¡Querido Paco!, si el Gran
Jefazo celestial –debido a los efluvios hediondos que le llegan de
los mangantes que mal gobiernan nuestra Nación- os ha prohibido
mirar a este planeta Tierra. Ten mucho cuidaito, porque como te
sorprendan echando una recalada y te manden pá España, te vas a
enterar de lo que vale un peine.
Ya te digo, menudo
jamacuco ibas a sufrir cuando vieras a legionarios paseando a
viejecitas, dando la papilla a los niños -más o menos- y huyendo
de la quema a carajo sacado.
¿Te acuerdas? Me refiero a
los que tienen por lema y cantan: ¡legionarios a luchar!,
¡legionarios a moriiir! Los mismos que tiran de tu Credo Legionario
y te lanzan: “El espíritu del legionario es único y sin igual, es de
ciega y feroz acometividad, de buscar siempre acortar la distancia
con el enemigo y llegar a la bayoneta”
O el de la muerte: “El
morir en el combate es el mayor honor. No se muere más que una vez.
La muerte llega sin dolor. El morir no es tan horrible como parece.
Lo más horrible es vivir siendo un cobarde”.
O ese otro: “La legión
pedirá siempre, siempre combatir, sin turno, sin contar los días, ni
los meses, ni los años”.
O aquel: “La legión, desde
el hombre sólo, hasta la Legión entera, acudirá siempre donde oiga
fuego, de día, de noche, siempre, siempre, aunque
Ya sabes, cuerpo que tú
fundaste, y que en su 2ª regla de las 46 que componen su
organización, dice así: “Este cuerpo habrá de emplearse
tácticamente como de primera línea y en todos los servicios de paz y
guerra, sin otro fin que el de su utilidad militar”, que como
bien sabes no es más que la preparación física de los hombres;
inculcación de valores patrióticos; tácticas de guerra y el
conocimiento de las armas y el más útil y eficaz empleo de las
mismas en defensa de la patria.
¿A que te gusta oírlo?
¿Cómo ves la cosa? Mal, ¿verdad? Pues si estuvieras aquí te
morirías otra vez de un soponcio. Pá que no farte de ná, hasta hemos
tenido como Ministro de Defensa a un tal José Bono; especie de
muñeco diabólico de verbo pastoso y repelente.
¿Qué te parece? ¿No crees
que hubiera sido mucho mejor deshacer el cuerpo de La Legión antes
que utilizarlo como monjitas de la caridad y verlos salir de
estampida como salieron de Irak mientras que soldados de otros
países cacareaban a coro?
Tú sabes mejor que nadie,
que retirada equivale a huida, y la huida es un hecho ultrajante
para el ejército. Un ejército se repliega; y replegarse no es más
que la sabia táctica de hacer un alto en el combate para
reorganizarse, pertrecharse y volver a la carga de inmediato.
Así me lo enseñaron en tu
querida e inolvidable Legión española; y así lo digo, porque así lo
entiendo, y como así lo creo, así lo defiendo.
Otra cosa, para evitarle
un cabreo, no se te ocurra contarle nada de todo esto a Millán
Astray, porque es capaz de resucitar y venir repartiendo hostias a
diestro y siniestro en cuanto se enterara de que algunas medallas
militares se ganan ahora en la Legión por salir huyendo.
Y que siendo militares
profesionales son recibidos por un ignominioso tropel de familiares
y allegados llorando a moco tendido, cuando resulta que vienen
forrados de dinero -algunos han comprado un piso a su vuelta- y sin
haber pegado un tiro ni en la caseta de una feria, ¿Qué te
parece? |
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¡Por favor!, empléate a
fondo -un santo que no hace milagros ni es santo ni es ná-
realizando, como gallego que fuiste, una suaviña y eficaciña
gestión que les impida a estos politicastros del pestilente no a la
Guerra -progresistas de caca y ladrones de oficio- amariconar a
la raza, porque a este paso terminará tomando por el culo en esta
ya irreconocible España hasta el lucero del alba.
