-Con todo
respeto, sentida admiración y eterna gratitud-
Ante este nuevo
20-N (2009), y cuando sobran argumentos para hablar sobre Franco y
su Obra, a tenor de esta España a la que "amamos porque no nos
gusta", toda mi mente la ocupa el hombre en torno al cual, a su
magisterio, lealtad y valentía nos hemos venido reuniendo año tras
año para honrar y recordar a José Antonio Primo de Rivera, Capitán
de Juventudes, y a Francisco Franco, Caudillo de España por la
Gracia de Dios. Me refiero, como no, a mi amigo, a nuestro amigo,
jefe y maestro Blas Piñar. Una figura que se yergue, pese a todo
silencio, enorme de posibilidades en el futuro horizonte de España.
Y tan clarividente, que no dudo que dentro de unos años recordemos
no a dos, sino a tres figuras.
Porque de la misma
que muchos han reculado, rectificando y rectificándose, no siendo
pocos los casos de terroristas convictos y gentuza que sin ápice de
humildad se nos muestran vestidos de todo plumaje. Y de la misma
forma que hoy se reivindican figuras hasta no hace mucho olvidadas,
cuando no vilipendiadas (Maeztu, Balmes, José Calvo Sotelo, por
citar sólo a los más aparentes). De igual forma, digo, mañana, no me
cabe la menor duda, se reivindicará a Blas Piñar, el "león" bravo y
solitario (dicho con todo respeto y cariño) de las Cortes de Franco
y de las cortes de la Involución. El diputado que asistido de toda
razón ha dictado las mejores lecciones de Derecho Político y
Teología en estos treinta ignominiosos años de España.
Quienes le hemos
seguido desde el principio, cuando éramos jóvenes, y seguimos
siguiéndole ahora que somos muy mayores, sabemos no sólo de sus
capacidades, sino, sobre todo, de su moralidad y honradez. Sabemos,
por ejemplo, que siempre ha estado ahí. Justo donde se le
necesitaba. En el lugar donde más peligro había... "en la noche
clara, arma al brazo y en lo alto las estrellas". Sin obstaculizar
nada. Sin interrumpir a nadie. Lo sabemos, y por eso le apreciamos
más allá de toda duda razonable.
Una cosa, por
encima de cualquier otra cuestión quiero agradecer a Blas Piñar, no
habernos dejado solos, habernos acompañado hasta aquí. Porque con su
compañía de jefatura y con su magisterio ha sido mucho más fácil
avanzar, acertar en lo que intuíamos y razonar lo que hemos venido
aprendiendo, en parte porque él nos lo ha enseñado o mostrado en
sus perfiles y contornos exactos. Precisión conceptual de un
maestro, valentía de un capitán y comportamiento de un auténtico
siervo de Dios.
Por todo ello,
infinitas gracias, Blas. Un abrazo y que Dios te bendiga... |
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