La esperanza en
el horizonte...
-a la memoria de
los que se fueron sin haber visto nada todavía-
Es una feliz
coincidencia, en la parte que nos da la razón, que cuando muchos
españoles conmemoramos la figura y la Obra de Franco, España se
encuentra en una de las mayores y más graves encrucijadas de su
historia, tras este largo letargo en el que ha vivido durante estos
últimos treinta y cuatro años. Recordamos a Franco, porque acaudillo
una verdadera rectificación histórica respecto de nuestro pasado más
aciago, incapaz y violento, y dotando a España de una estructura
jurídica-social sobre la base de la Paz y de la Prosperidad. Por
eso, en este aniversario de su muerte, es absolutamente urgente que
el pueblo español reflexione sobre los enormes retos a los que nos
enfrentamos como Pueblo, como Estado y como Nación. Máxime, cuando
los dirigentes en los que algunos ponen sus esperanzas ya sabemos lo
que dan de sí.
Tres cuestiones son
las que tenemos que plantearnos:
El modelo
constitucional y territorial del Estado.- Un modelo articulado sobre
un pacto no escrito, la buena fe que sus creadores otorgaron a las
partes en permanente conflicto de intereses, los Partidos Políticos,
sobre los principios de unidad, igualdad y solidaridad entre todas
las regiones de España. Pero que hoy no puede asumirse por más
tiempo, pues es una flagrante alteración del marco territorial
través de las sucesivas modificaciones que se han venido haciendo de
los Estatutos de autonomía, que han terminado por subvertir de
iure y de facto el orden territorial que proclama la
Constitución.
La economía.- Que
tiene una importancia fundamental en la vida de las naciones, y que
al día de hoy, tras los fastos de una económica sustentada por la
ingeniería financiera, el lucro y el estraperlo, encuentra su real
sitio en el furgón de cola de los países europeos, sin que hasta el
momento ninguna autoridad monetaria pueda advertir el final de este
túnel. Y que con una contracción imparable de la economía, amenaza
con subvertir la paz social. Una situación que se agrava por cuanto
las reformas estructurales que nuestra economía requiere no se han
abordado ni antes ni ahora. Cuya consecuencia es el número de
parados que soportamos y padecemos, que seguirá aumentando, con el
consiguiente deterioro en la vida social y el aumento de la
inseguridad.
Cuestión sumamente
grave, porque tenemos un contingente de población extranjera muy
superior al que podemos soportar a todos los niveles. Unas gentes
que se comen literalmente el presupuesto social. Y que están
en el mismo plano de derechos que los nacionales, quienes
pertenecemos a una comunidad nacional, España, mediante la
transmisión de unas vivencias comunes, compartidas, de una memoria
colectiva, de unos recuerdos que se perpetúan en la conciencia común
junto con unos proyectos de futuro conjunto; lo que sin duda
contradice el principio jurídico de los "derechos adquiridos" por
derecho de parentesco y consanguinidad.
La cuestión
religiosa.- España es una comunidad de creyentes insertada en la
Europa cristiana, sin cuyo aporte y sustrato no se entendería Europa
ni Occidente. De ahí que, la presencia de otras religiones deba ser
contemplado sólo desde el respeto, y siempre y cuando sea reciproco
en los países de estos creyentes que viven entre nosotros. No siendo
admisible la presencia de un partido islamista como el que se ha
constituido, Partido Renacimiento y Unión de España (Prune), la
primera formación islámica a nivel nacional, cuya influencia social
puede ser decisiva para 1.500.000 musulmanes residentes en España.
Con
todo, este no es el momento para abrumarse por el futuro, siempre
por escribir, sino para alentar una nuevo renacimiento de España,
aunque sea, al menos, sobre la base de recordar las promesas que se
hicieron a partir de 1976, que indudablemente no se han cumplido.
Porque a poco que nos lo propongamos y surja alguien capaz de
aglutinar todo este descontento, España puede ser mejor a partir de
que se dé marcha atrás. Ese es el reto. Esa es, la esperanza en el
horizonte. |
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