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Actualizada: 03 de Marzo de 2.009.  

 
 
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Franco ... ¡Socorro! (9)


   Por Jaime Miguel Tur, antiguo Sargento de la Legión.


¡Querido Paco!, si el Gran Jefazo celestial  –debido a los efluvios hediondos que le llegan de los mangantes que mal gobiernan nuestra Nación- os ha prohibido mirar a este planeta Tierra. Ten mucho cuidaito,  porque como te sorprendan echando una recalada y te manden pá España, te vas a enterar de lo que vale un peine.

Ya te digo, menudo jamacuco ibas a sufrir cuando vieras a legionarios paseando a viejecitas, dando la papilla a los niños -más o menos-   y huyendo de la quema a carajo sacado.

¿Te acuerdas? Me refiero a los que tienen por lema y cantan: ¡legionarios a luchar!, ¡legionarios a moriiir!  Los mismos que tiran de tu Credo Legionario y te lanzan: “El espíritu del legionario es único y sin igual, es de ciega y feroz acometividad, de buscar siempre acortar la distancia con el enemigo y llegar a la bayoneta”

O el de la muerte: “El morir en el combate es el mayor honor. No se muere más que una vez. La muerte llega sin dolor. El morir no es tan horrible como parece. Lo más horrible es vivir siendo un cobarde”.

O ese otro: “La legión pedirá siempre, siempre combatir, sin turno, sin contar los días, ni los meses, ni los años”.

O aquel: “La legión, desde el hombre sólo, hasta la Legión entera, acudirá siempre donde oiga fuego, de día, de noche, siempre, siempre, aunque

Ya sabes, cuerpo que tú fundaste, y que en su 2ª regla de las 46 que componen su organización, dice así: “Este cuerpo habrá de emplearse tácticamente como de primera línea y en todos los servicios de paz y guerra, sin otro fin que el de su utilidad militar”, que como bien sabes no es más que la  preparación física de los hombres; inculcación de valores patrióticos; tácticas de guerra  y el conocimiento de las armas y el más útil y eficaz empleo de las mismas en defensa de la patria.

¿A que te gusta oírlo? ¿Cómo ves la cosa?  Mal, ¿verdad? Pues si estuvieras aquí te morirías otra vez de un soponcio. Pá que no farte de ná, hasta hemos tenido como Ministro de Defensa a un tal José Bono;  especie de muñeco diabólico de verbo pastoso y repelente.

¿Qué te parece? ¿No crees que hubiera sido mucho mejor deshacer el cuerpo de La Legión  antes que utilizarlo como monjitas de la caridad y verlos salir de estampida como salieron de Irak mientras que soldados de otros países cacareaban a coro?

Tú sabes mejor que nadie, que retirada equivale a huida, y la huida es un hecho ultrajante para el ejército. Un ejército se repliega; y replegarse no es más que la sabia táctica de hacer un alto en el combate para reorganizarse, pertrecharse y volver a la carga de inmediato.

Así me lo enseñaron en tu querida e inolvidable Legión española; y así lo digo, porque así lo entiendo, y como así lo creo, así lo defiendo.

Otra cosa, para evitarle un cabreo, no se te ocurra contarle nada de todo esto a Millán Astray, porque es capaz de resucitar y venir repartiendo hostias a diestro y siniestro en cuanto se enterara de que algunas medallas militares se ganan ahora en la Legión por salir huyendo.

Y que siendo militares profesionales son recibidos por un ignominioso tropel de familiares  y allegados llorando a moco tendido, cuando resulta que vienen forrados de dinero -algunos han comprado un piso a su vuelta-  y sin haber pegado un tiro  ni en la caseta  de una feria, ¿Qué te parece? 

¡Por favor!, empléate a fondo -un santo que no hace milagros ni es santo ni es ná- realizando, como gallego que fuiste,  una suaviña y eficaciña  gestión que les impida a estos politicastros del pestilente no a la Guerra      -progresistas de caca y ladrones de oficio- amariconar a la raza, porque a este paso terminará tomando por el culo en esta  ya irreconocible España hasta el lucero del alba.

