Cuando un sobrino le pidió a Isabel II autorización para contraer
matrimonio con una prima suya, ésta le contestó: “¿Es
que no hay ya suficientes imbéciles en la familia ?”
La
endogamia ha sido una constante de las familias reales y su amplio
elenco de mediocridades, que tantos tronos han hecho caer. La
mediocridad e ineptitud de los últimos soberanos de Alemania ,
Rusia y Francia contribuyó en gran medida a la caída de la monarquía
en dichos países. En todos los casos el país sobrevivió al fin de
la monarquía, pero tuvo que sufrir grandes tragedias nacionales que
se prolongaron durante décadas.
Es
posible que Franco sopesase durante décadas lo que iba a ser de su
obra, un país que funcionaba y al que había librado de los
horrores de la Guerra mundial, la desintegración territorial
y el comunismo. Franco pensó, influido por Carrero Blanco,
eminencia gris del régimen desde 1942, que la monarquía
garantizaba la estabilidad del estado y la continuidad de su obra.
Quizás dudase en más de una ocasión sobre la idoneidad del
candidato elegido.
Con
los países ocurre como con las familias, en las que un heredero
puede dilapidar los ahorros de generaciones. Nuestro país sigue
viviendo de las rentas acumuladas por cuatro décadas de sacrificios
y austeridad , pero el paso de la monarquía electiva, que Franco
representaba, a la monarquía hereditaria encarnada por Juan Carlos,
no ha traído al país la estabilidad y permanencia que se le presumía
al sistema dinástico. Es posible que algún día haya que frenar
antes de caer al precipicio y se tenga que tomar de nuevo el camino
de la monarquía electiva que tan buen resultado dió con Franco.
Porque
el balance de Franco, a las 3 décadas de su muerte, es positivo y
negativo a la vez. Positivo en cuanto a lo realizado bajo su
mandato, negativo por
haber confiado el destino de millones de personas a un heredero que
el tiempo ha demostrado incapaz de librarnos de los viejos fantasmas
de la desintegración territorial y de los nuevos del colapso demográfico
y social.
Tras
las mediocridades de Luis XVI, Luis XVIII, Carlos X y el conde de
Chambord, (el último Borbón de la rama directa, que murió sin
hijos en 1883 tras haber rechazado en 1873 el trono que el
parlamento francés le ofrecía), Francia había preferido la
mediocridad de la tercera república a la ineptitud de los Borbones.
Cuando en 1940 el joven conde de París visita al mariscal Pétain,
el viejo patriota republicano, entonces Jefe de Estado, le dice:
“Bien, jovencito, ¿Quiere Vd. mi puesto? “. Nunca Franco se
dirigió a su sucesor de forma tan directa y realista, y quizás ese
fue su error. Los franceses han tenido siempre más sentido de la historia que nuestros
compatriotas, que a pesar de la demostrada ineptitud de una familia
que dió lugar a monarcas tan ineptos como Felipe V, Carlos IV,
Fernando VII, Isabel II y Alfonso XIII, han vuelto a confiar las
riendas del estado al vástago de un linaje que no se distinguió
por su buen hacer. Ni en nuestro país ni
en el país vecino, han demostrado ser los Borbones un linaje de
estadistas, y aunque los países más avanzados, de Suecia a Canadá,
de Australia a Japón, conservan la antigua forma monárquica, no es
menos cierto que las grandes catastrofes del siglo XX van ligadas al
recuerdo de soberanos ineptos que en Europa Central y Oriental
dieron paso al caos y la decadencia. El tiempo pone a todo el mundo
en su lugar, y a medida que cada día se confirma la mediocridad y
futilidad de ciertos linajes de alta cuna, se hace más grande la
figura del militar que manejó con prudencia y habilidad la nave del
estado, un estado que está a punto de naufragar por la inercia del
heredero.
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Ante
el 18 de Julio, por Pablo.
De
la Tradición a la Salvación, por Almirante.
La
Memoria histórica y el 18 de Julio, por Miguel
Ángel.
El
error de Franco, por Rafael.
Con
valentía y honor, por Pituca.
El
18 de Julio y el « espíritu de Ermua», por
Condottiere.
Memoria Histórica, por Godofredo.
La
vigencia del 18 de Julio, hoy. por Fernando.
18
de Julio, ¿un golpe de Estado?, por Falangista.
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