Excelentísimo Señor:
Debido a la repulsa que produce la apestosa gestión política actual,
ya tenía pensado no inmiscuirme por siempre jamás en las
inaguantables paridas que utilizáis los nefandos políticos
españoles. Esas tan conocidas, que a cada dos por tres aporrean y
laceran nuestra mente -sin solución de continuidad- desde hace más
de treinta años.
Lo
que ha declarado su coleguilla y subordinado interesado vasco,
rociado de amenazas en contra de la ETA, a raíz del último asesinato
de un policía, es más falso que un duro de madera.
Se
lo digo, porque este mandatario vasco actual, lleva mamando de la
política desde que se quitó el pantalón corto de niño. No ha hecho
otra cosa en su vida que no haya sido trincar del presupuesto que
paga el contribuyente, sin más esfuerzo que romperse el culo en los
asientos que ha ido utilizando.
Y
al igual que usted, es un perillán que jamás ha denunciado los
abusos y enjuagues culposos de sus compañeros de partido, que ha
habido y siguen habiendo. Acuérdese de los trece años de corrupción
felipista que usted silenció desde un escaño del Congreso de los
Diputados sin decir ni pío. Calladito, boquita cerrada a la espera
de lo que -increíblemente- alcanzó después.
Prueba evidente de que el rastrero y nauseabundo proceder político
invita al vómito. Quiero decir, que si usted cobrando como Diputado,
hubiese cumplido honradamente -era su deber sagrado- con la misión
de defender a los contribuyentes y a la decencia política,
denunciando aquella descomunal corrupción felipista; jamás de los
jamases hubiese alcanzado el puesto de Presidente de este
desgraciado País.
Porque el tal Felipe lo hubiera fulminado -políticamente- de
inmediato; ipso facto. Que todo ello, no es más que una
simple cuestión de granujadas entre pillos a la búsqueda del
beneficio propio.
Señor, a los que somos y nos sentimos españoles, nos duele en el
alma, que ciudadanos nacidos en nuestra Nación, asesinen a
compatriotas de ínfima categoría profesional y sin más culpa que la
de cumplir con su obligación. Jamás -lo estamos comprobando-
asesinan a los que tienen en sus manos el poder de decisión; que son
los que impiden –faltaba más- que ellos alcancen sus imposibles y
falaces pretensiones separatistas.
Algo extraño, ya que su teoría, sus llamadas razones se dan de
bofetadas, puesto que descansan en el yugo insoportable e indigno
que emana de la rastrera gestión política de esos altos mandos
precisamente: abusos, mentiras, latrocinios y otras basuras sociales
que tanto critican.
Es
claro que si hubiera una honrada y digna gestión política, serían
menos o ningunos los argumentos que aportaran los separatistas para
separarse del resto. Ningún padre alcohólico tiene autoridad ni
fuerza moral para exigir a sus hijos que no beban alcohol.
De
ahí que ellos –los llamados violentos- utilicen amenazas continuas
contra los ciudadanos pudientes –sólo contra los ricos- para obtener
beneficios económicos como base y apoyo a su demencial y falaz
lucha; ya que no disponen del Decreto ni de un Legislativo que pueda
saquear al contribuyente –pobre y rico- con las chistosas leyes que
os sacáis de la manga, creadas ad hoc. Más adelante haré
referencia a este asunto. |
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Señor, los partidos políticos españoles -TODOS- y no digamos de los
sindicatos, que se han de sustentar -sólo y exclusivamente de las
cuotas de sus afiliados- son pandillas de saqueadores que viven de
las subvenciones que nos roban a los contribuyentes, por la vía de
su particular decisión, para comprar su silencio en todas y cada
una de las gatadas que viene cometiendo, desde que alcanzó la
presidencia de nuestro País.
