El anciano
militar penetró en un zaguán de luces tenues, arquitectura difícil y
dimensiones indefinidas. Sus pasos eran quedos como los de quien
acaba de padecer larga enfermedad. Los años no habían borrado de su
rostro una fría energía. El uniforme era sobrio y bien cortado. Un
fajín rojo ponía la única nota de color. Le esperaban: un ejército
de sombras se acercó a su encuentro. Formaban un grupo abigarrado.
La mayoría eran hombretones con chaqueta de cuero y correaje, del
que pendían, vacías e inútiles, las fundas de grandes pistolas. En
otros se advertía que acababan de dejar las trincheras: desaseados,
con uniformes de tallas desproporcionadas, sucios de barro y
liendres. Había también un pequeño grupo de gente atildada, traje
sastre, corbata de pajarita y sombrero de fieltro: señoritos de
ateneo y tertulia, hacedores de nada, salvo de teorías inacabables
(1).
Todos padecían, en el pecho, a la
altura del corazón, el estigma de una muerte violenta. Las miradas
se entrecruzaron inexpresivas: no era lugar ni momento para
rencores. Habló el General:
- Cuarenta años
han aguardado ustedes a este encuentro. Ha sido otro de mis éxitos,
como lo fueron, antes, que eludiese mano asesina y que relegase a
los demás la gloria de una muerte en campaña. Nunca me sobró tiempo
para los detalles
(2). Tuve que
empeñarlo todo en vencerles en guerra limpia, si es que hay
alguna manera limpia de ganar las guerras. O de perderlas, que fue
el caso de ustedes. La arrogancia de los vencidos, no es menor
que la de los vencedores, les reprochó Tucidides. Su República
fue caótica: cinco revoluciones y golpes de estado, en menos de ocho
años, hablan de su inoperancia. Caricatura de democracia, de ella yo
podría repetir, con Julio Cesar: Si Roma fuese una verdadera
república, Cesar habría sido el primero de los republicanos
(3).
Solo mereció triste parangón con
Haití, Corea del Norte (4)
o Camboya. Libramos una lucha desigual, que
en el siglo venidero definirán como asimétrica: mis tropas
sumaron siempre menos efectivos que sus milicias. Tuve que controlar
grandes ciudades con unos cientos de guardias civiles, soldados y
voluntarios (5).
Desde sus barriadas acechaban miles de
obreros a los que si algo faltaba, no era bravura. Ante Oviedo,
Granada y Huesca, guarniciones exiguas pararon los ímpetus de
columnas multitudinarias. Las tropas con que tomé Badajoz, Toledo y
Málaga, no llegaban a un tercio
de los defensores
(6). Y mi fracaso
ante Madrid, en Noviembre, fue por lo mismo: 10.000 legionarios y
marroquíes poco pudieron contra los 50.000 milicianos y milicianas
que se habían atrincherado en
edificios y callejuelas
(7). En campo
abierto, los 500 kms. del frente de Aragón, fueron guardados y
bien guardados, por 10.000 de mis leales. Contra ellos se
estrellaron los 40.000 maleducados que se trajo Durruti desde
Barcelona. Mis habilidades militares me valieron la victoria antes
de aquel 18 de Julio. Como padeciera Napoleón en los campos de
cricket de Eton, yo les tenía vencidos en 1927, cuando inauguré los
de tiro de San Gregorio
(8). Y triunfé,
sobre todo, por mi autoridad, virtud
con la que se nace
(9): me impuse sin
esfuerzo a los dirigentes políticos y militares de mi bando, a
quienes tampoco faltaban vanidades. En su República, señores, nadie
detentó el mando: todo fueron taifas y banderías. Levantaron
una docena de ejércitos (algunos poco más que cuadrillas)
que entretuvieron sus mejores energías luchando entre sí.
Solo ocasionalmente se unían
para combatirme
(10). Discordias
que aflorarían en Barcarés y St Cyprien
(11).
Y también en Veracruz, aunque por un motivo
más vergonzante
(12). Con razón los
vencedores de Postdam me dejaron estar: los exilados nunca
merecieron su confianza. No se atrevan a echarme en cara las
violencias de los inicios: ustedes rivalizaron en encono.Con las
revoluciones no se juega, pontificaron Engels y Marat: han de ser
violentas desde el principio
(13).
Las contrarrevoluciones son lo mismo y se atienen a las mismas
reglas. Tiempos difíciles exigen recursos difíciles, dice El
Principe. Llamé junto a mí a militares de línea dura: el impulso
de la campaña no podía desmayar
(14).
En aquel momento cualquier duda era mero bizantinismo. Tomaron
iniciativas que obviaban, a menudo, las Leyes de la guerra. Las
premuras del momento y los crímenes de ustedes, mucho más atroces,
me justificaron
(15). Yo ordené
ejecuciones expeditas. Ustedes tuvieron que afrontar una muerte
terrible pero limpia: cinco balazos en el corazón. Lo hicieron con
una entereza que les honra. Pero nadie había torturado ni mutilado,
antes, sus carnes. En mis prisiones a nadie se roció de gasolina y
quemó vivo, nadie fue crucificado, nadie atado de brazos y piernas a
cuatro camiones que lo descuartizaran
(16),
nadie sufrió castración
(17) y nadie fue
obligado a marchar entre dos cuerdas de cuchilleros, con
hoces, garrotas y guadañas, que los convirtieran en piltrafas, luego
arrojadas a un tajo, a pudrirse
(18).
En mis ciudades no funcionó ninguna checa. No hubo entre mis
víctimas ancianos de 89 años ni se estranguló a
maestras de 64
(19). |
|
Respeté las canas
y fusilé menos libertarias, que Hermanitas de la Caridad pasearon
(y orinaron) ellas, pistola de 7,65 mm. en la
nuca (20).
Lo de ustedes fue cacería humana: desdeñaron incluso los
tribunales populares que ustedes mismos
habían creado
(21). Temieron que fueran pérdida de
tiempo y fuente de triquiñuelas jurídicas. Acaso también practicaran
genocidio, acusación que, entonces, no se estilaba.
Intentaron acabar con un colectivo bien definido: sus enemigos de
clase. Sacerdotes, guardias civiles, maestras viejecitas,
funcionarios, comerciantes, abogados, periodistas, tradicionalistas,
ingenieros, administrativos, capataces, sastres, escribientes,
ganaderos, peluqueros, agricultores, etc.. El punto común de todos
era profesar la religión católica. Los killings fields de los
Kmeres rojos, en 1976, serán un remedo de la barbarie de
la 2ª República española. Yo no pretendí acabar con la clase obrera;
sí, someterla. La mía fue violencia de domador encerrado en la jaula
con los leones: los acobarda o le devorarán. Un terror de estado,
que Rousseau insinuó como necesario, y que ejercieron con maestría
Marat, Robespierre, Ulianov y Bronstein
(22),
tan admirados por ustedes. Aquello fue, además, una guerra servil:
ustedes se condujeron como cimarrones. Pusieron tal esmero
que las clases burguesas de toda Europa se aliaron a mi
causa. No debió sorprenderles: hace dos mil años, Roma ayudó a
Cartago contra otra rebelión de esclavos. Las internacionales del
capital han sido siempre más cumplidoras que
las del trabajo
(23). Su República
fue ninguneada incluso por las internacionales obreras
IOS y FSI
(24).
