El
escudo de Europa.
Por Rafael Sanz.
No nos engañemos, la mayoría de los estados
nacionales europeos son creaciones dinásticas. Durante siglos los
europeos han derramado su sangre en innumerables guerras a causa de
la rapacidad de un puñado de familias: Rusia debe su existencia a
la familia Romanov, Francia a los Capeto-Borbón, Prusia-Alemania a
los Hohenzollern, Austria a los Habsburgo, Holanda a la casa de
Orange, Italia a los Saboya, Portugal a los Braganza, Suecia a los
Vasa y Dinamarca a los Oldemburgo. Mil anos de guerras para que una
familia adquiriese más o menos territorio han causado un
sufrimiento difícilmente mensurable.
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España
es una excepción que escapa a la regla. Tuvimos dinastías,
sufrimos la rapacidad de los reyes, pero España no dependió de una
dinastía para tomar forma. Ya en época romana los españoles tenían
conciencia de formar una gran familia , antes de que los reyes godos
creasen el primer estado español, que fue, no lo olvidemos, el
estado más antiguo de Europa.
Históricamente,
la Hispanidad ha sido, como en si día escribió Ramiro Ledesma
Ramos, el baluarte de Europa frente a los embates del Islam. Este
honor lo compartimos con otros antiguos estados europeos, Rusia y
Polonia. El orgullo, como rasgo de carácter de un pueblo de
frontera, lo compartimos con rusos y polacos, pero a diferencia de
ellos, hemos perdido la conciencia de nuestro pasado.
Cánovas
del Castillo dijo que era español quien no podía ser otra cosa,
mientras que para José Antonio Primo de Rivera ser español era una
de las pocas cosas serias que se podía ser en esta vida. José
Antonio, más sagaz que Cánovas, entendió la grandeza histórica
de lo hispánico.
Vivo
en Bruselas, ciudad con mayoría de población juvenil musulmana, y
por ello entiendo bien todo lo positivo que encierra lo hispánico.
Al servir de fortaleza a lo largo de los siglos frente a los embates
de turcos y magrebíes, España protegió al resto de Europa de las
garras del Islam e hizo posible durante al menos unos siglos ese
milagro de libertad y progreso que Europa ha encarnado, un milagro
cuyo savia el Islam hubiese secado. Hemos sido mucho más que una
creación dinástica, hemos sido el escudo de Europa.
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