No quiero dejarme en el
tintero lo que todo el mundo sabe, y es que en democracia al poder
militar le corresponde estar supeditado a las órdenes del poder
político de turno ¡faltaba más!; ahora bien, esas órdenes
-caprichos o intereses ideológicos de partido por regla general-
venidas de gobernantes pamplinas que ni tienen ni respetan los
principios de las instituciones militares, ni pueden ni deben ser
aceptadas como borregos por los Generales Jefes que las
representan.
A partir de Irak el credo
legionario con sus muy claros y explícitos espíritus sólo servirá
para que los Generales se adornen en la arengas. Y una ignominiosa
afrenta para los miles de compañeros legionarios que dieron la
vida regando con su sangre el florecimiento de los doce espíritus
que contiene el majestuoso Credo Legionario.
Las cifras, que muy bien
conoces, son elocuentes: 10.836 muertos y desaparecidos: 22 Cruces
Laureadas de San Fernando, ganadas en combate: 211 Medallas
Militares y 37.031 Medallas y Cruces de guerra. Algo que tú
conoces muy bien.
¡Ah!, ya sabes que estuve
en tu ejército, como te conté días pasados; precisamente, en la
época que lo tuviste a pan y mierda, debido a tu empeño en sacar de
la miseria al pueblo que te dejaron los ladrones políticos y que
encontraste al final de la refriega.
HIJOS DE MALA MADRE, que
se llevaron -ROBARON- todo el oro que tenía la Nación como erario
público depositado en el Banco de España. Así como las cajas
particulares de todos los bancos en las que los ciudadanos
guardaban sus joyas; prendas, que en su mayoría eran recuerdos de
sus seres queridos.
En fin, como ya conoces,
fui suboficial -sargento legionario- y me pagabas un sueldo de mil
ciento sesenta y seis pesetas con sesenta y seis céntimos (1.166.66
pesetas); más otro tanto por estar en África, y 500 pesetas como
gratificación de mando. Total: 2. 833. 32 pesetazas al mes. Unos
17,32 Euros. De lo que no me quejo, ya que tu paga de Jefe del
Estado, era inferior a la cobran hoy día muchos jubilados españoles.
Y la oficialidad no andaba
muy contenta que se diga con los pírricos estipendios asignados. Y
con el horror a morir de muerte natural y no de accidente, porque en
ese caso no le quedaba a su familia ni una perra chica de pensión.
Un teniente amigo, no te
voy a decir el nombre por si te lo encuentras por ahí, me confesó
que tenía preparado a un familiar para que lo tirara por el balcón o
le diera un tiro en la cabeza cuando lo viera enfermo de gravedad y
agonizando, con el fin de que le quedara a su mujer y a sus hijos
alguna pensión.
De ahí que no te nombraran
jamás. Ya sabes “la pela es la pela”. Ya te digo, en las teóricas
hablaban y no paraban de todos los hombres ejemplo de virtudes
militares y de valor contrastado; pero nunca escuche tu nombre, y es
que no te perdonaban, pienso, lo poquillo que les pagabas.
En realidad, y debido al
trajín vivido fuera del ejército tampoco escuché tu nombre; pero
desde que llegó la democracia cachonda a nuestro país, y como no hay
día que no salga tu nombre a relucir por una serie de psicópatas
resentidos manando mala baba, con grandes dosis de veneno y un
odio exacerbado que vienen transmitiendo durante 25 años a todo el
que los oye, y de consecuencias nefastas para nuestra juventud, me
haya visto obligado a nombrarte de vez en cuando.
Que te lo cuento porque
estoy harto y asqueado de oír a bocazas e impostores antifranquistas,
torticeros que, por espurios intereses, jamás aceptarán aquel
conflicto bélico como lo que fue: una clara provocación de la
gentuza política de izquierdas de aquella época, culpables capitales
de la guerra y sus efectos.
Y que a pesar de que
pudieron estudiar; hacer carrera en tu administración; desarrollarse
y vivir cómodamente en aquel régimen llamado franquista, te maldicen
hoy –cosas veredes- desde el clan de izquierdosos ricachones del
momento. ¡Cerdos!
Espero que en un plazo de
treinta años charlemos con tranquilidad. Allá nos veremos y te
presentaré a un par de amigos de lo más increíble que te puedas
imaginar. Uno de ellos -boticario- es un calco tuyo.
¡Paco! Como siempre recibe un eterno ¡A tus órdenes!
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