Y otra contradicción aún mayor: fue guerra colonial. Mis
africanos cumplían las pautas de un ejército europeo, bien
disciplinado, armado y alimentado, al mando de militares de carrera
y servido por un eficaz aparato logístico. Las milicias de ustedes
nunca superaron una alianza ocasional de kábilas y tribus, feroces
más que valientes, capaces solo de griteríos, correrías, emboscadas
y degollinas
(25). Europa, desde
los tiempos de Roma, extendió sus leyes, su religión y su cultura a
los pueblos primitivos de América, Asia y África. La mía fue la
postrera de estas campañas civilizadoras, no la del Duce en
Abisinia
(26). En la
represión fui juez severo, pero no injusto
(27):
ninguno de ustedes fue fusilado con arbitrariedad. Sus peores
crímenes habían sido colectivos, como el de Ronda, que Hemingway
diera a conocer por todo el mundo
(28).
Hubo cientos semejantes. El cordobés Lucano temía que las culpas de
una multitud quedaran impunes. Yo me guié por otro hispano, Flavio
Vegecio Renato, para quien era ineludible el castigo a todo desmán.
En Ronda, el fiscal militar llevó a sumarísimo a cientos de
verdugos. Tuvieron una ejecución limpia, sin ninguna de las
abominaciones que ellos habían infligido dos meses antes. Hice
justicia, aún cuando sus víctimas habían sido solo una veintena. En
Málaga las masas habían pelado (expresión que prodigaban
ustedes) a 2.500 fascistas
(29).
Con los 4.000 culpables tampoco tuve clemencia. Entre 1939 y 1943,
mis tribunales aplicaron el mismo código, que luego revalidaría
Nüremberg. Por iniciativa o complicidad, ninguno de los
150.000
(30) condenados
pudo probar su inocencia. Los consejos de guerra en Cataluña, son
la demostración más clara: sentenciaron a 3.385 personas a última
pena. Sus víctimas habían sido más del doble:
8.360 (31).
Las patrullas de control, protagonistas de la masacre,
lograron escapar a Francia
(32), y no permití
que pagaran justos por pecadores
(33).
Y una última y tremenda diferencia: ustedes profanaron los cadáveres.
Los arrojaron a las cunetas y a los vertederos, para festín de
cuervos y pienso de gatos. Recibieron, como única piedad, pala y
escoba de barrendero municipal. Yo honré los restos mortales de
ustedes. Para todos dispuse ritos funerarios, siquiera sucintos, y
que a todos cubriera tierra sagrada
(34):
una devoción que costó la vida a Antígona
(35).
Para Sófocles, el respeto a los muertos es la culminación de la
dignidad humana. El desdén por los despojos, la abyección. Mis
gentes no pudieron llorar ¡Dios mío, qué solos se quedan los
muertos! Alimañas de cloaca royeron sus huesos.
El militar
calló, evidentemente agotado: los largos discursos nunca fueron lo
suyo. Desde un salón inmediato, Alguien
(36)
requirió su presencia y la de todos. Hacia allá se encaminaron, en
silencio. En el último momento, se oyó al General musitar:
Estáis tratando de ganar, parloteando como mujerucas, la guerra que
perdieron vuestros abuelos, luchando con hombría. Los otros
entendieron que no se dirigía a ellos ni al último de los Nazaríes,
sino a gentes que habían quedado atrás y abajo. Muy atrás, muy
abajo.
(a modo de
EPILOGO)
Chu Enlai
opinó en cierta ocasión: Aún no se puede hablar con serenidad
de la Revolución Francesa. No ha transcurrido tiempo suficiente.
Habrá que aguardar, por tanto, hasta los inicios del siglo XXII
(apenas cien años) para encarar, sin acritud ni sectarismos, la
polémica sobre la Guerra Civil de 1936 y su principal protagonista,
que lo fue, también, del siglo XX español. El autor de esta fantasía
literaria cita para entonces a sus detractores. Y a los
entusiastas
(37).
Santiago de
Perinat Mazeres. Coronel de Ingenieros (ret) Barcelona. Es MBA por
ESADE (Barcelona). Fue corresponsal militar de Telexpress,
Diario 16 y El Periódico, y colaborador habitual
de Historia y Vida. Y redactor del Diccionario Salvat.
Tiene publicados los libros La Guerra y el Desarme (bajo
pseudónimo J.P.Prats), La Aviación y Las Guerras
Mambisas. Su Obertura 1808 quedó finalista en el
concurso Espejo de España de 1994. Tuvo algo que ver con la U.M.D.
(la de 1974-1977).
1)
La chaqueta de cuero y el
pistolón fueron señas de identidad de las patrullas de control.
Quienes mejor describen a esta tribu son Avel.li Artis Gener (556
Brigada Mixta, Mexico 1945) y Jesús de Galíndez (Estampas de
la Guerra, Buenos Aires 1951), que tuvieron que bregar con
ellos. A Tisner le pasearon por la carretera de Garraf, pero
solo para asustarlo. El alavés Galíndez, gudari destacado en
Madrid, se las vió y deseó para sacar de las chekas a los
curas y monjas vascos que cogió la guerra allá. El desaliño de los
combatientes republicanos fue proverbial, y queda manifiesto en las
fotografías que Robert Capa tomó a los brigadistas. Éstos,
al llegar a Albacete, recibían unos uniformes de pana enormes,
sobrantes de quintas anteriores. Los pantalones tenían que
sujetarlos con cordeles. A Esmond Romilly (Boadilla, 1971) y
a Claud Cockburn (a) Frank Pitcairn (Reporter in Spain,
1936), se les vinieron abajo en momentos delicados: en plena
retirada. Los señoritos de ateneo están de más en este
escenario. Nunca afrontaron juicio ni paredón. Disfrutaron la guerra
como agregados culturales a las Embajadas en Paris (había 4 ó 5),
Bruselas, Praga, México, San José de Costa Rica, etc.. La
Solidaridad Obrera (24ABR1937) se quejó de que Álvarez del Vayo
solo escogiera paniaguados para aquellos cargos: Antes del 19 de
Julio, la Diplomacia española fue cobijo de traición y deslealtad
(ahora es) reducto de emboscados y cobardes. Albert Camus
sentenciaría de esta gente: Muchas ideas políticas son tan
desaforadas que acaban forzosamente en sangre. Pero siempre es
sangre de otros. Por eso nuestros intelectuales no pasan cuidado a
la hora de publicar cualquier disparate (recogido por Tony Judt
en Un Passé Imparfait, les Intellectuels en France 1944-1956,
1992)
(Arriba)
2)
Tomado de Cesar y Cleopatra,
de G.B. Shaw, acto II, obra que también ha inspirado esta
narración. La frase es de Lucio Septimio, el asesino de Pompeyo, con
el que Cesar entra en polémica. En una escena posterior, Teodoto,
preceptor del rey de Egipto, entra, gimiendo: ¡Horror de
horrores! ¡La Biblioteca de Alejandría, una de las siete
Maravillas de Mundo, está en llamas! ¡Está ardiendo la Memoria del
Hombre! Y sentencia Cesar: Es una memoria llena de
abominación. Dejadla que arda… La gente del Régimen no ha
sabido leer a Shaw.