No quiero dejarme en el tintero lo que todo el mundo sabe, y es que  en democracia al poder militar le corresponde estar supeditado a las órdenes  del poder político de turno ¡faltaba más!; ahora bien, esas órdenes  -caprichos o intereses ideológicos de partido por regla general- venidas de gobernantes pamplinas que ni tienen ni respetan los principios de las  instituciones militares, ni pueden ni deben ser aceptadas  como borregos por los Generales Jefes que las representan.

A partir de Irak el credo legionario con sus muy claros y explícitos espíritus sólo servirá para que los Generales se adornen en la arengas. Y una ignominiosa afrenta para los miles de  compañeros legionarios que dieron la  vida regando con su sangre el florecimiento de los doce espíritus que contiene el majestuoso Credo Legionario.

Las cifras, que muy bien conoces, son elocuentes: 10.836 muertos y desaparecidos: 22 Cruces Laureadas de San Fernando, ganadas en combate: 211 Medallas Militares  y 37.031 Medallas y Cruces  de guerra. Algo que tú conoces muy bien.

¡Ah!, ya sabes que estuve en tu ejército, como te conté días pasados; precisamente, en la época que lo tuviste a pan y mierda, debido a tu empeño en sacar de la miseria al pueblo que te dejaron los ladrones políticos y que encontraste al final de la refriega.

HIJOS DE MALA MADRE, que se llevaron -ROBARON- todo el oro que  tenía la Nación como erario público depositado en el Banco de España. Así como las cajas particulares de todos los bancos  en las que los ciudadanos guardaban sus joyas; prendas, que en su mayoría eran recuerdos de sus seres queridos.

En fin, como ya conoces, fui suboficial -sargento legionario- y me pagabas un sueldo de mil ciento sesenta y seis pesetas con sesenta y seis céntimos (1.166.66 pesetas); más otro tanto por estar en África, y 500 pesetas como gratificación de mando. Total: 2. 833. 32 pesetazas al mes. Unos 17,32 Euros. De lo que no me quejo, ya  que tu paga de Jefe del Estado, era inferior a la cobran hoy día muchos jubilados españoles.

Y la oficialidad no andaba muy contenta que se diga  con los pírricos estipendios asignados. Y con el horror a morir de muerte natural y no de accidente, porque en ese caso no le quedaba a su familia ni una perra chica de pensión.

Un teniente amigo, no te voy a decir el nombre por si te lo encuentras por ahí, me confesó que tenía preparado a un familiar para que lo tirara por el balcón o le diera un tiro en la cabeza cuando lo viera enfermo de gravedad y agonizando, con el fin de que le quedara a su mujer y a sus hijos alguna pensión.

De ahí que no te nombraran jamás. Ya sabes “la pela es la pela”. Ya te digo, en las teóricas hablaban y no paraban de todos los hombres ejemplo de virtudes militares y de valor contrastado; pero nunca escuche tu nombre, y es que no te perdonaban, pienso, lo poquillo que les pagabas. 

En realidad, y debido al trajín vivido fuera del ejército tampoco escuché tu nombre; pero desde que llegó la democracia cachonda a nuestro país, y como no hay día que no salga tu nombre a relucir por  una serie de psicópatas resentidos manando mala baba, con grandes dosis de veneno  y  un odio exacerbado que vienen transmitiendo durante 25 años a todo el que los oye, y de consecuencias nefastas para nuestra  juventud, me haya visto obligado a nombrarte de vez en cuando.

Que te lo cuento porque estoy harto y asqueado de oír a bocazas e impostores antifranquistas, torticeros  que, por espurios intereses, jamás aceptarán aquel conflicto bélico como lo que fue: una clara provocación de la gentuza política de izquierdas de aquella época, culpables capitales de la guerra y sus efectos.

Y que a pesar de que pudieron estudiar; hacer carrera en tu administración; desarrollarse y vivir cómodamente en aquel régimen llamado franquista, te maldicen hoy –cosas veredes- desde  el clan de izquierdosos ricachones del momento. ¡Cerdos!

Espero que en un plazo de treinta años charlemos con tranquilidad. Allá nos veremos y te presentaré a un par de amigos de lo más increíble que te puedas imaginar. Uno de ellos -boticario- es un calco tuyo.

¡Paco! Como siempre recibe un eterno ¡A tus órdenes!

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© Generalísimo Francisco Franco. Noviembre 2.003 - 2.009. - España -

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