoy más satisfecho de haber publicado en dos tomos "La
persecución religiosa del clero en Asturias: Martirios y
Odiseas" Muchos me animan a hacer la tercera edición para que
la "Memoria histórica" no disimule la verdad y sea más
objetiva. Hasta los años 30 del siglo XX , esta tierra de la
Santina no se había visto regada con sangre de mártires. Para mi
es la página más gloriosa de la Iglesia Ovetense. Ya sé que algún
historiador clérigo no comparte esta afirmación; aunque supongo
que no preferirá la página actual de la apostasía generalizada,
bajo el peso de leyes tan aberrantes como anticristianas: Aborto prácticamente
libre, que es un terrorismo mil veces peor que el de ETA; un
holocausto mucho peor que el de los nazis. Divorcio exprés, para
triturar cuanto antes la única sociedad que ha hecho Dios: la
familia. El matrimonio de homosexuales con derecho a adoptar hijos,
lo que a nadie se le ha ocurrido hasta que asó la manteca Rodríguez
Zapatero. Y fuera el Crucifijo de las escuelas, para que los niños
no conozcan la verdad de quien dijo "Yo soy la Verdad", de
lo que nadie se ha lamentado en la Iglesia Española, tan satisfecha
de haber colaborado tanto y cuanto en esta "gloriosa"
transición de 1976, que al paso que lleva va a acabar como el
rosario de la aurora en tiempos de la República.
Y, POR SUPUESTO,
EL OLVIDO DE LOS MÁRTIRES
Quien se olvida de los mártires se olvida de la sangre de Cristo,
porque los mártires son Cristo de nuevo crucificado. ¿Por qué
molesta que se hable de los mártires de la Cruzada? Por la misma
razón por la que los jefes políticos del pueblo judío, prohibían
a los apóstoles hablar de Cristo crucificado y resucitado.
El olvido de los mártires, dentro de la Iglesia de Asturias, es el
mayor desprecio a los 193 sacerdotes, religiosos y seminaristas,
todos inocentes, asesinados en Asturias. Olvidarlos es el mayor
desprecio a tantas madres de mártires que se quedaron sin lágrimas
de tanto llorar. (Estoy recordando a dos hermanas de sacerdote mártir
que enloquecieron). Es el mayor desprecio a aquellas personas
cristianas que arriesgaron su vida por ocultar a sus sacerdotes. Y
es el mayor desprecio embadurnado en desagradecimiento a quien se
levantó para evitar que la Iglesia fuera borrada del mapa y
restaurar el orden para vivir en paz con leyes cristianas, sacudido
el yugo del comunismo.
No faltará quien me diga: pero Vd. no ha dicho ni una sola palabra de
las víctimas de la represión. Efectivamente, no he dicho una sola
palabra de los seglares víctimas de la represión, como tampoco he
dicho una palabra de los seglares víctimas de la previa presión
que provocó en Asturias la represión posterior. Vd. me podría
exigir que yo escribiera sobre las víctimas de seglares en la
posterior represión de los nacionales si yo hubiera escrito sobre
las víctimas de seglares de la previa presión de los rojos. Vd. sólo
puede exigirme después de haber escrito las actas martiriales de
193 sacerdotes asesinados por los rojos, que yo escriba también
sobre las víctimas de sacerdotes asesinados por los nacionales. Y
lo he hecho.
Los nacionales fusilaron a un sacerdote en Avilés durante la represión
y dejo
constancia de ello; Mauricio Santaliestra Palacín, exfraile
escolapio, miembro que fue del Comité de Guerra en Grado, de donde
huyó a Avilés cuando las tropas gallegas tomaron la villa moscona.
Murió como un creyente. La misma suerte siguió Alfredo Santirso
Alvarez, residente en Gijón. Otros dos, Rafael Fernández, párroco
de Tremañes y Manuel Gutiérrez Álvarez, tras breves días de
arresto en los jesuitas de Gijón, fueron destinados a parroquias de
Valladolid y Zamora respectivamente, para que no corrieran peligro y
allí acabaron sus días.