(Arriba)
3)
El protagonista de este relato,
como el César de G.B. Shaw, fue republicano en 1931,
al acatar el nuevo régimen; en 1934, cuando que ocupó un alto cargo
en el Gobierno Lerroux; y en 1968, al solicitar la inclusión de
España en la Comunidad Europea. Dejó bien claro que el futuro de
España sería en democracia, conforme a la normativa europea.
(Arriba)
4)
Gerarld Brenan rechazó escribir
sobre el tema España para el Diccionario Oxford. Busquen
ustedes un novelista, aconsejó. En Los Angeles Times (2 Mayo
2009) apareció la crítica de unas novelas ambientadas en Corea del
Norte, escritas por James Church, pseudónimo de un agente
secreto americano. Los relatos son pura ficción, pero quienes han
visitado aquel país creen que Church lo describe mejor que
nadie. Una sociedad tan inverosímil que se resiste a ser definida en
términos reales. Esta similitud con España no nos honra. Con Haiti
tampoco, pero Aimé Cesaire (1913-2008), autor de la Tragédie du
roi Christophe, habría sido el libretista ideal para una
Tragedia de la República del Nunca Jamás. Tuvo talento para
dignificar la vida agitada de Henri Christophe, un esclavo liberado
que se erigió en efímero monarca de Haiti. El protagonista español
(de Cesaire) habría sido D. Francisco Largo Caballero, personalidad
más entera que Azaña.
(Arriba)
5)
En su Diario de Campaña, el TCOL D. Manuel Coco Rodríguez, cuenta
que controló Algeciras (30.000 habitantes) con 350 soldados, 30
falangistas y 20 guardias civiles. Se le enfrentaban los Carabineros
y los sindicatos de portuarios y ferroviarios. Después de las
escaramuzas del 19 de Julio recibió un refuerzo de 8 (¡ocho!)
regulares marroquíes, que le enviaban cada día, desde Ceuta, en
hidroavión: Son pocos pero me alivian, tal es la escasez de
fuerzas que tengo, frente a los muchos enemigos de dentro y de fuera
de la ciudad, que por todas partes me acosan (…) En San Roque
el enemigo cuenta con 2.000 hombres entre milicianos, Carabineros,
Guardias Civiles y soldados del Regimiento Málaga (leales al
Gobierno)… Peter Kemp (V nota 6) tuvo que guardar la carretera de
Talavera a Santa Olalla (casi 40 kms) con solo un centenar de
jinetes carlistas andaluces. Era una vía estratégica importantísima:
por allí pasaban todos los suministros (tropas, armas, víveres y
munición) para el frente de Madrid. Estaba amenazada por los
republicanos por ambos flancos: desde la Sierra y desde la orilla
Sur del Tajo. Es incomprensible que nunca hicieran intentos para
cortarla. Lejos de este escenario, en Villareal de Alava, 600
requetés aguantaron la embestida de 15.000 gudaris.
(Noviembre 1936). En una semana no cedieron ni un palmo.
(Arriba)
6)
El Coronel Yagüe llegó ante Badajoz con 3.000 hombres. La defendían
8.000 milicianos, guardias de asalto y carabineros. En los muros se
trabó una lucha durísima, que siguió casa por casa. La sangre corrió
por las callejuelas, pero no era de rojos fusilados, como
fantaseó el Chicago Tribune (25Agosto1936), sino de las
decenas de combatientes de ambos bandos, que fueron heridos o
muertos. Peter Kemp (Mine Were of Trouble, 1957) conoció que
en su Compañía (a la que se incorporaría al año siguiente) solo
habían sobrevivido 16 legionarios. La matanza que siguió fue LO MAS
NATURAL. La periodista Andrée Viollis, que viajó a Barcelona,
Valencia y Madrid pocos días antes, informaba (Le Petit Parisien
6Agosto1936) sobre la rendición del cuartel de Caballería de
Valencia. El tiroteo fue escaso pero los días de sitio, muchos. Una
vez rendidos los militares y salida la tropa, el Sargento Fabra,
pistola en mano, entró seguido de otros, y dio muerte a los 100 ó
150 Oficiales y voluntarios de Derechas, que permanecían dentro. A
la multitud le pareció LO MAS NATURAL. En Madrid, Alvarez del Vayo
aseguró a la Sra. Viollis: Los insurrectos están perdidos. Han
quedado aislados en algunas poblaciones, de las que no se atreven a
salir, sin enlace entre ellos y sin medios de ninguna clase. Las
falta de todo. Hemos fusilado a muchos, pero los que quedan se
obstinan. No se rinden porque conocen que les espera la misma
suerte. Para el futuro Ministro de Estado, la masacre de 30 ó
40.000 militares, monárquicos, carlistas y falangistas (de la
magnitud de las fosas de Katyn) sería LO MAS NATURAL. En Badajoz,
tal suerte recayó sobre los milicianos que se
rindieron. Que fueran 400, como ponderó el historiador Hugh Thomas,
o 1.800 como establece James W. Cortada (Historical Dictionary of
Spanish Civil War, 1982) o 4.000, según lloraron unos refugiados
a Jay Allen, es secundario: fue LO MAS NATURAL. En el siglo XXI,
marco de las guerras en Iraq y Afganistán, el Chicago Tribune
no publicaría el artículo de Allen. La prensa americana se rige por
otras normas: acontecimientos que se saben por rumores, no se pueden
dar como ciertos; tampoco cabe citar datos concretos (de muertos en
este caso) sin verificarlos en diferentes fuentes; ni insinuar, con
lenguaje equívoco, que el cronista ha presenciado escenas, si,
realmente, las ha escuchado de otros. Su interpretación del Derecho
de Asilo es gratuita: concederlo es potestad del país anfitrión.
Allen calló que el Frente Popular, desde 1931, conspiraba
descaradamente para derribar el Gobierno de Lisboa, y que a los
anarquistas se les llenaba la boca hablado de Iberia, país
hipotético que incluía Portugal en su órbita.
El Dr Salazar no conculcó ninguna ley internacional rechazando a
quienes huyeron de Badajoz. En Elvas, Allen se movió en un entorno
adverso. Los soldados y guardias fronterizos le eran hostiles; los
taxistas no querían correr riesgos; la población se mostraba
indiferente; y los refugiados, pocos y despavoridos, deseaban solo,
horrorizar a sus oyentes. Hay sospechas que la visita relámpago, de
Jay Allen, a Badajoz (hablaba de ella en el Tribune) fuera
otra invención: no se atrevió a cruzar el Caia. El periodista tenía
ya mala fama en la España–España: traicionando las reglas del
periodismo, la principal de las cuales, según Phillip Knightley (V
nota 29), es informar con imparcialidad, había tomado partido.
Como Steer, como Whitaker y como Monks. Todos dejaron de ser
periodistas para convertirse en propagandistas. Cuando el reciente
fallecimiento de Walter Cronkite (18JUL2009), la prensa conservadora
americana le ha acusado de caer en lo mismo: un corresponsal tiene
por misión informar, no crear opinión. Ésta es trabajo
de los editorialistas (James Taranto en Wall Street Journal de
20JUL2009). Nueve días antes que
el Tribune, Le Petit Journal (16Agosto1936), hablaba
de plusieurs centaines de fusilados, y de un millar
aproximado (environ un millier) de prisioneros. La crónica,
fechada también en Elvas, no llevaba firma y repetía todos los demás
tópicos: sangre en las calzadas, plaza de toros dañada por las
bombas, balazos en la fachada del gobierno civil, y destrozos en la
Catedral. Precisaba que ésta había servido de almacén y refugio de
familias obreras. Y no obviaba los dos famosos cadáveres bajo su
altar mayor: los conquistadores cristianos habrían
violado el recinto sagrado. Ocultaba, como el Tribune,
que la Catedral había sido profanada el 19 de Julio, que los
milicianos se hicieron fuertes en ella y que costó varias horas de
combate arrojarlos fuera. Dos de ellos se parapetaron tras el altar
mayor, donde quedaron muertos. El no identificado periodista (de
Le Petit Journal) bebió las mismas fuentes que Allen,
pero su crónica es más ponderada: Francia está muy cerca. El
americano se permitió sensacionalismos porque, a 6.000 kilómetros
(distancia Illinois-Extremadura), nadie sabía que existiera Badajoz.