Al
principio -ya lo dije en otra ocasión-, os presentáis como
comisionados arcángeles exterminadores del mal que nos aflige;
ofreciendo a los incautos ciudadanos el "oro y el moro" y subsanar
todas las injusticias sufridas; pero, una vez en posesión del
dominio codiciado mediante artimañas variadas, no les importa
exteriorizar sus hábitos e inclinaciones personales sin el menor
rubor, teniendo la insolente desfachatez de llegar a interponer
entre los ciudadanos y su verdad "una concha podrida de
instituciones corrompidas", como dijo el filósofo; y suscitando en
la mente de los gobernados, la idea de que la clase política es una
cuadrilla de timadores, ambiciosos y fulleros que cuando claman su
atención en períodos electorales, sólo les mueve satisfacer su
simulado interés personal.
Que
es, cuando el justo enojo de los ciudadanos burlados, puede
dispararse hasta alcanzar cotas inimaginables. Desde sentir asco al
contemplar una simple imagen de cualquiera de ellos, hasta el
extremo repudiable de terminar con la saludable y libre convivencia
que ofrece un Estado de derecho, como les ocurre a los llamados
violentos.
Igualmente –no debo olvidar a las dignas organizaciones mafiosas-,
es un deleite verificar que existen bandas homónimas a las
políticas, cuyos hombres se destacan por su respeto a la palabra
dada; principio que han elevado al summum de su adoración;
enarbolándolo como su primordial código de honor. Mandando al
desolladero, sin pensárselo dos veces, a todo el traidor o botarate
que lo quebrante. Inadaptadas criaturas que han sido puestas fuera
de la misma ley que utilizan los gobernantes de turno para someter
sin contemplaciones a los indefensos y sufridos ciudadanos.
En
realidad lo más rechazable y engorroso de los mafiosos, desde el
punto de vista humano, son los charcos de sangre que quedan en la
vía pública cuando se ventilan sus cuitas: tráficos varios,
traiciones, dominio de ciudades y barrios, etc, etc. Un acto más de
violencia forzada.
Por
lo demás están a la altura de la Hacienda Pública de cualquier país
del mundo. Siguen sus enseñanzas emulando sus métodos al pie de la
letra. Su labor es equivalente; una simple duplicidad de funciones.
Por libre exigen mordidas, controlan colectivos y obtienen ganancias
de negocios varios, o sea, tal cual.
Sólo hay una diferencia cualitativa y es que los gobiernos cuando
algún ciudadano no se deja saquear, lo amenazan con el embargo y la
cárcel, y los mafiosos, por falta de tiempo y estructuras, con la
pólvora y el traje de madera.
Una
vez más he de parafrasear a Freud, cuando decía: "los gobiernos
modernos persiguen a los delincuentes porque no admiten
competencias".
En
fin, tomando el hilo de lo que realmente quería decir y por lo
expuesto anteriormente, pienso que si en nuestro país se adoptara la
inusitada norma mafiosa, que sería, en este caso, mandar al
ostracismo a todo político que mintiera, robara o faltara a su
palabra, seguro que la limpia general que se ha hecho imprescindible
en el actual Parlamento español, caería cual celestial maná. Y hasta
es posible que hubiese menos o ningún separatista.
Porque nuestros diputados han llegado a unos límites de insolencia y
desahogo verdaderamente insostenibles. Tienen una cara que se la
pisan. Ya pueden oír lo que oigan que les resbala. Les causa gracia,
se regocijan sin el menor rubor de los reproches más indignos, los
tíos cínicos. Y hasta se rompen las manos, las hordas del pesebre,
aplaudiendo frenéticamente, cuando sale a la palestra algún conocido
rufián de los de su cuerda.
Está claro que el parlamento español no cumple con su cometido
democrático. Vemos con dolor y desesperanza como ha venido a ser un
pudridero de intereses, un nido de inmoralidad y desvergüenza.