¿No sabéis lo de Cortada Escamot, sacerdote apóstata exmercedario de
Barcelona? Sucedió en Gijón. Don José Lles Segarra, sacerdote
leridano, capellán en S. Lorenzo de Gijón, promovía el apostolado
de la Adoración Real, Perpetua y Universal. Los esbirros de la
checa fueron a por él y el jefe de aquella pandilla era ese
sacerdote apóstata, que presidió su fusilamiento en la playa de S.
Lorenzo. Consta que al morir perdonó a sus enemigos. En la diócesis
de Lérida ya está introducida la causa de Beatificación de este
sacerdote mártir.
El apóstata Cortada Escamot ascendió a Comisario Jefe de Llanes, donde
tuvo una larga entrevista con don Maximiliano Arboleya, detenido en
Unquera cuando huía hacia Bilbao, con salvoconducto de Belarmino
Tomás. Antes de liberarse Asturias, huyó con tiempo, concluida la
guerra se pasó a Francia, refugiándose en casa de un Cura. Con el
tiempo se manifiesta como cura renegado, pero, tal vez el perdón de
don José Lles Segarra en el momento de ser fusilado, le hizo
reflexionar, ingresó en un monasterio donde acabó arrepentido.
Lo que sí aseguro es que los 193 sacerdotes y seminaristas asesinados
eran
inocentes. Que no es lo mismo ser asesinado siendo inocente y sin
juicio, que aplicar la justicia a un criminal. A mi no me molesta
que se haga la "memoria histórica", siempre y cuando no
se silencie la previa presión, explicando con objetividad el odio
satánico a la Iglesia, durante quince meses de dominio rojo en
Asturias.
Yo me he limitado al clero perseguido y no perseguido, no a los católicos
perseguidos y asesinados que fueron miles y miles sólo por ir a
misa. Si me permite unas cifras, fueron 95 en el pequeño concejo de
Avilés, 46 en el de Castrillón y 189 exactamente en el concejo de
Aller, según consta con nombres y apellidos, también de los
verdugos en la Causa General.
Respecto a la represión sí he dicho en el prólogo de mi libro sobre la
persecución religiosa en Asturias, dos cosas importantes caiga
quien caiga: que no soy partidario de la venganza porque no es
cristiana y sí soy partidario del perdón y de la justicia, que son
dos virtudes a cual más cristiana que no se autoexcluyen.
Mi madre me enseñó a perdonar. Por eso, perdoné de todo corazón a
quienes fueron el primer día a buscarla a la casa donde vivía de
patrona para matarla, el mismo día que llevaron a la muerte al
coadjutor de su parroquia. Gracias a Dios no estaba en casa.
Juan Pablo II perdonó de todo corazón a. Alí Agca cuando iba desangrándose
hacia el hospital herido de muerte y cuando fue a visitarlo a la cárcel
en Roma; pero Alí Agca sigue en la cárcel en Turquía después de
estar a la sombra 20 años en Roma y después de muerto Juan Pablo
II
Hay mas: yo puedo entender que los sucesores de Prieto y Largo Caballero
se olviden conscientemente de los mártires, y que les moleste la
beatificación de los mismos y no envíen a Roma representación
oficial. Lo comprendo si se trata de enemigos de la Iglesia. Pero lo
que no me cabe en la cabeza es que, desde el ángulo de una Iglesia
progresista, haya una oposición a Juan Pablo II porque ha llevado a
los altares a más de 500 mártires de la Cruzada.