Su scoop fue leído con morbo, y nunca verificado. Los
correctores de La Vanguardia de 27 Enero 1937, fueron más lejos:
fusilaron a 18.000. Así lo habían asegurado unos refugiados (no
identificados) al llegar a Tánger. Quizá quisieron decir 1.800 y a
alguien (en La Vanguardia) se le resbaló un cero.
Esta cifra ha parecido correcta a James W. Cortada: pocos más que
los destripados/degollados a navajazos en Albacete, 20 días antes (V
nota 34).
(Arriba)
7)
El 15 de Febrero de 1942 la
guarnición inglesa de Singapur (100.000 hombres) se rindió a los
japoneses sin apenas resistencia. Demasiado tarde percibieron que
los atacantes eran solo 60.000 soldados hambrientos, con los
uniformes hechos jirones y escasos de munición: había sido un golpe
de audacia. Esta es la batalla que se esperaba (o temía) en
Madrid (NOV 1936). Uno de los consuelos más infantiles de los
republicanos de 1936 (y de ahora), fue que la ofensiva nacional,
tras tomar Talavera, se desviase de su camino hacia Madrid, para
liberar el Alcázar. Costó, según ellos, 3 años más de guerra. A
Talavera, Yagüe llegó con unos 8.000 soldados (5 Septiembre 1936). Y
la experiencia de Badajoz dejaba claro que Madrid iba a ser un hueso
aún más duro: el fracaso condenaría irremisiblemente a los sitiados
en Toledo ¿Fue error garrafal? ¿O estricta prudencia?
Como dice Schopenhauer, cada cual ve en la historia lo que quiere
ver, como en unas vetas de mármol o en un juego de nubes.
(Arriba)
8)
Los militares y los zaragozanos saben que San Gregorio es el campo
de maniobras y tiro de la Academia General Militar.
(Arriba)
9)
Borges, en Guayaquil (El
Informe de Brodie, 1970) imagina el encuentro que tuvieron
Bolivar y San Martin para decidir quien de los dos atacaría a los
realistas en Chile. La superior voluntad del caudillo caribeño se
impuso. San Martin cedió sin entrar siquiera en discusión. Este tipo
de férrea voluntad la disfrutó el protagonista de este relato.
Arturo Barea (La Forja de un Rebelde)
la destaca. Incluso la elogia.
Hay más cosas de Borges en ésta fantasía.
(Arriba)
10)
Causa admiración que, en el siglo VIII, 10.000 jinetes árabes
desembarcaran en Tarifa y Algeciras y conquistasen la Península en
un santiamén. Pero es insólito que, en el siglo XX, una tropa de la
misma entidad, repitiese la misma hazaña, en el mismo marco. En
ambos casos fue misión civilizadora: se sacó un país de la barbarie
y se le incorporó a una sociedad más desarrollada, islámica entonces
y cristiana ahora. Y en ambos casos, el invasor se apoyó en una
firme fe religiosa (Dios, Ala y Yavé son un mismo Ser Infinito) y en
el vacío de poder que padecían los indígenas. La virtud, tal
como la definió Maquiavello, de los dos caudillos (del siglo VIII y
del XX) también cuenta.
(Arriba)
11)
Las joyas del yate Vita.
Sobre esta trapacería se ha
vertido mucha tinta. Solo fue una más.
(Arriba)
12)
Lluys Montagut, un psuquero de Castellar del Valles
movilizado a última hora (1938), contaría sus cuitas en ‘J’étais
deuxième classe dans l’armée républicaine espagnole’ (1976), que
le editó Maspero (Paris). Él nos confirma lo peligroso que era para
un comunista entrar en un frente defendido por anarquistas. En la
Conca de Tremp, en plena retirada, cometió ese error y pasó al
sector que cubría la 26 División (que Comorera llamaba la tribu).
Ricardo Sanz le dejó marchar por un pelín. Montagut también
fue testigo de los rifirrafes que se produjeron en los campos de
refugiados del Rosellón entre libertarios y marxistas. A Claud
Coburn pudo costarle la vida la misma torpeza: tras que se le
cayeron los pantalones (ver
nota
1),
corrió hasta las trincheras propias. Dió con una de anarquistas.
Echaron a suertes si le mataban o dejaban marchar. Hemingway reflejó
esta escena en su novela. Sin duda conoció la aventura de Coburn.
(Arriba)
13)
El Embajador soviético en
España, Marcel Rosemberg, se horrorizó: La escoria de la sociedad
toma el poder en toda revolución. Sir Henry Chilton, Embajador
de Inglaterra, sentenció: Esta es una guerra de rebeldes contra
carroñeros. Julio Cortázar, que contempló lo de 1968 desde un
balcón en el Quartier Latin, y una segunda algarada desde las
barandas del Hotel Managua, se mostró eufórico: No hay revolución
sin alegría. Por el contrario, Juan García Oliver, el más duro
de los protagonistas de 1936 (fanfarroneó de haber matado a 264
personas), lamentaba en las páginas finales de El Eco de los
Pasos (libro de obligada lectura): ¡Qué tristes son las
revoluciones!. Para Ángel Pestaña las revoluciones son como
las catástrofes: elevan todo lo que hay de grande en el hombre, pero
también sacan a flote todas las bajas pasiones (publicado en
El Sindicalista, de Madrid, y recogido por La Vanguardia de
28ENE1937).
(Arriba)
14)
En el mundo anglosajón, el Capitán William Bligh, comandante de la
fragata Bounty (Trevor Howard en el film de Lewis Milestone,
1962, con Marlon Brando como Teniente Christian) personifica al
militar cumplidor e implacable. Herman Wouk hace un alegato a favor
de este colectivo en la escena final de El Motin del Caine.
El Capitán Queeg (Humphrey Bogart en el film de Edward Dmytryck)
sería uno de esos jefes oscuros, sin elegancia, acaso poco
inteligentes, pero que cumplen su deber y ejecutan fielmente las
órdenes de sus superiores (…) los militares como Queeg son
los que, finalmente, ganan las guerras. Es el reproche que el
Teniente Greenwald (José Ferrer) hace al Teniente Keefer (Fred
MacMurray), un intelectual que ha sacado a la luz los males de Queeg
y ha desatado el motín. Y como buen señorito de ateneo, ha
chaqueteado cuando el peligro. La obra de Wouk es un claro alegato
contra Norman Mailer (The Naked and the Death).
