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Actualizada: 28 de Diciembre de 2.009.  

 
 
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  Razones para una respuesta


 Tariq Ramadán (II)


   Por Pablo Gasco de la Rocha.


La situación es alarmante, sobre todo para un avezado islamismo que conoce nuestra debilidad y domina las claves de una estrategia insurgente. A lo que hay que añadir la falta de iniciativa de parte de las naciones  europeas, encorsetadas dentro de un único modelo político correcto, aspecto que traducido a términos reales significa, ausencia de la necesaria libertad de acción. Lo que hace que toda Europa esté a remolque de los acontecimientos en un impasse dominado por la inanición, cuyo soporte ideológico es un discurso civilista con ausencia total de identidad europea-occidental. Un discurso fabricado a jirones y retazos sobre el escenario de la mal entendida globalización.

La razón de ser de esta segunda parte viene determinada por la respuesta que desde las Razones debe darse al musulmán-islamista Tariq Ramadán a propósito de su artículo "Contra los minaretes votó el miedo" (El Mundo, 1-12-2009). Que es, por otra parte, la mentalidad que tienen y sostienen, sean radicales o no, los musulmanes que viven entre nosotros, en Europa.

Confunde Tariq Ramadán, no sé si por ignorancia o interés, el carácter peculiar (propio, único y particular) de los pueblos (naciones, patrias y  continentes) y de los individuos que a ellos pertenecen a través de generaciones, con  el status jurídico de la nacionalidad, sea por nacimiento o por naturalización, nacionalidad sobrevenida, siempre sujeta a disposiciones reglamentarias. Ya que los ordenamientos jurídicos incorporan en cada momento histórico diferentes valores o consideraciones, siempre en beneficio de la comunidad a la que sirven. Disposicones reglamentarias que no afectan ni pueden hacerlo respecto a la nacionalidad desde esa primera consideración a la que hemos aludido de pertenencia a una comunidad peculiar, propia, única y particular. Es decir, a la del los individuos que pertenece a una comunidad histórica a través de generaciones. Una categoría que va más allá de la misma nacionalidad sobrevenida por nacimiento, que indudablemente puede ser circunstancial y de poca importancia. Ya que los valores se trasmiten incluso por la sangre, aun admitiendo que este aspecto por sí solo no determine el carácter peculiar, nacionalidad, de los individuos que integran una comunidad. Una comunidad que persiste aun cuando vayan cambiando sus miembros. Que es lo que llamamos propiedades de la nación y que a su vez superviven en propiedades de sus integrantes a modo y manera de vasos comunicantes. De ahí que lo que determina el estado de la persona en una colectividad concreta, sea la transmisión de unas vivencias comunes, compartidas, en especial, de una memoria colectiva, de unos recuerdos que se perpetúan en la conciencia común junto con unos proyectos de futuro conjunto.

Transmisión de vivencias comunes, compartidas, en especial, de una memoria colectiva, de unos recuerdos que se perpetúan en la conciencia común junto con unos proyectos de futuro, que es lo que el musulmán-islamista Tariq Ramadán no quiere aceptar: "Todos los países europeos tienen sus obsesiones o tópicos en cuya virtud se ataca a los musulmanes". Y que no son obsesiones o tópicos, sino valores y recuerdos verídicos. Porque una obsesión o un tópico encierra un desvalor, en cambio los valores y los recuerdos una verdad, pero también porque la obsesión o el tópico es frágil y el valor o el recuerdo sólido.

Por tanto, la formación de una determinada nación, patria o continente,  aun siendo en un primer momento un hecho contingente, todo es en un principio contingente. Una vez que la población ha llegado a existir, su continuación futura no es axiológicamente indiferente. Pues está constituida por una serie de valores que las generaciones precedentes transmitieron en un acervo de recuerdos colectivos y realizaciones históricas, sociales y culturales acumuladas, que las siguientes trasmitirán a su vez a las futuras en un devenir incesante hacia lo universal. Lo que volviendo al principio determina el estado propio, particular y único de las personas que pertenecen a una nación.

En algo, no obstante, estoy de acuerdo con Tariq Ramadán, en que "Europa como Suiza, se han acobardado (...)". Y es que la desmemoria histórica en Europa ha provocado una desintegración identitaria de la población europea, una auto-negación rayana en la auto-destrucción, una pérdida de perspectiva de un futuro, que es caldo de cultivo para la pululación de pseudomemorias inventadas. En especial como la que sostienen los musulmanes respecto Al Ándalus. Foco de tensión circunscrito, de momento, a la versión islamista-terrorista.  

Por eso hay que insistir que el "NO" a los minaretes y el rechazo a  un aumento de la población musulmana en Europa no viene determinado por una especie de obsesión o tópico, ni siquiera por el justificado recelo emanado de sus acciones insurreccionales y mucho menos  por una declarada manifestación xenófoba anti-islamista, sino que es la expresión de una voluntad colectiva de la población europea a favor de su identidad, cuyo instrumento de acción esencial radica en esa decisión popular, hoy expresada en Suiza.

Por qué vamos a ver, señor Tariq Ramadán…

¿Qué reacción o sentimientos le producen a usted esta pintura, reflejo de un hecho histórico-real asumido por la conciencia cristiana-occidental de toda Europa?


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OPINIÓN


Pablo Gasco:
Tariq Ramadán (II)

Jesús Flores:
La corrupción necesaria.

Jaime Miguel:
A su Majestad

Pituca:
Todo un símbolo.


© Generalísimo Francisco Franco. Noviembre 2.003 - 2.009. - España -

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