Cuando Juan Pablo II escribió la encíclica "Centessimus annus” a
los cien años de la "Rerum novarum" de León XIII, mis
dos obispos publicaron en el Boletín Oficial del Obispado un
documento haciendo un recorrido histórico de esos cien años en
Asturias, y cuando llegan a los años treinta del siglo XX, dedican
un párrafo diciendo: "Algunos sacerdotes fueron perseguidos,
encarcelados y asesinados" añadiendo acto seguido: "pero,
después hubo una gran represión".
Yo les escribí diciendo en conciencia: Si Vds. hubieran dicho, algunos
sacerdotes no fueron perseguidos ni encarcelados ni asesinados,
hubieran acertado. Pero decir "Algunos" sí lo fueron,
quiere decir que no pasan de dos docenas.
Mis queridos obispos: no fueron algunos pocos; fueron 193 los asesinados;
y casi la totalidad en zona roja fueron buscados, perseguidos y
encarcelados. ¿Les parecen pocos como para no tenerlos en cuenta?
¿Por qué no valorar más su peso específico, gracias al cual
vivimos de sus rentas? ¿Por qué no exaltar la dimensión de los mártires
en contraste con tanta apostasía de hoy? ¿Qué significa subrayar
sólo "algunos" para poner destacar acto seguido como
contraste "pero después hubo una gran represión”?
Por supuesto, de la gran obra social realizada por Franco, convirtiendo
a los proletarios en propietarios no se dignaban decir una sola
palabra.
Un ejemplo práctico: ¿Saben cuantos sacerdotes y seminaristas fueron
asesinados en la Revolución del 34? Exactamente 34, además de más
de mil de otras clases sociales. Bien ha dicho Pío Moa, negando la
tan cacareada represión después de la Revolución ¿Cuántos fueron
ajusticiados? Sólo dos: el Pichilatu y el sargento Vázquez y acabe
Vd. de contar. ¿Dónde está la gran represión? Muchos ingresaron
en la cárcel, porque después de volar la Cámara Santa, quemar la
Universidad, el Palacio Episcopal y el Seminario, volar el Instituto
lleno de presos y bastantes edificios de la ciudad no les iban a dar
un premio por tanta salvajada. Después, se cumplió el deseo del
obispo Juan Bautista Luís Pérez, enfermo de cáncer en Madrid, en
carta de 20 de Octubre, después de la Revolución del 34: "¡Perdón,
y piedad para los causantes de tantos males!"
Sin embargo, ¿qué decir de los supercatólicos vascos que con
sus batallones gudaris y sus capellanes vinieron a tomar Oviedo
cogidos del brazo del Frente Popular?
Eso me he preguntado yo muchas veces: ¿qué hubieran contado a su
vuelta en Bilbao, si hubiesen sido derrotados los Defensores de
Oviedo y vieran con sus ojos cómo al día siguiente, paseaban en
una jaula preparada de antemano al General Aranda, antes de ser
fusilado en la plaza pública junto a los defensores y todos los
sacerdotes de la ciudad?
Sin contar los religiosos, sólo del clero diocesano había en Oviedo 93
sacerdotes durante el asedio; cinco de ellos Defensores de Oviedo,
siempre en primera línea como sacerdotes y camilleros, que se
ganaron la Laureada colectiva de S. Fernando: don José Inclán
Albuerne, capellán de la Hermandad de Defensores de Oviedo hasta su
muerte, don Florentino Rebollar Campo, que también se ganó la
laureada individual en la batalla del Ebro, don Manuel Álvarez Martínez
y don David Granda López.
¿Qué hubieran contado aquellos capellanes de gudaris después de la
victoria, viendo que ardían todas las iglesias de la ciudad,
incendiadas por los mismos que quemaron todas las iglesias de Gijón,
Avilés y las cuencas mineras?