(Arriba)
15)
Entre las tragedias comparables
a la de España 1936, cabe destacar la masacre de 400 a 800.000
tutsis en Ruanda (1994) y la larga guerra (¡25 años!) de Sri Lanka
contra los Tamiles, que acaba de terminar. A los genocidas Hutus no
les faltaban razones. Y cuando el Presidente Kawame se hizo con el
poder, tampoco anduvo con miramientos: unos 45.000 hutus fueron
muertos, entre Abril y Agosto de 1994 (The Economist 8ABR09). Pero
ante la magnitud de la matanza inicial, es surrealista que se pidan
responsabilidades. Tampoco se culpó a quien ordenó fusilar a 50 ó 60
soldados alemanes que guardaban Bergen-Belsen. Ni la tremenda foto
del cadáver de un SS arrojado a un canal, tomada por Lee Miller,
estremece a nadie. Las atrocidades perpetradas por los Tigres
Tamiles en Sri Lanka, motivan que los métodos utilizados por el
Gobierno, contra ellos, no parezcan desaforados.
Como ha escrito el
historiador americano John W. Dower, (Embracing Defeat.
Japan in the Wake of WWII, 1999), ‘we all have trouble facing
the reality that, in war, the victims may also do terrible things’.
(Arriba)
16)
Ramon Sales, fundador del
Sindicato Libre, fue descuartizado en el patio de carga (y descarga)
de Solidaridad Obrera. Ataron sus brazos y piernas a 4
camiones, que arrancaron después. Damiens y Ravaillac, pretendidos
regicidas, sufrieron la misma suerte, 200 y 300 años atrás .
(Arriba)
17)
El
obispo de Barbastro, Florentino
Asensio Barroso fue objeto de esta infamia (8 de Agosto de 1936). En
ninguna de las enciclopedias aragonesas, publicadas durante los
Años del Rencor (los actuales) se menciona.
(Arriba)
18)
Este crimen colectivo se cometió en Ronda el 19 Julio 1936, y se
relata, punto por punto, en el Capítulo 10 de Por Quien Doblan
las Campanas de Ernest Hemingway. Ver
nota
27.
(Arriba)
19)
El cadáver de mosen Jaume Serra
Jordi, de 89 años de edad, permaneció dos horas tendido delante de
la iglesia de Sant Martí, en Caldetenes (13AGO36). Dolores
Balaguero, de 78 años, fue asesinada en Barcelona el 23 NOV 36.
Antonia Pau Llonch, maestra de 64 años (madre de un religioso), fue
estrangulada en el ayuntamiento de Alfarrás. Estos datos y otros más
sobrecogedores, han sido recogidos en el pundonoroso libro La
Repressió a la Reraguarda Republicana, de J. M. Solé i Sabaté y
José Villarroya. En éste se pueden contabilizar los asesinatos de
454 hombres y mujeres mayores de 64 años. Los tribunales militares,
después de 1939, condenaron justo a 15 ancianos de la misma edad,
según el mismo Solé i Sabaté. El umbral de 64 años no es arbitrario.
Ha sido sugerido (al autor de este texto) por el prologuista (y
acicalador) de El Tribunal Revolucionario de Barcelona
(Sevilla 2007), de Eduardo Barriobero: hace encaje de bolillos para
presentar a este impresentable. Y se horroriza porque el tribunal
militar le condenara a muerte, sin respetar su edad: 64 años. Le fue
negado el triste honor de fusil y paredón: lo fue a garrote.
Para conocer la personalidad de Barriobero basta leer el artículo
suyo, sin firma, que publicó Solidaridad Obrera, el 9 Enero
1937: imposible mayor fanfarronería. Azaña (Memorias, tomo II)
le calificó de turbio y turbulento. La Generalitat le
metió en la cárcel tras que desaparecieran seis millones pesetas del
Palacio de Justicia y girara inexplicable visita a una entidad
bancaria de Perpiñán.
(Arriba)
20)
Kolzov contempló de esta guisa
a Maria Teresa León en la carretera Maqueda-Toledo: intentaba
detener la espantá del 5º Regimento. La leyenda, el
cine y cierto romanticismo han beneficiado a las milicianas. Pura
fantasía. Las libertarias de sidecar y DKNY solo han existido
en el celuloide. Las de 1936 eran de alpargata y tufillo, no
sabían leer ni nadar (colmo de la ignorancia en la Grecia de
Pericles) ni tenían carnet de conducir (moto). Su mayor virtud fue
compartir con sus camaradas varones las penalidades de las
trincheras: fríos, hambres y mugre (léase piojos, mal común a ambas
trincheras). Lo peor, su crueldad: más despiadadas que ellos.
(Arriba)
21)
Los Fiscales Estrella (de
Cataluña), adalides de la Memoria Histórica, deberían leer El
Diluvio de 3 Febrero 1937: su antecesor (en cargo y cuerda), el
Fiscal del Tribunal Popular num 2, de Barcelona, Gabriel Mur Castan,
se declaraba enemigo de la pena de muerte y abogaba porque, en el
futuro ordenamiento judicial de la República, fuera suprimida. Pero
que los Tribunales Populares tenían que prodigarla: los reos son
fascistas y cómplices de una rebelión, y hay que sofocarla como sea.
Y razonaba que si los TT.PP. se mostraran benévolos, las patrullas
de control la aplicarían de manera inexorable, arbitraria
y fuera de la ley y, probablemente, de manera más copiosa.
Efectivamente, el mismo Diluvio, de fecha 1 Enero 1937, publicaba
que, desde su fundación en Agosto anterior, los cuatro TT.PP. de
Barcelona habían impuesto 148 penas de muerte. Y añadía: En el
Depósito Judicial, dependiente de los Juzgados, se han verificado
1.046 autopsias. Un eufemismo para no decir: Se han retirado
1046 cadáveres de las carreteras de la Arrabassada y Garraf,
cementerio de Montcada y demás puntos habituales. Fueron ‘pelados’
por los pistoleros habituales.
(Arriba)
22)
Según Rousseau, ‘los ciudadanos
deben estar completamente sometidos para que la Nación sea
soberana’, pensamiento que inspiró el Terror (Junio de 1793).
Marat pedía que rodaran 600.000 cabezas, si fuera preciso, para
salvar la Revolución. Para Trotsky, renunciar al terrorismo de
Estado, era renunciar a la Revolución y al socialismo: El número
de muertes y las formas de llevarlas a cabo, no son cuestiones de
importancia (…) todo es válido si se persigue un fin bueno.
Lo que coincide con la jurisprudencia del Fiscal Mur Castán
(nota 21). En Corea del
Norte van más lejos: además de los compañeros, los familiares de un
culpable, son también culpables hasta tres generaciones. Kim Il Sung
dejó dicho: "Hay que eliminar a todos los enemigos de clase, hasta
tres generaciones, quienes quiera que sean y actúen como actúen" (Blaine
Harden: N.
Korea's Hard-Labor
Camps, en el
Washington Post de 20JUL2009).
(Arriba)
23)
Según la Associated Press
(16May2009),
la ONU y varios Gobiernos se han
inquietado por los métodos empleados, en Sri Lanka, para acabar con
los Tamiles. Unos 8.000 civiles habrían perecido. El Gobierno de
Colombo, sin embargo, no teme sanciones internacionales. La
depravación (viciousness) de los Tamiles le exonera. Japon,
China, Rusia y la India se han opuesto a cualquier medida severa.