Donde observamos abatidos, a universitarios, muchos de ellos
intelectuales forrados de distinguidos títulos, que expelen de sus
bocas intrincados, babosos y patéticos razonamientos en sus
lamentables intervenciones. Siendo como son, nada más y nada menos,
las señorías que elaboran y conforman las leyes que hemos de acatar
y cumplir los ciudadanos.
En
un país, como decía un catedrático: "que el depositario de la
confianza económica ha robado. El custodio de la seguridad ha
contratado asesinos y dispendido irregularmente los fondos públicos.
Los veladores de las libertades y derechos los violan, no se puede
decir que aquí no ha pasado nada. ¿Qué tiene que pasar aquí para que
aquí pase algo?".
Y
para terminar me referiré –como he dicho anteriormente- a las leyes
ad hoc que se sacan de las mangas los legisladores que
tenemos en el parlamento. Todo el robo que se leerá a continuación,
fue legislado en el conocido estercolero.
-Ha sido publicado por el Correo Gallego que la
dirigente socialista Leire Pajín, además de percibir un sueldo
de –6.500 euros- como secretaria de organización de su partido.
-Ingresa también una remuneración en concepto de
ex secretaria de Estado de Cooperación internacional, que unido
al sueldo que le correspondería por su entrada como senadora de
Valencia -5.500- euros; resultarían 20.000 euros al mes; unos
240.000 euros al año. Es decir, el sueldo de cualquier
currante español. ¿A qué sí?
La remuneración de 6.500 euros que recibe del
partido, procede de las arcas del Estado, en concepto de subvención
a los partidos Políticos. LATROCINIO EN GRADO SUPERLATIVO.
Pajín, también se beneficia –como han comprobado- de
una ley aprobada en 1980 para BLINDAR económicamente a los ministros
y presidentes de órganos constitucionales (Congreso, Senado,
Tribunal Constitucional, Consejo de Estado…) cuando abandonan el
cargo.
Durante los dos años posteriores a su cese, esos
altos cargos tienen derecho a percibir el 80% de su salario en
concepto de indemnización. ¿Por qué? ¿A que trabajador le
corresponde -durante dos años- el 80% del salario de un anterior
trabajo?
Muy sencillo, ha sido legislado en el conocido
estercolero parlamentario que la indemnización que se cobre por
haber sido Secretaria o Secretario de Estado es compatible con
cualquier otra remuneración pública. Que como se ve, es un
privilegio vedado al resto de los ciudadanos que no pueden percibir
más de un sueldo de la Administración. Es decir, legislación ad
hoc. Lo que en cristiano significa, hacer algo para un fin
determinado.
Y si esta tía sociaLISTA consigue entrar en el
Senado, su sueldo de senadora podría incrementarse si, además, fuese
designada presidenta, vicepresidenta o portavoz de alguna de las
comisiones de la Cámara Alta; cargos que tienen asignados distintos
complementos mensuales.
Sin olvidar los 1.823 euros mensuales en concepto de
gastos de manutención y alojamiento que, en teoría, están
reservados para los senadores de circunscripciones electorales
distintas a la de Madrid. Dinero exento de tributación.
Me resisto a exponer los sueldos de los diferentes
mandatarios de nuestro País, por el hedor a corrupción, abuso y
mangancia que conllevan implícito.
Pasta gansa que se llevan de nuestros impuestos
porque se les pone en los cojones. ¡RATEROS! ¡LADRONES! ¡GOLFOS!
¡GENTUZA! ¡SINVERGÜENZAS!
En el
susodicho diario gallego se lee: “estos son los políticos en
estado puro. Es para salir a la calle y poner Guillotinas en las
plazas públicas, y cortar cabezas como durante la Revolución
francesa”.
“Es
cierto que nos hemos convertido en una república bananera. Un país
serio y responsable jamás permitiría ni la cuarta parte de este
desmadre político que estamos viviendo”.
SEÑOR PRESIDENTE, ¿NO SE AVERGÜENZA DE LO QUE ESTÁ HACIENDO CON
NUESTRA NACIÓN?
Sin
más.
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