Eso habría que preguntárselo al Comandante Jefe de todos los
Capellanes de gudaris, señor José María Corta, antiguo alumno de
Comillas, que vino obligado por el resto de capellanes, sus súbditos
que, discutiendo en Bilbao, antes de partir hacia Asturias, le decían
"tú el primero, para dar ejemplo como jefe". Así me lo
contó un testigo presencial, claretiano, que hace años falleció
siendo párroco de Soto de Trubia, D. Luís Pérez-Marañón
Basterrechea. Pero José María Corta no nos podría responder,
porque tratando de tomar Oviedo, una bala, probablemente roja, lo
mató cuando estaba haciendo sus necesidades detrás de una mata en
el monte. Todo les sucedió al revés; como los defensores de Oviedo
no les consintieron pasar por encima de los sacos terreros y de sus
cadáveres, en lugar de desfilar triunfales por la Avda. de Bilbao
que concluye junto a la estatua del Corazón de Jesús, se celebró
con cruz alzada, carroza de caballos, clerecía y cortejo de
autoridades, el entierro del Comandante Jefe de los capellanes
vascos caído en su empeño de conquistar Oviedo. Una cosa buena
tengo que decir a favor de don José María Corta, que salvó de la
muerte a don Amador Méndez Fernández, Coadjutor Regente de Trubia,
dándole facilidades para su traslado a Bilbao sin que se enterasen
los rojos de Trubia.
Esto le pasó al clero vasco por desobedecer a sus dos obispos vascos Mújica
y Olachea, de Vitoria y Pamplona respectivamente y por meterse con
tozudez aldeana en camisas de once varas, pretendiendo conquistar
Oviedo del brazo del Frente Popular. Y esto les sigue pasando con su
mentalidad contra España, a pesar de que el castigo de Dios les está
confundiendo. San Sebastián sólo tiene dos seminaristas y Vitoria,
¡aquel gran Seminario! está cerrado; no tiene ni un solo
seminarista. Sólo tiene un inquilino en un mausoleo: el arquitecto
que proyectó el edificio, quien, después de ejecutarlo optó por
ser sacerdote y, siendo sacerdote lo engancharon los rojos en Bilbao
para darle el paseo hasta Colindres (Cantabria) donde le mataron.
¿CUANTOS SACERDOTES FUERON ASESINADOS?
En
toda España 6.838 y en la diócesis de Oviedo 193. Y si hubieran
ganado la guerra los del Frente Popular, ¿habría quedado algún
cura vivo?; ¿se habrían restaurado la Cámara Santa, la Torre de
la catedral y el Palacio Episcopal?
A eso responde muy bien Belarmino Tomás, cuando visitando el cerco de
Oviedo, con otro camarada, este dice: vaya ahí está el sacristán
de La Felguera. Y el joven de A.C. Belarmino Tomás le preguntó ¿qué
piensas hacer después que esto termine? Pues seguiré ayudando a
misa como siempre. Pero si no va a quedar ningún cura. Por lo menos
quedarán los curas vascos. Cuando esto termine acabaremos también
con esos. Los que presenciaban el diálogo, al día siguiente
mataron al sacristán.
Recuerdan Vds. la anécdota de aquellos parlamentarios de Europa que
vinieron a Gijón, zona roja, a comprobar si había o no libertad
religiosa. Las autoridades les ofrecieron un banquete y seguro que
se chuparon los dedos con las quisquillas y centollos del Cantábrico.
Para mayor éxito, entre los invitados estaba un sacerdote de sotana
como demostración de libertad religiosa. Se trataba de un famoso
cura cuya cabeza no regía bien, prueba de ello es que vestía de
sotana. Se llamaba José María Llano Fernández, capellán de S.
Lorenzo. Era conocido por el mote de "Sánchez Guerra", ya
que era apasionado de este político, hasta atribuirle que, en lugar
de decir al final de la misa "Ite missa est", invitaba a
votar a Sánchez Guerra. El caso es que al finalizar el banquete
llegó el turno de los discursos y le concedieron al cura el uso de
la palabra, quien habló con tal cordura que dijo toda la verdad, sólo
la verdad: y nada más que la verdad: que no había libertad
religiosa, porque el único cura que quedaba en Gijón era él, pues
a todos los demás los habían matado. ¡Toma marisco del Cantábrico!