Los Tamiles se ampararon en 50.000 personas (300.000 según el New
York Times de 12Jul2009) como escudos humanos y ejecutaron a todos
los que intentaban huir. Fueron los inventores de un arma
verdaderamente miserable: las mujeres suicidas. Tampoco nadie
atendió a los dos millones de civiles alemanes que murieron
finalizada la GM2, al ser evacuados desde el Este. Ni, como se ha
sabido ahora, que unos cinco millones de pro-nazis de Croacia,
Hungría y Rumanía fueran masacrados entonces.
En 1936 Winston Churchill
denunció: The hideous series of nightly butcherie, have robbed
the Madrid Government of the lineaments of a civilized power.
Liston Oaks se largó de Madrid
(1937) horrorizado: Aquí no hay nada que parezca democracia.
(Arriba)
24)
Luigi Longo (La Brigadas
Internacionales en España, Mexico 1956) relata los intentos de
Thorez y Cachín, de la IC, para comprometer a la IOS en Annemasse,
Suiza (21JUN37). De Brouckere y Adler no se atrevieron. Las Trade
Union inglesas habían votado masivamente contra cualquier
intervención. Le Petit Journal (30Ago1936) se indignaba de
que éstas fueran, dentro de las organizaciones laboristas, las más
ardientes partidaria de la No Intervención. Según el mismo Le
Petit Journal (12SEP1936), solo 51.000 de los 3.029.000 votos
emitidos por los obreros, fueron favorables a involucrarse en la
Guerra de España. En los países escandinavos, las grandes sindicales
también se opusieron. En las páginas de L´Humanité (Junio de
1937) aparecen pormenores de la reunión. La Vanguardia (mismo
mes y año) los reprodujo.
(Arriba)
25)
Lawrence H. Keeley en War
Before Civilitation (1996), recoge de Quincy Wright y de
Turney-High, los condicionantes de las guerras (o peleas) entre
grupos primitivos: movilización voluntaria y, por tanto, tardía e
incompleta; carencia de suministros para más de 2 ó 3 días de lucha;
ningún entrenamiento ni ejercicio táctico previo; líneas de mando
indefinidas, y subordinaciones aún más confusas; tácticas
tradicionales e inadecuadas; ninguna profesionalidad ni
especialización; y propensión al beauty and booty (‘violación
y saqueo’). Así eran los rojos de 1936. Jean-Richard Bloch,
en Le Petit Journal (28Ago1936), informaba que, al tomar las
armas y formar milicias las masas de campesinos y obreros
han demostrado iniciativa, creatividad, realismo e
inteligencia (…) que se produjeran peleas entre los
diferentes partidos era humano (…) se crearon una serie de
columnas disparatadas, combatiendo cada una por su lado, dentro de
zonas de operaciones que se reservaban para ellas, viviendo,
aprovisionándose y operando de manera independiente, sin recibir del
mando otra cosa que directivas vagas (…) por celos, entraron
en pugnas, a menudo sangrientas, para hacerse con unas cuantas
pistolas, metralletas y fusiles (…) un mismo grupo era capaz
de heroicidades asombrosas, seguidas de pánicos extravagantes. Tras
un asalto intrépido seguían pillajes deplorables (…) ‘Cela
tenait plus de la guerra coloniale que de nos affaires européennes...’
. J.R.Bloch sería nombrado, en Marzo siguiente, director de Ce
Soir, vespertino comunista, fundado en Paris con dineros del
Gobierno de Valencia, con Louis Aragon como director honorario. Tuvo
un gran éxito.
(Arriba)
26)
Es inquietante que en la literatura europea, hasta mediados del
siglo XIX, se hablara de España como un país de África. La raya
intercontinental pasaría por los Pirineos. La guerra de 1936 les
afirmó en este diagnóstico. Para 1975, sin embargo, la
colonización rebajó la frontera hasta Despeñaperros. No pudo ser
más. Al Sur sigue la cultura de haraganeo, componendas y
subvenciones. Una corrupción horizontal inaceptable en un
Continente llamado Europa.
(Arriba)
27)
Dios es, por definición,
inmensamente JUSTO antes que BONDADOSO. En el Capítulo VI del
Quijote, el cura y el barbero, alardean de justicia cuando
envían casi todas las novelas de caballerías a la hoguera. Y se
muestran benévolos al salvar solo Tirant Lo Blanc y
otra más. A un juez se le ha de exigir ser JUSTO y, solo
accesoriamente, se admitirá que sea benévolo. En otro caso los
resultados suelen ser desalentadores. En la Córdoba califal se hizo
famoso uno de ellos, por su benevolencia. Suscitó las burlas
populares: bendición para ladrones y terror del vecindario,
le reían.
(Arriba)
28)
Los cientos de fusilados
de Ronda, en Septiembre de 1936, son especulación del autor.
Hemingway, en el capítulo 10 de From whom the Bell Tolls,
pone en boca de Pilar que, el 19 de Julio, más de una veintena
fascistas fueron golpeados, heridos y mutilados hasta quedar
convertidos en piltrafas, por una gran multitud (a great
crowd) ¿Cuántos eran ésta? Acaso 400 ó 500. Algunos murieron en
combate, y otros lograron escapar a Málaga y Almería. El 16 de
Septiembre, quizá 200 rojos fueron sacados a empellones de
sus casas, arrastrados a patadas y culatazos hasta un paredón y,
tras ser reconocidos por las familias de sus víctimas, fusilados de
inmediato. Así es como describe Arthur Koestler la represión en
Málaga, en Febrero siguiente. No hubo mutilaciones ni torturas. Sí,
insultos, golpes, humillación, seguidos de una muerte limpia:
un tremendo agujero (¡cinco balazos!) en el corazón. A Cecyl Gerahty
(The Road to Madrid, recogido por Murray Sperber en And I
Remember Spain, 1974), que acompañó a las tropas
nacionales al tomar Guareña (Cáceres), le mostraron una casa
señorial, en cuya planta baja, yacían tres cadáveres destrozados:
una señora de 77 años, su hijo y su nieto. Habían sido muertos a
culatazos: el síndrome de Castilblanco (no queda muy lejos).
Los anarquistas no habían desperdiciado un solo cartucho para
abreviar sufrimientos. El relato de Hemingway, uno de los más crudos
de la literatura universal, se atuvo a los hechos reales, aunque los
culpables fueran anarquistas, no comunistas (como él dice). No
menciona el nombre del pueblo. Alvah Bessie (Men in Battle A
Story of Americans in Spain,1939) contaría que los veteranos del
Abraham Lincoln rompieron con Hemingway: desacreditó sus
pretensiones de campeones de la libertad. Según Phillip
Knightley (The First Casualty, 1976) Hemingway vino a España
acreditado como periodista. Lo fue muy torpe, igual que Steinbeck
(en la 2ª Guerra Mundial) y Evelyn Waugh (en Abisinia): es distinto
oficio del de escritor. Lo que pretendía era reunir material
para su siguiente novela. Ésta, en los EE.UU., es considerada la
mejor de las suyas. En el suplemento literario de Los Angeles Times
de 29 JUN 2008, la citaban como lectura predilecta de los dos
candidatos (entonces) a la Presidencia de los EE.UU.: McCain y Obama.
