Excelentísimo Señor:
Una vez más me dirijo a su Excelencia como
contribuyente de esta España saqueada y pisoteada por las bandas
facinerosas de políticos indeseables y corruptos, con espléndidos
sueldos apoyados por múltiples gabelas de nuestro dinero.
Resultando un tanto extraño que al ser su Excelencia
la máxima autoridad, que os dio el GENERALÍSIMO FRANCO EN NOMBRE
DEL PUEBLO ESPAÑOL, no hable en agradecimiento -por lo menos- ,
poniendo coto –DE INMEDIATO- al saqueo, como he dicho, de la gentuza
mal oliente y peor gobernante que tenemos. A la que sólo interesa
el montante que se puedan llevar.
Señor, es de necesidad vital que dicte unas normas a
cumplir de inmediato. Por ejemplo:
- En vez de subir los impuestos, para que sean
los sufridos y explotados ciudadanos los que soporten el
desastre; todos los altos jefes -su Excelencia incluido- y
políticos con sobre, han de estar tres meses sin cobrar ni un
perro chico; ya que tienen bien rellena la faltriquera. Y son
los que tienen que ayudar al ciudadano del desmadre económico
que ha organizado el tal ZP; lo más inútil que ha parido madre.
- Remodelar el indeseable Parlamento, para que
los diputados se reúnan cobrando dietas, los días que hayan de
legislar alguna ley; que serán los únicos días que el
Parlamento abra sus puertas y pague. Ya que todos los diputados
con su Presidente tendrán que sustentarse de su trabajo
particular, si quieren comer. Se acabó el aburrirse arrellanados
todo el año en los escaños y pensando ladinamente como llevarse
más gabelas con legislaciones ad hoc, que favorezcan a
sus bolsillos.
- El Senado –ese pegote prescindible- cerrarlo o
imponer la norma de los Estados Unidos, que nombra 2 senadores
por cada Estado -sea grande o pequeño-, y no 4 senadores por
cada una de las 52 provincias, como ocurre en este País de
trincones, vagos y maleantes.
- Comenzar a buscar la norma que liquide a las
autonomías de una puñetera vez. En España debe haber un solo
Estado. No el montón de sucursales insaciables, dilapidadoras de
nuestros impuestos y focos de pandillas indeseables. Aquí hay un
solo Estado llamado España, y al que no le guste que coja el
hato y se vaya a la tierra que mejor le cuadre.
- Y es que la sencillez y el orden no les
interesan a las cuadrillas de politicuchos que se forman en
estos nuevos Estados llamados -falsamente- democráticos, porque
pierden. El barullo, el hablar mucho de democracia, la
aceptación y preponderancia a los grupos del vicio y dejarte
participar exponiendo tu opinión, es lo que utilizan para
hacerte creer que son demócratas y así pasar desapercibidos,
casi en el olvido, mientras se llenan los enormes bolsillos
democráticos que utilizan. ¡Menudos golfantes! ¡Pajarracos!
- De igual tenor Señor, hay que eliminar los
cochazos de lujo que utilizan hasta los dirigentes de las
administraciones más simples de este irreconocible País. Que
vayan a trabajar como lo hacen todos los trabajadores: en sus
coches.
- Y fuera escoltas. ¿Por qué tenemos que costear
los ciudadanos ese lujo oneroso a ninguno de los innombrables
que nos traen los partidos políticos, que Dios confunda? ¿Quién
va a querer liquidar a unos mindundis de pacotilla? Y si
tienen miedo que se queden en sus casitas, junto a las faldas de
su mami. ¿Pero que clase de gentes son las que se presentan a
dirigir entidades de la Administración Española? ¡Dan asco!
¡Es de pena! ¡Invitan al vómito! ¡Basuras!
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Señor, es necesario que su Excelencia no permanezca
callado ni un minuto más. Hay que coger al toro por los cuernos y
darle un revolcón. No olvide los dichos: el que calla otorga. El
silencio es elocuente o el silencio es el ingenio de los necios.
Su Excelencia, tiene la obligación de defender al
pueblo español que trabaja y mantiene con sus obligados impuestos
todo el tinglado económico del País. Impuestos de los que salen
los sueldos de todos los políticos y altos mandos; y como su
Excelencia es el superior de todos ellos, es de imaginar que
obtendrá el sueldo más elevado de toda la Administración.
Excelentísimo Señor, a los políticos de saldo que
tenemos en España, no se les puede dejar solos. Hay que vigilarlos
sin cesar, pedirles explicaciones y obligar a que el Parlamento sea
una entidad digna y no el estercolero que tenemos en la actualidad.
Pues no existe la separación de poderes que exige un
estado de derecho. Es el ejecutivo el que tiene doblegados a los
poderes legislativo y judicial. Es decir, tenemos una dictadura en
manos del grupo gobernante que sea elegido. Cuyo intríngulis es
pagar, de nuestros impuestos, el dinero que les pidan los pequeños
partidos a cambio de sus votos, con el fin de imponer lo que les dé
la gana.
Excelentísimo Señor, deseando que acierte en su
proceder, por el bien de los ciudadanos españoles, reciba un cálido
y cordial saludo.
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