Pues sí, 6.838 sacerdotes, religiosos y seminaristas, incluidas 284
religiosas, fueron martirizados sólo por ser sacerdotes. Y añadan
miles y miles de seglares también mártires, asesinados por ir a
misa. Dar la vida por ser testigos de la fe es la definición de mártir.
Y dar la vida por Dios y por España católica, también es
martirio. Por algo llamó la Iglesia Cruzada a aquella guerra. Y si
no es por su connotación religiosa, no se consigue la victoria.
EL OLVIDO DE LOS MÁRTIRES
Murieron por Cristo, perdonando como Cristo y, sin embargo, con el
correr del tiempo cayó sobre ellos la niebla espesa del olvido
hasta decir Pío XII: "¿Qué les pasa a los españoles que se
han olvidado de los mártires a los que yo me encomiendo todos los días?"
No hay que confundir perdón con olvido. El perdón sale del corazón
y el olvido de la falta de memoria.
¿Por qué nos hemos olvidado de la página más gloriosa de la Iglesia
Asturiana? ¿Por qué en el Seminario de Oviedo se repartieron los
primeros carnet de PC? ¿Por qué, después de tanta diatriba contra
la supuesta dictadura que para mi era dictablanda, los soñadores de
la libertad se callan como muertos ante la realidad de la dictadura
actual del libertinaje sin freno y de la mentira? ¿Es que siguen
sin despertar del sueño? Pregúnteselo a los 85.000 niños
inocentes asesinados cada año en España antes de nacer; a tantas
mujeres asesinadas, ¿cuántas van este año? 61 a ver si gozan de
libertad; a tantas familias rotas por el divorcio exprés cuyos
hijos no gozan de la libertad del amor de sus padres; a los ancianos
que están con la espada de Damocles encima, con la amenaza de la
ley de eutanasia, y a los niños adoptados por homosexuales a
quienes les privan de la libertad de ser normales.
Hasta el siglo XX no había habido mártires en Asturias.
Mientras la Iglesia Española no se olvidó de ello, se repitió al pie
de a letra la expresión de Tertuliano: sangre de mártires, semilla
de nuevos cristianos”; o lo que es lo mismo: "Sangre de
sacerdotes mártires, semilla de nuevos sacerdotes", de cuyas
rentas está viviendo nuestra diócesis por poco tiempo al paso que
vamos. Prueba de ello es que, hasta hace dos años, los sacerdotes
que celebraban sus Bodas de Oro sobrepasaban el número de 20 y,
ahora, ya no llegan a 10. Y en adelante, si se ordenan unos 4
sacerdotes al año, ¿cuántos llegarán a sus Bodas de Oro?
Olvido de los mártires y, sin embargo, la Iglesia dice en el prefacio
de los mártires que, "la sangre de los gloriosos mártires
derramada como la de Cristo para confesar tu nombre, manifiesta las
maravillas de tu poder; pues en su martirio Señor has sacado fuerza
de la debilidad, haciendo de la fragilidad tu propio
testimonio..."
¿Qué tiene la cruz de Cristo que engancha de tal manera hasta dar la
vida por El? ¿Que tiene la cruz de Cristo que llevaba en su mano
Francisco Javier, para que, al cabo de pocos años nada menos que
500 japoneses dieran la vida por Cristo crucificados como él?
SE ACABÓ EL SILENCIO
Tuvieron que pasar ¡cuántos años!, 45 desde 1934 a 1979, para que el
Espíritu Santo nos enviara un polaco como Vicario suyo en la
tierra, conocedor como nadie del marxismo con su Nerón de turno al
frente, y gran admirador de la España martirizada, para que se
limpiara el polvo de las Causas de Mártires de la Cruzada
depositadas en los anaqueles de la Sagrada Congregación de los
Santos.
