Carta al Presidente del Gobierno.
Por Jaime Miguel Tur, antiguo Sargento de la Legión, 26/06/2009.
Excelentísimo Señor:
Debido a la repulsa que produce la apestosa gestión política actual, ya tenía pensado no inmiscuirme por siempre jamás en las inaguantables paridas que utilizáis los nefandos políticos españoles. Esas tan conocidas, que a cada dos por tres aporrean y laceran nuestra mente -sin solución de continuidad- desde hace más de treinta años.
Lo que ha declarado su coleguilla y subordinado interesado vasco, rociado de amenazas en contra de la ETA, a raíz del último asesinato de un policía, es más falso que un duro de madera.
Se lo digo, porque este mandatario vasco actual, lleva mamando de la política desde que se quitó el pantalón corto de niño. No ha hecho otra cosa en su vida que no haya sido trincar del presupuesto que paga el contribuyente, sin más esfuerzo que romperse el culo en los asientos que ha ido utilizando.
Y al igual que usted, es un perillán que jamás ha denunciado los abusos y enjuagues culposos de sus compañeros de partido, que ha habido y siguen habiendo. Acuérdese de los trece años de corrupción felipista que usted silenció desde un escaño del Congreso de los Diputados sin decir ni pío. Calladito, boquita cerrada a la espera de lo que -increíblemente- alcanzó después.
Prueba evidente de que el rastrero y nauseabundo proceder político invita al vómito. Quiero decir, que si usted cobrando como Diputado, hubiese cumplido honradamente -era su deber sagrado- con la misión de defender a los contribuyentes y a la decencia política, denunciando aquella descomunal corrupción felipista; jamás de los jamases hubiese alcanzado el puesto de Presidente de este desgraciado País.
Porque el tal Felipe lo hubiera fulminado -políticamente- de inmediato; ipso facto. Que todo ello, no es más que una simple cuestión de granujadas entre pillos a la búsqueda del beneficio propio.
Señor, a los que somos y nos sentimos españoles, nos duele en el alma, que ciudadanos nacidos en nuestra Nación, asesinen a compatriotas de ínfima categoría profesional y sin más culpa que la de cumplir con su obligación. Jamás -lo estamos comprobando- asesinan a los que tienen en sus manos el poder de decisión; que son los que impiden –faltaba más- que ellos alcancen sus imposibles y falaces pretensiones separatistas.
Algo extraño, ya que su teoría, sus llamadas razones se dan de bofetadas, puesto que descansan en el yugo insoportable e indigno que emana de la rastrera gestión política de esos altos mandos precisamente: abusos, mentiras, latrocinios y otras basuras sociales que tanto critican.
Es claro que si hubiera una honrada y digna gestión política, serían menos o ningunos los argumentos que aportaran los separatistas para separarse del resto. Ningún padre alcohólico tiene autoridad ni fuerza moral para exigir a sus hijos que no beban alcohol.
De ahí que ellos –los llamados violentos- utilicen amenazas continuas contra los ciudadanos pudientes –sólo contra los ricos- para obtener beneficios económicos como base y apoyo a su demencial y falaz lucha; ya que no disponen del Decreto ni de un Legislativo que pueda saquear al contribuyente –pobre y rico- con las chistosas leyes que os sacáis de la manga, creadas ad hoc. Más adelante haré referencia a este asunto.
Señor, los partidos políticos españoles -TODOS- y no digamos de los sindicatos, que se han de sustentar -sólo y exclusivamente de las cuotas de sus afiliados- son pandillas de saqueadores que viven de las subvenciones que nos roban a los contribuyentes, por la vía de su particular decisión, para comprar su silencio en todas y cada una de las gatadas que viene cometiendo, desde que alcanzó la presidencia de nuestro País.
Al principio -ya lo dije en otra ocasión-, os presentáis como comisionados arcángeles exterminadores del mal que nos aflige; ofreciendo a los incautos ciudadanos el "oro y el moro" y subsanar todas las injusticias sufridas; pero, una vez en posesión del dominio codiciado mediante artimañas variadas, no les importa exteriorizar sus hábitos e inclinaciones personales sin el menor rubor, teniendo la insolente desfachatez de llegar a interponer entre los ciudadanos y su verdad "una concha podrida de instituciones corrompidas", como dijo el filósofo; y suscitando en la mente de los gobernados, la idea de que la clase política es una cuadrilla de timadores, ambiciosos y fulleros que cuando claman su atención en períodos electorales, sólo les mueve satisfacer su simulado interés personal.
Que es, cuando el justo enojo de los ciudadanos burlados, puede dispararse hasta alcanzar cotas inimaginables. Desde sentir asco al contemplar una simple imagen de cualquiera de ellos, hasta el extremo repudiable de terminar con la saludable y libre convivencia que ofrece un Estado de derecho, como les ocurre a los llamados violentos.
Igualmente –no debo olvidar a las dignas organizaciones mafiosas-, es un deleite verificar que existen bandas homónimas a las políticas, cuyos hombres se destacan por su respeto a la palabra dada; principio que han elevado al summum de su adoración; enarbolándolo como su primordial código de honor. Mandando al desolladero, sin pensárselo dos veces, a todo el traidor o botarate que lo quebrante. Inadaptadas criaturas que han sido puestas fuera de la misma ley que utilizan los gobernantes de turno para someter sin contemplaciones a los indefensos y sufridos ciudadanos.
En realidad lo más rechazable y engorroso de los mafiosos, desde el punto de vista humano, son los charcos de sangre que quedan en la vía pública cuando se ventilan sus cuitas: tráficos varios, traiciones, dominio de ciudades y barrios, etc, etc. Un acto más de violencia forzada.