(Arriba)
29)
Sobre la actuación de los
libertarios en Málaga hay dos crónicas en Le Petit Parisien
(12 y 13 de Agosto 1936). Su corresponsal en Oran entrevistó a la
treintena de refugiados franceses, que el contra-torpedero Maillé
Brésé, trasladó desde aquella ciudad. Estaban horrorizados. Es
expresiva también Shiela Grant-Duff, cuyo viaje a Málaga recoge
The Distant Drums (Philip TOYMBEE, Londres 1957). Otto Katz la
entregó papeles (falsos) de corresponsal del Chicago Daily
News. Tenía que tantear la liberación de Koestler. A la hora de
cenar, y sin anunciarse, se presentó en la vivienda del cónsul de
los EE.UU.. Éste dio un respingo: Ahora las cosas están mejor,
pero cuando los rojos mandaban, cada noche había una carnicería.
Su colega británico Sir Peter Chalmers Mitchell, señorito de
ateneo, no llegó a enterarse: estaba entretenido traduciendo al
inglés Contraataque. (Koestler, la Grant-Duff y Katz tampoco
obrarían igual en la actualidad. Cuando el secuestro de dos agentes
secretos franceses en Mogadiscio, la dirección del Committee to
Protetc Journalists , con sede en Nueva York, ha protestado que
se hicieran pasar por periodistas, según el Washington post de
15Julio2009:
"Our position is that
intelligence officers posing as journalists jeopardizes the security
of all journalists,"). Jean Vertex (Le Petit Parisien
20AGO1936) estimó, desde la misma Málaga, que una treintena de
personas eran fusiladas cada noche.
(Arriba)
30)
En la década de 1960, el
(recientemente fallecido) Secretario de Defensa de los EE.UU.,
Robert MacNamara, que había sido antes un brillante ejecutivo de la
gran industria, ideó una fórmula típicamente empresarial para medir
el éxito en la guerra del Vietnam: contar el número de enemigos
muertos. Se la llamó body count o ‘contabilidad de
cadáveres’. Este torpe método, rechazado entonces por su mal gusto y
dudosa ética, ha sido retomado por la Izquierda española. Con una
particularidad: los cadáveres han de ser propios. Cuantos más,
mejor. La Associated Press (24Abr2009) informaba que en Iraq, según
datos del Gobierno, ha habido 87.215 muertos en atentados durante
los cinco últimos años (2005 a 2008): una cifra similar a la que da
la Causa General, para solo tres años de guerra en España, y
mismo número de habitantes (Iraq 29 millones). La ONG inglesa
Iraq Body Count, ha calculado que los muertos oscilarían entre
91.466 y 99.861. La propia Associated Press los ha estimado en
110.600. Y un estudio de la John Hopkins University, publicado en
Lancet, eleva la cifra a 601.027 muertos. El Body Count
siempre es polémico. También la AP (7Nov2002) citaba que una ONG
rusa, llamada Memorial, había elaborado la lista nominal de
640.000 víctimas de las purgas de Stalin, aunque oficiosamente se
admitía que las habían padecido (las purgas) 20 millones de rusos,
la mitad de los cuales habrían fallecido. Nunca se sabrán las
cifras exactas del Holocausto, los Killing Fields, el Holodomor, la
Revolución Cultural de Mao, el genocidio de Ruanda ni, por supuesto,
la Guerra de España.
(Arriba)
31)
Los historiadores de izquierda (Benet
y otros) intentan desacreditar la Causa General y otras
contabilidades publicadas por el Gobierno Español después de 1939.
Los argumentos son infantiles. Uno de ellos, que la C.G. se elaboró
con datos de la policía de republicana… con lo que, los méritos de
ésta, neutralizarían su crudeza. Otro, que contenga errores de (+) ó
(-) el 2%. Que el Shoa no lo padecieran 6 millones de judíos,
sino solo dos millones, que en el Holodomor no murieran de
hambre 5 millones de Ucranianos sino del total de kulaks de
toda la URSS, y que en Ruanda no fueran macheteados 800.000 tutsis
sino solo 400.000, no altera la magnitud de las atrocidades. Un
profesor americano, R. J. Rummel ha establecido que, entre 1917 y
1987, murieran 110 millones de personas por violencia y hambre, en
los países bajo régimen comunista (URSS, China, Camboya, Corea del
Norte, etc.. Una cifra verosímil. Los resultados de estos cálculos
siempre son diferentes: dependen de los métodos utilizados para su
elaboración. Según la Associated Press (12Julio2009) un instituto
pacifista de Noruega estimó que 10 millones de personas habrían
muerto en los conflictos del siglo XX, después de 1945. Académicos
de la Universidad de Maryland elevaban esa cifra a 41 millones. Y un
experto de la ONU era rotundo: habrían sido 10.095.152 exactamente.
Una precisión ridícula.
(Arriba)
32)
En La Guerra Civil a Catalunya (2004), un libro (6 tomos)
serio y ponderado, un estudioso de la cuerda de Xirinacs, da la nota
discordante. Ha fantaseado que, el lento avance final de las tropas
nacionales por Cataluña, tendría por finalidad que todos los vecinos
huyeran. El país quedaría vacío y los españoles de España
podrían remodelarlo. Es más cierto que en aquella guerra ambos
bandos evitaron las batallas al copo. La tragedia de Badajoz (V nota
6) se produjo,
precisamente, al quedar copados los defensores. Los dos bandos
practicaron la estrategia A enemigo que huye, puente de plata.
Mikhail Koltzov, de la Pravda, admiró que Belarmino Tomás
dejara una vía de escape al Coronel Aranda y sitiados de Oviedo.
Prefería que huyeran a Galicia, a tener que expugnarlos casa por
casa. Cuando el cerco inicial de Córdoba, Gobierno informó
lacónicamente (así decía Le Petit Parisien de
23AGO1936), que los rebeldes mantenían abiertos el ferrocarril y la
carretera hacia Sevilla, para utilizarlos en su huída. Le Petit
Journal (15SEP1936) reproducía una crónica del Daily
Telegraph desde Gibraltar, según la cual, en Sevilla se creía
que Madrid sería tomado antes de 3 semanas.
Y puntualizaba: On ne
cherche pas à encercler complètement Madrid. L’autoestrade à
Valencia a été laissée libre pour des raisons que le General Queipo
n’a pas voulu dévoiler. El
mismo Queipo de Llano tampoco cerró la carretera de Almería, en la
ofensiva contra Málaga (Febrero 1937). Igual estrategia se practicó
en la ofensiva general de Aragón (Marzo-Abril de 1938), en el Ebro
(Julio-Octubre 1938) y en el avance final sobre Cataluña (Diciembre
1938-Febrero 1939). Al finalizar éste, el ejército rojo
arrojó las armas al cruzar la frontera. De haber quedado copado en
el Ampurdán o la Garrotxa, se habrían librado duros combates para
rendirlo. Previendo esta conducta, el Alto Mando de Salamanca
decidió, tras alcanzar Vinaroz, dirigir sus esfuerzos contra
Valencia, en lugar de hacerlo hacia Barcelona: ésta era una batalla
que tenía ganada con solo dejar expeditos los caminos del exilio. La
citada no es la peor de las bellaquerías del novicio. Otro
colaborador discordante es el relator de la Batalla del Ebro, para
quien la mejor estrategia de los nacionales habría sido copar al
ejército de Modesto: justo lo contrario de lo que se acaba de
exponer. Tampoco es la única de sus pillerías. El cura y
el militar, como en los chistes de burdel, empeñados en dar
la nota. En Irún, 20 días después de Badajoz, se acabó la lucha
cuando un millar de anarquistas escaparon a Hendaya. Fueron
desarmados por los gendarmes y enviados a Cataluña.