Se preguntaría Juan Pablo II lo que
yo me había preguntado escribiendo "La persecución
religiosa del clero en Asturias", ¿cómo es posible que S.
Maximiliano Kolbe, franciscano, polaco, martirizado más tarde en la
segunda guerra mundial, esté ya en los altares y no lo estuvieran
ninguno de los miles de mártires del 34, 36 -39 en España?
¡Ah!, pero cuando el cardenal Pietro Palaccini, Prefecto de la
Congregación de los Santos, anuncia a fines de los 70 la promoción
de la beatificación de nuestros mártires, 20 curas de Gijón
pusieron el grito no en el cielo sino en el infierno, oponiéndose
en la prensa, diciendo maravillas como estas: "son muertos como
los demás, no mártires. Que no se proceda a su beatificación para
no molestar a los asesinos. ..", y comprometieron al obispo don
Gabino a que paralizase en Roma semejante pretensión.
Y don Gabino se entrevistó en Roma con el cardenal Palaccini. Pero el
cardenal le respondió: Señor Arzobispo, ¿los socialistas en España no
promocionan a sus héroes? y Nosotros, ¿nos vamos a olvidar de los
mártires?
YO CREO EN LOS MÁRTIRES
Intervine,
¡cómo no!, ¡faltaría más!, en la polémica suscitada desde
dentro de la Iglesia por los 20 curas de Gijón.
Yo creo en los 6.838
sacerdotes mártires, que dieron su vida sin el menor asomo de
apostasía. Yo creo en los miles de seglares mártires que tampoco
apostataron y cayeron gritando ¡Viva Cristo Rey! Yo creo en los
trece obispos mártires. Y uno de ellos, Anselmo Polanco, obispo de
Teruel, ya en los altares, había firmado la Pastoral Colectiva del
Episcopado el año 1937. Y la Iglesia también cree en ellos y los
beatifica y los pone como modelo de segura salvación si seguimos
sus huellas. Y en ello es infalible el Papa.
Y, cuando hace
bastantes años, hablando la prensa acerca de Pedro Poveda, hoy
santo, decía que murió el año 1936, al día siguiente repliqué
en Región que no murió, sino que lo mataron que no es lo mismo.
Eran los tiempos de imbécil miedo a decir la verdad, cuando
precisamente por su martirio, se procedió fácilmente a su
beatificación.
Nuestros mártires
asturianos son nuestro orgullo; son las perlas más preciosas de la
cruz de la victoria de Dios. Ellos son las lágrimas de los ojos de
Cristo vendados en el patio de Caifás; los trozos de carne
arrancados a Cristo en la flagelación, el pensamiento de Cristo
cuando le clavaron la corona de espinas; ellos son el mismo Cristo
de nuevo crucificado. Fueron mártires, testigos de Cristo, porque
los perseguidores los mataban por odio a Cristo; fueron cazados como
si de fieras se tratase sólo por ser curas, ministros de Cristo.
Os agradezco me hayáis
invitado a hablar de nuestros mártires. Una Iglesia sin memoria es
un árbol sin raíces. Es muy difícil arrancar las raíces de una
Iglesia viva. A ello se lanzaron borrachos de odio, convencidos de
que todo quedaba reducido a escombros y cenizas, volando la Cámara
Santa con sus símbolos raíces, las Cruces de los Ángeles y de la
Victoria. Pues ahí tienen los escombros de una Cámara Santa
resucitada gracias a la destreza de las manos de mi buen amigo don
Victor Hevia.. ¿ Qué dice ahora ese anticlerical del siglo XIX
pretendiendo sustituir el símbolo de la cruz de la Bandera de
Asturias por una madreña? ¡Lástimas de Cadellada!
