¡Querido Paco!, aquí me
tienes otra vez para contarte el contacto y lucha que tuve con esa
cosa denominada El Defensor del Pueblo, en septiembre del año 2001.
Para protestar, en aquella
ocasión, por la cachonda medida de la prescripción de los delitos
por los tiempos establecidos.
Asunto que brilló por su
ausencia en el muy cacareado Pacto de Estado para la reforma de la
Justicia, del 28 de mayo del mismo año.
Te cuento estos detalles para que
sepas que toda esta gentuza es la que sigue difamándote
canallescamente con falsas invenciones.
Muy Señor
mío:
Ante la desidia y el habitual
desprecio al ciudadano por parte de los políticos y cargos
funcionariales de este país, es por lo que con el debido respeto, me
dirijo al Defensor del Pueblo, en la confianza de hallar la atención
y consideración debidas.
Señor: ¿al establecer los tiempos de
prescripción de los delitos, decidieron los legisladores, dar a los
delincuentes la oportunidad de pitorrearse de la ley, quizás?
¿Es justo, mínimamente aceptable,
entendible, que un delincuente se escabulla de las manos de la
justicia, por abulia administrativa o por los enredos legales que
eternizan el proceso a fin de agotar el tiempo prescrito? ¿No creen,
que ya está bien de hallar medios y blandir excusas para quebrantar
o eludir los preceptos?
Y como creo
que una de las mayores infamias que se produce en la justicia
española y que sólo favorece al poderoso, e influye en la creación
de jueces y abogados indeseables, está en la larga que se le da a
los procedimientos, hasta que el tiempo haga prescribir el delito,
aportaba una sencilla solución.
Y es que los
tiempos cuenten a partir del conocimiento del hecho. Y, sobre todo,
cuando los abogados presenten un recurso, en tanto se resuelve el
trámite correspondiente, relojes parados. Tiempo muerto; como en el
baloncesto.
O si lo
prefieren, lo que sería mucho más efectivo a la hora de agilizar el
proceso, que cuando el delincuente quede libre por la incompetencia
o alegrías de los juzgadores o por la insistencia en agotar los
trámites legales en los casos que no tienen vuelta de hoja, la pena
que conlleve el delito juzgado, recaiga sobre la parte tapón del
proceso: ya sean los jueces instructores, los fiscales o los
abogados defensores. Culpables sin remisión.
La sentencia
resultante de un delito juzgado, de ninguna de las maneras puede
caer en el vacío. Porque es una aberración jurídica que va en
detrimento de la dignidad e integridad de la justicia. Un tirar por
los suelos la necesitada confianza del ciudadano en ella y
argumentos, razones para los violentos.
¿En quién o
en qué va a confiar el ciudadano si falla la justicia? ¿Qué le
queda? ¿De dónde va a salir la fuerza moral que obligue a que el
ciudadano respete las leyes?
Por supuesto
¡Querido Paco!, sabía que mi propuesta iba destinada al fracaso, ya
que acabar con las cuchipandas legales, jamás iba a ser aceptada por
los que dirigen y trincan de la cosa.
Por tanto,
decía: que nadie espere otra cosa que no sea ver como estos casos
siniestros se repiten y repetirán, unos tras otros, sin que el
legislativo ni el judicial ni el ejecutivo se ofendan y digan basta.
No moverán jamás un solo dedo para solucionarlo.
Los
delincuentes con poder económico o político -únicos que pueden
beneficiarse de la prescripción de los delitos-, con bolsillos para
satisfacer minutas de soponcio y aguantar el coste de los mil y un
recursos, se seguirán escapando, mientras haya hombres del Derecho
que en vez de buscar justicia, como es su deber, traten de cometer
la injusticia de burlar a la ley a todo trance.
Si el
Derecho, es una norma justa, desde el punto de vista ético, que no
tiene más misión que la de transformar el estricto es de la
ley en el lógico debiera ser de cada caso, no es posible, no
es creíble ni viable que un delincuente convicto y confeso, se vaya
de rositas, sin una poderosa ayuda, sin una evidente connivencia.
Por lo que
hay que preguntar: ¿Dónde están y para qué sirven los colegios de
abogados? ¿Y las asociaciones de jueces para no se sabe qué? ¿Y las
asociaciones de jueces para no se sabe cuánto? ¿Y esos fiscales tan
dados a plantear una posición de fuerza por una pijadita? ¿Y como
entender el inicuo y culposo silencio que mantiene la gran mayoría
de hombres y mujeres honrados que conforma y dignifica la
trascendental profesión del Derecho, salvaguarda de la justicia, la
razón, la libertad?
Sin otra
consideración, reciban un respetuoso saludo y el deseo de que obren
en justicia, sugiriendo enérgicamente a los poderes de un Estado de
Derecho que apliquen, sin dilación, la fórmula más conveniente para
erradicar el vergonzoso y vergonzante disparate judicial expuesto.
¡Querido Paco!, no hará falta decirte que también se limpiaron el
culo con este escrito y la propuesta que expresaba. Y que estos
son los que siguen hablando pestes de tu nombre; tergiversando el
digno y honrado comportamiento que mantuviste durante los cuarenta
años que fuiste JEFE DEL ESTADO ESPAÑOL. ¡Sabes, qué te
digo! ¡Qué les vayan dando! |