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Actualizada: 03 de Julio de 2.009.  

 
 
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 Carta en mano, al Alcalde de Madrid.


   Por Pablo Gasco de la Rocha.


Señor Alcalde:

Al menos en dos ocasiones, que yo recuerde, me he dirigido a usted para poner en su conocimiento –aunque era plenamente consciente que usted lo sabía- determinados incumplimientos de normativas municipales. A saber: la exhibición impúdica de todo tipo de publicaciones pornográficas en los kioscos de prensa y el empleo de esos soportes publicitarios que se colocan preferentemente en las esquinas de las calles anunciando casi siempre ropa interior; unos soportes que fueron prohibidos, como seguro que usted bien sabe, pues de resultas de despistarse un conductor, mirando a la chica en bragas, murió atropellada una niña en Barcelona.

Caso omiso, señor Alcalde. Lo que no quiere decir, antes al contrario, que su corrección de progre a destiempo le impidiese contestarme por medio de alguna secretaria al uso, aunque si le soy sincero no entendí sus argumentos de descargo.

Con harta frecuencia emplea usted, en lo que no son más que iniciativas personales, la coletilla “en nombre de todos los madrileños”, usurpando el legítimo derecho que tenemos los ciudadanos de Madrid a que no se nos confunda con usted. Pues sepa, señor Alcalde, que a muchos nos parece usted un cantamañanas. A mí, por ejemplo, sin ir más lejos. Máxime cuando todos sabemos que tales actos los realiza para su sola satisfacción personal. Para seguir conservando su aura de pijo progre de filias y fobias.

Piénselo detenidamente, señor Alcalde, y ya verá como no me equivoco en eso del respeto que merecemos los ciudadanos. Aunque de momento no lo vea.

Señor Alcalde, ciertamente que la vida es paradójica y contradictoria, pero lo de ustedes en el Ayuntamiento de Madrid se pasa de castaño a oscuro, pues ya es grave que en lo único que se pongan de acuerdo y no se insulten sea precisamente en quitarle, por lo menos es lo que piensan ustedes, los honores que todos los madrileños le dieron en su día al Caudillo. Como sin duda también algún día se los quitaremos a usted, quemando hasta la pintura que le hagan, si es que no se la han hecho ya. Tiempo al tiempo, señor Alcalde, que la vida da muchas sorpresas.

Resulta, pues, que lo que les ha unido fraternalmente a ustedes, a los hijos de quienes no pararon de lamerle las suelas de los zapatos a Franco y a los hijos de “la canalla que se sublevó contra la República” (en palabras textuales de Azaña), causó la guerra de 1936-39, huyó con el rabo entre las piernas o se subió al monte para seguir matando, quiso implantar la Dictadura del Proletariado en la España de 1976 (octava potencia industrial y social del mundo) y disculpaba los crímenes de ETA, es en ir contra Franco. Contra Franco treinta años muerto, naturalmente.  

Son ustedes, y usted en concreto, unos indeseables pendencieros que no se dan cuenta del daño que están causando a este país. Pues la división irreconciliable que están creando en la sociedad pronto pasará factura. Y es que sólo ustedes, los políticos en España, sois capaces de tirar piedras sobre vuestro propio tejado. Una cuestión de principios, de estilo y de formación. Aunque también de testosterona. Célula macho que no sólo sirve para procrear.    

¿Sabe, acaso, señor Alcalde, que la figura y la Obra de Franco están más valoradas de lo que ustedes, los políticos, admiten o quieren admitir? ¿Acaso, señor Alcalde, conoce las últimas encuestas realizada en colegios e institutos de Enseñanza Media sobre lo que se piensa de Franco, y no digamos en la Universidad?

Pues bien, si no estuviera tan obsesionado oyendo los CDs y puede que también los DVDs de Ana Belén, se enteraría de lo que le digo. Una apreciación de la que incluso usted se puede dar cuenta, aunque no haya trabado nunca. Lo que le sitúa en la misma línea que al señor Rodolfo Martín Villa y al señor José Luís Rodríguez Zapatero. Entre otros significativos.   

No crea, pues, que el Caudillo Franco se queda sin los reconocimientos y títulos honoríficos que España le concedió, porque todo en la vida es momentáneo. Siquiera en el país, España, que ocupa los primeros puestos del mundo en corrupción y en falta de eficacia institucional, según el último informe internacional.

Y por lo que le compete a usted, señor Alcalde, más nos valiera a todos los madrileños, le votemos o no, que erradicase la prostitución de la principal vía de Madrid, la Gran Vía, un espectáculo criticado por cuantos nos visitan, extranjeros o no. O que mantuviera limpias sus calles aledañas, por las que es imposible pasar sin taparse la nariz por su hedor a meados y mierda humana.

Usted, señor Alcalde, es monárquico, aunque sea de pacotilla, yo no. Pero en algo le tengo que dar la razón a don Alberto de Mónaco, considerar que Madrid es peligroso para celebrar unos Juegos Olímpicos. Y eso, fíjese, que la serenísima majestad monegasca lo dijo antes de los atentados del 11-M, de que ETA hubiese roto una de sus treguas y de que ya tuviéramos -según el Ministerio del Interior- la nada despreciable cifra de 564 grupos de delincuencia organizada, que tienen a España –según opinión de las policías de varios países- como el “país de las oportunidades”. Por lo que entiendo que no debería hacerse el valiente, usted nunca lo ha sido, lo sabemos todos, quitándole los honores a un muerto. Y un muerto insigne.

Y ya por último, permítame que le haga llegar una preocupación a tenor de que el caso del crimen del “Balcón de Rosales” pronto será juzgado. ¿Señor Alcalde, responderá usted en grado de omisión por la muerte del joven Álvaro Ussía. O por el contrario se ira de rositas a su casa sin que le quepa ninguna responsabilidad?

Sin otro particular,

Pablo Gasco de la Rocha

Madrid, 30 de junio de 2009


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