Una Iglesia sin amor
a sus mártires no es la Iglesia de Cristo. Una Iglesia que se
olvida por desprecio o cansancio de sus mártires es una Iglesia que
pierde el derecho a la esperanza. Una Iglesia con clérigos
anticlericales que arrancan las lápidas de sus mártires, es una
Iglesia degradada por el miedo a los mártires o por la amistad con
sus perseguidores. Si sangre de sacerdotes mártires es semilla de
seminarios llenos, cuando el olvido pisa las sangre de sus mártires,
seguro, segurísimo que no hay manera de que los Seminarios levanten
cabeza.
Hace unos años,
nadie sabía en el Seminario de Oviedo dónde estaba la orla de los
seminaristas mártires. Apareció perdida entre trastos en el sótano
a donde van los cacharros que no tienen uso. ¡Menos mal! que hoy
preside un bellísimo cuadro de los seminaristas asesinados en 1934
en uno de sus claustros más transitados, iluminando con alegría la
idea de que vale la pena dar la vida por Cristo, precisamente para
ganarla.
La Iglesia cuando
beatifica o canoniza a los mártires no reabre heridas sino que las
cicatriza con el ejemplo de los mártires que murieron perdonando a
sus enemigos. Y porque los mártires son Cristo de nuevo
crucificado, esa cruz de los seguidores de Cristo no es instrumento
de guerra sino de convivencia y de paz.
No pretendo dar
valor absoluto al pasado. sino confirmarme en el fracaso de los
llamados progresistas, enemigos del verdadero progreso, que dan
valor absoluto al futuro sin saber a dónde nos llevan. Como aquel
cura navarro que en la Asamblea Conjunta de Sacerdotes y Obispos,
sostenía este lema: "Una por una cambiarlo todo en la
Iglesia". Y después ¿qué?, le pregunté, Después ... ya
veremos, me contestó. Después me enteré que se secularizó. Y el
Seminario de Pamplona sigue sin levantar cabeza.
Así, se ciegan
posibilidades permanentes de la Iglesia sin vocaciones, sin
sacerdotes, porque se olvidan conquistas irrenunciables como el
triunfo de los mártires del 34 y 36.
Los mártires son
bandera para la esperanza que es futuro. Ellos gritan desde el
silencio, ahuyentando al lobo de la mentira en que nos toca vivir
por falta de coraje y amor a la verdad que nos garantice la libertad
que estamos perdiendo.
OS AGRADEZCO LA
INVITACIÓN A HABLAR DE LOS MÁRTIRES
¿Qué
tienen los mártires en su mirada? Les cuento el caso del párroco
de Barcena de Pie de Concha (Cantabria) Era de buena posición. Su
hermano era el farmacéutico del pueblo. Se desvivía por los
pobres. Pero, lo mataron. Y quien lo mató, gente de fuera del
pueblo, quedó tan impresionado de su mirada que no podía dormir ni
de día ni de noche. Se volvía loco viendo aquellos ojos de aquel
santo sacerdote. Después de años, volvió al pueblo del cura a ver
si encontraba algún familiar del sacerdote para pedirles perdón.
Necesitaba reconciliarse para poder vivir.
Yo también me he pasado la vida cautivado por la mirada de los mártires
y les quiero entrañablemente. Quiero decir que durante mis primeros
10 años tuve la oportunidad de vivir muy de cerca la experiencia de
martirio hasta hoy ...
El primer apellido Garralda de mi estirpe del que tengo noticia, es un
misionero franciscano, Fray Lorenzo Garralda, natural de Nagore,
(Navarra), martirizado en las islas Célebes (Indonesia) en agosto
de 1645, un siglo después de que S. Francisco Javier navegara por
aquellos mares. De su casa procede el apellido que llega a mi casa
paterna el año 1785.
Mi madre que era de Tremañes -Gijón fue a ejercer de Maestra al Valle
Roncal (Navarra) donde contrae matrimonio y por sistema todos los
veranos veníamos de veraneo a Tremañes, su pueblo. Durante el
verano en la Iglesia de Tremañes nos daba catecismo el jesuita P.