(Arriba)
33)
El historiador Joseph Benet es
sectario en el prólogo a Solé i Sabaté. Insiste en acusar a los
militares del 19 de Julio como culpables de los crímenes del Cojo
(Puigcerdá), del Frasquet (Falset y Mora la Nueva), del Manco
(Balaguer 5AGO1936), del Cubano (un comunista de la
Brigada Lister), del Maginot (un tal Magin, verdugo de
Solivella) y del Xaperut de Tot-Arreu. Quien llama la
atención sobre las deformidades físicas de los cabecillas
anarquistas (todos eran mancos, cojos y tuertos) es Toni Orensanz (L’Omnibus
de la Mort. Parada Falset, Barcelona 2008). La deformidad (ésta
mental) de Benet legitima las represalias en la retaguardia
republicana. Como han investigado Solé i Sabaté y Villarroya, cuando
llegaba una mala noticia del frente (la pérdida de Toledo o Málaga
por ejemplo) o se producía un bombardeo aéreo, grupos de
incontrolados acudían a las cárceles o buques-prisión, sacaban
un puñado de internados y los asesinaban. Una ruindad de Benet: no
podría acusar a las SS alemanas de haber masacrado Oradour sur Glane
(10JUN1944) ni de tantas otras atrocidades: Siempre serían
represalias legítimas. Por otro lado afirma que la prensa de
Barcelona, Valencia y Madrid informaba sobre los crímenes.
Totalmente falso: el autor de este texto ha investigado el asesinato
del diplomático belga Jacques de Bochgrave (Fuencarral, 25 ó 26
Diciembre 1936) en vano. La noticia fue censurada. La Vanguardia
decía (en foto de llegada del cadáver a Tolon, al 21ENE1936) que
murió a causa de un bombardeo aéreo. Según David Wingate Pike,
Borchgrave fue asesinado por una patrulla dirigida por el anarquista
Manuel Salgado, que dependía del Ministerio de la Guerra. Ayudaba a
los brigadistas belgas, desilusionados, a repatriarse. Tampoco es
posible saber por qué fue muerto Manuel Monsó Soldura (Balaguer
29DIC1936). Este crimen abominable, convertido en pocos días,
por la verborrea de Barriobero (V nota 19), en accidente
lamentable, ocupó las páginas de la prensa de Barcelona, en
Enero de 1937. A Joseph Benet le traicionó su doble devoción a Roma
y a Moscú. Es otro de los que ganaron fama no tanto por sus méritos,
como por su carnet. Igual que Neruda, Sender, Eisenstein,
Ivens, Alberti, Capa, Reed, Martin-Santos, Brecht o el efímero
Helmut Herfelde.
(Arriba)
34)
The Guardian (10Nov2000)
publicó una docena de notas biográficas de veteranos del Batallón
inglés de las Brigadas, que aún sobrevivían. Ninguno brilla por su
ingenio. Los homenajes que les abunda el Régimen actual los
merecen por su bravura, que no por sus triunfos: cobraron palos por
todas partes, incluso a espaldas. Un tal George Wheeler, de East
Croydon, relataba (al Guardian) que cayó prisionero y contempló cómo
cavaban una fosa común para él y los otros. Felizmente llegó un
oficial superior y detuvo el fusilamiento. Peter Kemp, cuenta en el
capítulo más angustioso de su Memoria, que recibió orden terminante
de matar a un brigadista irlandés que había quedado rezagado.
Precisa que enterró el cadáver. En el libro de Longo (merece la pena
leerlo) aparecen los esfuerzos de un miliciano por rescatar el
cadáver de su mejor amigo, en la Ciudad Universitaria: había quedado
en tierra de nadie. Resultó malherido pero lo consiguió: una
heroicidad digna de Sófocles. Debió influir, sensu contrario,
en la más conocida hazaña de Longo: colgar cinco cadáveres, cabeza
abajo como en el matadero, en una gasolinera de la piazza Loreto (Milan,
29 Abril de 1945). Louis Roubaud publicó en Le Petit Parisien
(2 Sep 1936), desde Orán, una crónica espeluznante. Había visitado
Albacete a los pocos días de restablecerse la calma. Un
soldado leal al Gobierno le contó que, cuando se rindieron los
guardias civiles (25 de Julio 1936), fueron fusilados, sobre la
marcha, un centenar de ellos. En aquel momento una multitud
salida no se sabe de dónde se arrojó sobre los cadáveres y
empezaron a destriparlos y degollarlos con sus navajas (Roubaud
recuerda que Albacete es el paraíso de las navajas y de los
navajeros). Luego, en plena euforia de sangre, arrancaron los
prisioneros (guardias, militares y burgueses) de manos de sus
captores y los destriparon con la misma arma.
Plusiers centaines de
cadavres, plus de mil sont restés ainsi trois jours dans les rues,
dans la chaleur torride, souillant et infectant la ville (…)
Ce fut une massacre inouï, qu’on ne croyait plus pouvoir arrêter
…
(Arriba)
35)
Para George Steiner Antígona
no es un texto cualquiera, sino uno de los hechos
perdurables y canónicos de nuestra conciencia filosófica, literaria
y política (...) uno entre los muchos mitos griegos que
continúan dando forma vital a nuestro sentido del yo y del mundo.
(Arriba)
36)
Habrá llamado la atención del
lector que, en todo el texto, no aparezca el nombre del
protagonista. Es innecesario. Y se cumple, además, con el artículo
2º de la principal Ley de las recopiladas en las Partidas del
Padre Astete, que la generación del autor hubo de memorizar en
la infancia. Tampoco se identifica a Alguien, en el párrafo
final.
(Arriba)
37)
Una periodista del Daily Telegraph (29 JUN 2009) se horroriza
porque, en el Palacio de El Pardo se sirvieran tres comidas diarias
en la década de 1940. Y todo delikatessen: chorizo, merluza,
quesos y fruta. Fueron años de carpanta pero no tanto como las
sufridas en Madrid y Barcelona durante la Guerra Civil: en las
trincheras y retaguardia nacionales se comía notoriamente mejor que
en las republicanas (¡solo lentejas!) También en Berlin y Viena,
cuando 1919 y 1946 se padecieron necesidades. En España, en los
primeros años 40, las hubo. Faltaron 462 toneladas de oro (valor
actual 17.000 millones de dólares) de los sótanos del Banco de
España, que las hubieran paliado. Estaban por Odesa. Aquí jamás hubo
hambrunas como el Holodomor: 5 millones de muertos en Ukrania,
con casos de canibalismo (1931). Esta gente, ya que no pueden
meter al héroe en el mismo saco de Suharto (se largó con 15.000
millones dólares de Indonesia), Imelda Marcos (10.000 millones de
Filipinas), Abacha (5.000 millones de Nigeria), Mobutu, Daniel Arap
Moroi, Mugabe, Duvalier, Trujillo, Omar Bongo y Teodoro Obiang, le
sospechan en bocatas de chorizo, sardinas asadas, fabada,
solarinas, cabrales y albariños. La Union de Banques Suisses
de Berna, ya no es la gran cómplice de las tropelías, sino el
chiringuito del señor Manolo, justo en la plaza de enfrente. Es buen
síntoma que se recurra a tales trivialidades.
(Arriba)
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