(con Epilogo obligado a los militares de
España)
I.- El liberalismo crea la "bicha
enroscada en el hacha"
A los viejos luchadores del Carlismo,
los hijos de la desgracia…
Inmediatamente
después de la invasión musulmana, desde las agrestes montañas
cántabras y pirenaicas donde todo ese mundo de convicciones y
creencias que había sido derrotado militarmente por el Islam se
había refugiado, se emprende la reconquista que encabezó don Pelayo.
La historia se hará en adelante "como un independiente caminar
hacia el sur de seis grupos humanos –gallegos, leoneses,
castellanos, vascos, aragoneses y catalanes- que, como seis jinetes,
inician su marcha pertrechados cada uno con su habla y con su plan
de vida. Del entrecruce de sus vidas, bajo la fuerte mano de
Castilla, saldría el modo existencial de los españoles." Américo
Castro ("La realidad histórica de España")
Fue, pues, una unión sobre la diversidad
de lo español que se prolongó y mantuvo durante toda la Edad Media
sin merma alguna de las particularidades propias de cada grupo
social, pero, a la vez, sin merma de considerarse todos ellos
miembros de una misma unidad nacional. Y tanto fue así, que
"Desde el advenimiento al trono de los Reyes Católicos hasta finales
del siglo XVI, ningún cambio brusco se operó en el Derecho. (…)
Ninguna concepción o sistema del Derecho venido de fuera vino a
condicionar o estimular el desarrollo del español." Alfonso
García Gallo ("El origen y la evolución del Derecho")
Sin embargo, la llegada de la monarquía
borbónica al trono de España (Felipe V) significó un corte en seco
en la normal evolución del proceso histórico de España: "El
antiforalismo, que encuentra su horma en la ley de 25 de octubre de
1839, es exclusivamente liberal y encuentra fundamento y explicación
a bastantes aspectos de la historia política de Euskalerria."
José Berruezo ("El Diario Vasco", 25 octubre, 1963)
Y así, amparado por el sistema liberal,
cuyas ideas racionalistas abrazó la nobleza vasca y la nueva clase
que a su alrededor se crea, la burguesía, que se adueña de los
centros vitales del poder, se crea el movimiento foralista,
antecedente del nacionalismo vasco, que distaba mucho de poder ser
considerado como el heredero legítimo de la conciencia tradicional
del pueblo, que se alza por la habilidosa acción conspiratoria de
sus dirigentes sobre la coyuntura de ejercer toda la coacción
posible contra el gobierno central a fin consolidar a la burguesía
capitalista vasca en lo económico, para lo cual no regatearon
halagos al superviviente tradicionalismo (es decir, lo mismo que
desde hace 30 años viene haciendo el PNV respecto a ETA), cuyo
comportamiento respecto al centralismo liberal y al entendimiento de
España eran diametralmente diferentes.
De esta forma, el nacionalismo vasco,
que nació fuerista, conservador y católico, se impregnó de recuelos
liberales, hipotecando años después su suerte a la del Frente
Popular –la "canalla que se apoderó de la República"- para terminar
meciéndose en los brazos de ETA, junto a la que ha marchado durante
estos treinta últimos años. Un fenómeno político distinto al
tradicionalismo, e inexplicable fuera de esa triple ruptura que
introdujo el nuevo sistema político en la verdadera ideológica de lo
español: Ruptura de las estructuras políticas tradicionales como
consecuencia de la abolición de la foralidad. Ruptura de las
estructuras sociales como resultado de las ideas mercantilistas. Y
ruptura de la conciencia y de la cultura española al ser absorbidas
por la conciencia nacionalista, atea y anticatólica del liberalismo.
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Por eso el nacionalismo vasco está del
todo definido en sus términos antes de Sabino Arana, y en la
actualidad no dista en nada de lo que siempre ha pretendido, un
nacionalismo necesariamente excluyente, pues es natural que su
burguesía lo quiera todo para sí.
II.- Con el apoyo del PCE y al abrigo
de las sotanas
A los "camuflados", y hoy reconvertidos:
José María Brandes (fallecido), defensor de terroristas y
panegirista de la banda durante muchos años, hasta que próxima la
muerte decidió dedicarse a la venta de "lapiceros de colores" para
una ONG. Ignacio Esnaola, miembro de la dirección de HB,
hasta que a resultas del tiroteo en el hotel Alcalá de Madrid, en el
que resulto levemente herido en un brazo, manifestó públicamente:
"ahora puedo sentir el miedo y el dolor de las víctimas (de ETA)". Y
José María Montero, último arrepentido, defensor de
terroristas durante muchos años y miembro de su grupo de apoyo, HB.