Emilio Martínez de la Iglesiona, a quien en la Revolución de
Octubre lo mataron en Mieres.
El año 1935 ingresamos dos hermanos en el Seminario Pontificio de
Comillas Santander) con 10 y 11 años y el profesor de 1º de Latín.
el jesuita P. Gregorio Ruíz de 23 años, en agosto de 1936, era
asesinado en Santander lanzado al mar, con una piedra al cuello. Le
queríamos como a un padre ya que éramos niños lejos de nuestra
familia.
Mi madre, viuda. el año 1935 se había trasladado de Maestra a Los
Corrales de Buelna (Santander) para estar más cerca de sus hijos e
impelida por su conciencia católica vulneraba la ley de la República
que prohibía la enseñanza del Catecismo en la Escuela. Por eso,
fueron a buscarla para matarla a casa de la patrona donde vivía, el
mismo día que se llevaron y mataron al coadjutor de la parroquia.
Don Santiago González Concha, antiguo alumno de Comillas.
Estando en zona roja en Comillas, desde la fonda donde vivíamos de
momento, vi a dos alumnos de la Universidad Pontificia, hermanos,
catalanes, los Alabern; uno ya sacerdote, pasear por la azotea en la
casa de un amigo que los había protegido, pero a los pocos días
dejé de verlos pues los habían "paseado".
Un mal día de agosto nos levantamos con la triste noticia de que los
rojos se habían llevado presos a Santander todos los jesuitas y
seminaristas, de los cuales un buen número fueron martirizados.
Llego al sacerdocio el año 1949 y en 1951 mi destino es la ciudad de
Oviedo, dos veces mártir, como Profesor en el primer Seminario mártir
de España en 1934 y también como coadjutor en la Parroquia S. Juan
el Real, en cuya capilla de ánimas yacen los restos de don Salvador
Torner Lorenzo, martirizado en 1936.
A los seis años, en 1957, me destinan a San Nicolás de Bari de Avilés,
donde resido hace 50 años el próximo 2007 y escribo la primera
historia de Avilés con rigor científico, "Avilés, su fe y
sus obras", (1970) uno de cuyos capítulos es la Persecución
religiosa en Avilés y su zona.
A continuación., y
viendo que el fervor de los seminaristas por sus mártires se había
disipado como el humo por la chimenea del olvido; viendo que la orla
de los seminaristas mártires había desaparecido; viendo que los
sacerdotes mártires ya no eran semilla de nuevos sacerdotes, me
lancé a escribir "La persecución religiosa del clero en
Asturias (1934 y 1936 -37) (en dos tomos): Martirios y
Odiseas".
Doy gracias a Dios
de haber visitado uno a uno, prácticamente todos los sacerdotes que
padecieron la persecución más sañuda de todos los tiempos. Por
eso, es muy importante volver la vista a aquellos momentos tan
decisivos para la Iglesia y la sociedad civil, viendo la historia
con los mismos ojos de los mártires, los mismos ojos de Cristo en
su agonía. Si no escribo yo "la persecución religiosa en
Asturias..." no la escribe nadie, y los tergiversadores de la
"memoria histórica", acabarían diciendo que no había
habido persecución o que quien los había asesinado era Franco.
A mayor abundamiento
y para remate de mi afición a los mártires, soy vicepostulador de
la Causa de "Los mártires de Nembra", el martirio más
cruel, cuyo proceso una vez resuelto en la Curia de Oviedo, llevé
personalmente a la Sagrada Congregación de los Santos a Roma, donde
más tarde me encomendaron redactar la "Positio", último
documento previo al examen de un equipo de Consultores y a otro
tribunal de Cardenales para aseverar al Papa el martirio de los
Siervos de Dios.
Esto es todo
confiando que al final de mi jornada los mártires me echarán una
manina que me vendrá muy bien.
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