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Actualizada: 15 de Septiembre de 2.009.  

 
 
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  África como problema.


 Etoó, el negro, no es el experimento para África (y II)


   Por Pablo Gasco de la Rocha.


La crisis financiera, alimentaria y energética que ya padecemos, golpeará con fuerza África, por lo que será incapaz de cumplir el reto del 2015 de reducir su pobreza dentro del programa diseñado por EEUU y Europa con el nombre de “Meta de Desarrollo del Milenio”. Pero no sólo se verá incapaz de cumplir este reto, sino que tal situación se llevará al traste la mayoría de los avances conseguidos. Una situación que se agravará, porque la mayoría de sus inmigrantes perderán los empleos o tendrá que esforzarse mucho por reservar algo de dinero para sus parientes de los países de origen: los que viven en chozas de paja, diezmados por todas las epidemias y expuestos a ser devorados por los leones o muertos de un cabezazo de jirafa. Con todo, esto no es más que la punta del iceberg de lo que se espera pueda pasar. Toda vez que, según el Banco Mundial, las remesas caerán por efecto de la crisis entre un 5 y  8 %. Que para la situación del África negra es la ruina.

Tal es la situación en este continente, África, incapaz de salir adelante, que las compañías extranjeras están retirando sus capitales, a la par de ir restringiendo el financiamiento para las importaciones y las exportaciones. Mientras el comercio está en declive y el índice de desempleo entre la población activa, que es fundamentalmente la masculina, llega al 73 %.

La perspectiva es, a todas luces y sin exagerar, dramática. Lo que sin duda provocará una oleada masiva de inmigración hacia Europa. Sobre todo, porque en África dentro de poco ya no se podrá ni comer. Una inmigración que destruirá definitivamente Europa, pues afectará de modo determinante a las relaciones sociales, ya de por sí deterioradas en todos los países europeos, como consecuencia del alto número de extranjeros que soportamos. De ahí, por tanto, que sólo una respuesta global y desinteresada, aunque simplemente sea por utilidad práctica, pueda dar salida a la situación. Aunque a la par se les tenga que “poner las pilas” a los negros, y hacerles comprender, de una vez y para siempre, que tienen que ser ellos los que tienen que salir solos adelante. A no ser, naturalmente, que quieran ser colonizados de nuevo. Que a lo mejor sería la solución para toda África negra.  

Y es que el África negra a la par de mejorar la seguridad alimentaria y reducir la pobreza, necesita superar la dependencia de una agenda dominada por los donantes, una economía exclusivamente agrícola, y aprender a competir a escala mundial. Necesita, pues, promover la producción y el comercio. Porque estas reformas, como han demostrado los países de Asía y otras áreas que se han industrializado recientemente, pueden mostrar a los negros que ellos también pueden ser capaces de salir adelante como han hecho otros. Máxime si se tiene en cuenta, el gran potencial de energía hidroeléctrica y reservas de gas natural y petróleo con el que cuentan. Un potencial que bien administrado tendría que servir para ajustar las prioridades de las políticas que necesitan poner en práctica para evitar una catástrofe humana y asegurar el lugar que en el ámbito económico global les corresponde.

Una vez más, Europa tiene, tenemos, la obligación moral de hacer que millones de seres humanos no mueran de hambre y, a la vez,  que pueda crecer por sus propios medios y recursos, y con sus gentes. Aunque lo primero que deberían aprender ellos, los negros, es a no ser tan soberbios ni pendencieros. Pues no sólo no han demostrado nada, sino que han evidenciado una profunda incapacidad para prosperar sin la ayuda de los blancos y ahora también de los asiáticos. De ahí que, en este caso, tampoco nos pueda servir de ejemplo Etoó, el negro, por soberbio y pendenciero.

 


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