Por lo demás están a la altura de la Hacienda Pública de cualquier país del mundo. Siguen sus enseñanzas emulando sus métodos al pie de la letra. Su labor es equivalente; una simple duplicidad de funciones. Por libre exigen mordidas, controlan colectivos y obtienen ganancias de negocios varios, o sea, tal cual.
Sólo hay una diferencia cualitativa y es que los gobiernos cuando algún ciudadano no se deja saquear, lo amenazan con el embargo y la cárcel, y los mafiosos, por falta de tiempo y estructuras, con la pólvora y el traje de madera.
Una vez más he de parafrasear a Freud, cuando decía: "los gobiernos modernos persiguen a los delincuentes porque no admiten competencias".
En fin, tomando el hilo de lo que realmente quería decir y por lo expuesto anteriormente, pienso que si en nuestro país se adoptara la inusitada norma mafiosa, que sería, en este caso, mandar al ostracismo a todo político que mintiera, robara o faltara a su palabra, seguro que la limpia general que se ha hecho imprescindible en el actual Parlamento español, caería cual celestial maná. Y hasta es posible que hubiese menos o ningún separatista.
Porque nuestros diputados han llegado a unos límites de insolencia y desahogo verdaderamente insostenibles. Tienen una cara que se la pisan. Ya pueden oír lo que oigan que les resbala. Les causa gracia, se regocijan sin el menor rubor de los reproches más indignos, los tíos cínicos. Y hasta se rompen las manos, las hordas del pesebre, aplaudiendo frenéticamente, cuando sale a la palestra algún conocido rufián de los de su cuerda.
Está claro que el parlamento español no cumple con su cometido democrático. Vemos con dolor y desesperanza como ha venido a ser un pudridero de intereses, un nido de inmoralidad y desvergüenza.
Donde observamos abatidos, a universitarios, muchos de ellos intelectuales forrados de distinguidos títulos, que expelen de sus bocas intrincados, babosos y patéticos razonamientos en sus lamentables intervenciones. Siendo como son, nada más y nada menos, las señorías que elaboran y conforman las leyes que hemos de acatar y cumplir los ciudadanos.
En un país, como decía un catedrático: "que el depositario de la confianza económica ha robado. El custodio de la seguridad ha contratado asesinos y dispendido irregularmente los fondos públicos. Los veladores de las libertades y derechos los violan, no se puede decir que aquí no ha pasado nada. ¿Qué tiene que pasar aquí para que aquí pase algo?".
Y para terminar me referiré –como he dicho anteriormente- a las leyes ad hoc que se sacan de las mangas los legisladores que tenemos en el parlamento. Todo el robo que se leerá a continuación, fue legislado en el conocido estercolero.
-Ha sido publicado por el Correo Gallego que la dirigente socialista Leire Pajín, además de percibir un sueldo de –6.500 euros- como secretaria de organización de su partido.
-Ingresa también una remuneración en concepto de ex secretaria de Estado de Cooperación internacional, que unido al sueldo que le correspondería por su entrada como senadora de Valencia -5.500- euros; resultarían 20.000 euros al mes; unos 240.000 euros al año. Es decir, el sueldo de cualquier currante español. ¿A qué sí?
La remuneración de 6.500 euros que recibe del partido, procede de las arcas del Estado, en concepto de subvención a los partidos Políticos. LATROCINIO EN GRADO SUPERLATIVO.
Pajín, también se beneficia –como han comprobado- de una ley aprobada en 1980 para BLINDAR económicamente a los ministros y presidentes de órganos constitucionales (Congreso, Senado, Tribunal Constitucional, Consejo de Estado…) cuando abandonan el cargo.
Durante los dos años posteriores a su cese, esos altos cargos tienen derecho a percibir el 80% de su salario en concepto de indemnización. ¿Por qué? ¿A que trabajador le corresponde -durante dos años- el 80% del salario de un anterior trabajo?
Muy sencillo, ha sido legislado en el conocido estercolero parlamentario que la indemnización que se cobre por haber sido Secretaria o Secretario de Estado es compatible con cualquier otra remuneración pública. Que como se ve, es un privilegio vedado al resto de los ciudadanos que no pueden percibir más de un sueldo de la Administración. Es decir, legislación ad hoc. Lo que en cristiano significa, hacer algo para un fin determinado.
Y si esta tía sociaLISTA consigue entrar en el Senado, su sueldo de senadora podría incrementarse si, además, fuese designada presidenta, vicepresidenta o portavoz de alguna de las comisiones de la Cámara Alta; cargos que tienen asignados distintos complementos mensuales.
Sin olvidar los 1.823 euros mensuales en concepto de gastos de manutención y alojamiento que, en teoría, están reservados para los senadores de circunscripciones electorales distintas a la de Madrid. Dinero exento de tributación.
Me resisto a exponer los sueldos de los diferentes mandatarios de nuestro País, por el hedor a corrupción, abuso y mangancia que conllevan implícito.
Pasta gansa que se llevan de nuestros impuestos porque se les pone en los cojones. ¡RATEROS! ¡LADRONES! ¡GOLFOS! ¡GENTUZA! ¡SINVERGÜENZAS!
En el susodicho diario gallego se lee: “estos son los políticos en estado puro. Es para salir a la calle y poner Guillotinas en las plazas públicas, y cortar cabezas como durante la Revolución francesa”.
“Es cierto que nos hemos convertido en una república bananera. Un país serio y responsable jamás permitiría ni la cuarta parte de este desmadre político que estamos viviendo”.
SEÑOR PRESIDENTE, ¿NO SE AVERGÜENZA DE LO QUE ESTÁ HACIENDO CON NUESTRA NACIÓN?
Sin más.
Artículo de opinión extraído de la página: www.generalisimofranco.com