Excelentísimo Señor:
Insoportables, estúpidas y de imbecilidad supina…
son las paridas que a cada dos por tres os sacáis de la manga, las
pandilla de politicastros que mal gobernáis a este sufrido PAIS
llamado ESPAÑA; atorrantes que estáis chupando a dos carrillos
ingentes cantidades del dinero público.
La actual norma desestabilizadora y fuera de toda
razón que habéis traído para dárselas de pan pringao
progresista, en cuanto al aborto voluntario a los dieciséis
años, está pidiendo ¡ESTACA!
Aunque bien es verdad y admirado, que si esa norma
se hubiese establecido cuando sus santos y queridos padres lo
engendraron a usted, hoy estaríamos libres de mantenerlo y, sobre
todo, de verlo. Ya que verlo es mucho peor que llenarle la panza
todos los días con nuestros impuestos. Señor cuando veo su cara en
la televisión, me da la impresión de que se escapó la noche anterior
de un psiquiátrico.
Además, ya que dictan normas para acabar con vidas
fecundadas, añadan que la asesina reciba una operación vaginal para
que nunca jamás pueda engendrar a otra criatura condenada a morir,
antes de nacer.
Señor Presidente, el acto sexual sin amor, es un
acto animal; una simple necesidad natural que se puede dominar con
el intelecto. Y no hay derecho a que unos tontos del culo
–normalmente viciosos, irresponsables, desquiciados e inmaduros-
tengan la potestad de acabar con la vida que la generosa naturaleza
les regala.
Ninguna fecundación que haya sido engendrada con
amor, es desechada por ninguno de los participantes en ese hermoso y
divino acto. Por tanto, es más humano y justo –como digo-
extirpar o inutilizar los órganos que no deben tener quienes no los
merecen.
Conste Señor, que no soy ateo, debido a que la razón
me ha llevado a creer en lo que puede haber en el más allá, que
ningún mortal sabemos lo que es; y que me trajo la felicidad
interior que no tenía cuando tuve que practicar -por obligación- la
religión impuesta. |