Durante
el curso académico 1953-54, y al abrigo de las sotanas de los
jesuitas de Deusto (Bilbao), un grupo de alumnos, estudiantes de
extradición social media y media alta, constituyó la asociación "EKIN"
("Acción") de marcado matiz separatista y socialista, que poco a
poco fue tomando relieve en medios políticos del interior y del
exilio. Siete años más tarde, en 1960, surge la organización
terrorista "ETA" (Euzkadi Ta Azkatuna: Patria
Vasca y Libertad), cuyo Comité Ejecutivo define a la organización de
la siguiente forma: "ETA es una organización clandestina cuyo
único objetivo es el de conseguir lo más rápidamente posible y
utilizando todos los medios –incluida la violencia- la independencia
de Euzkadi".
Desde el principio, ni ETA engañaba ni
nadie podía llevarse a engaño respecto a lo qué era y pretendía.
Pero la incipiente organización se tuvo que enfrenta con la
animosidad de todos los sectores anti-régimen vascos que pugnaban
por ser hegemónicos, por lo que durante algún tiempo la actividad
terrorista tubo que posponerse a la acción política, a fin de
establecer una organización coherente en los fines: "Desde aranistas
hasta comunistas nuestra organización posee una mezcla
indescriptible de militantes. Y es hora que se homogenice esta
dispersión y de que el socialismo científico sea el catalizador de
nuestro movimiento" (comunicado de ETA a través de hojas
fotocopiadas repartidas entre sus militantes a principios de 1965).
Al mismo tiempo que se hacia imprescindible la creación de una
infraestructura en orden a la cobertura que necesitaría para cuando
emprendiera abiertamente la lucha armada-terrorista.
Con
todo, la mayoría de edad de ETA, es decir, lo que realmente ha sido
y sigue siendo, no llega hasta 1968, tras la celebración de su V
Asamblea, en donde la organización criminal adopta la ideología
marxista-leninista y los métodos de acción revolucionarios de las
organizaciones y partidos comunistas internacionales… "La
violencia es necesaria. Una violencia contagiosa, destructora, que
haga de nuestra lucha, la lucha buena, rentable, que han sabido
hacer los judíos, congoleños y argelinos. Una violencia que coloque
en nuestras manos un argumento esencial en el momento de confrontar
nuestra voluntad con la de ellos" (Extracto del
documento elaborado al termino de la V Asamblea).
Y tal es esa simbiosis de identificación
respecto al comunismo y a sus tácticas terroristas, que el mariscal
Tito declaró, que "la Unión Soviética se gastaba en atizar el
separatismo en España más dinero del que el Estado español disponía
para promover el desarrollo socioeconómico del pueblo."
Esta equiparación con el ideario
ideológico y de acción de los grupos terroristas comunistas hace que
Santiago Carrillo -por aquel entonces Secretario General del PCE y
por aquel entonces también enemigo declarado de Juan Carlos de
Borbón y Borbón-, en su intervención ante el Congreso Comunista de
1969, celebrado en Moscú, se felicitase del nacimiento de ETA, que,
pese a la resistencia de algunos sectores que se habían incorporado,
adoptaba el marxismo-leninismo como ideología, la praxis de acción
revolucionaria del comunismo y la estrategia del terrorismo como
método para el logro de sus fines: "Y cuando se habla de héroes
de la lucha antifranquista –decía Carrillo-, cómo pasar en
silencio la acción de los obreros, de los estudiantes y de los
intelectuales del País Vasco, entre los que se destacan
particularmente los comunistas, los católicos progresistas y los
militantes nacionalistas de ETA, quienes, combatiendo por los
derechos nacionales de Euzkadi, combaten por la libertad de los
pueblos de España".
De ahí en adelante, comienza una
historia de violencia, de terror, de muerte y de extorsiones que
dura ya treinta años, promovida por aquella juventud comunista
convencida y violenta a la que durante muchos años la izquierda
llamo cariñosamente los "chicos de ETA", y cuyas acciones el
régimen que sostiene la Monarquía liberal juancarlista ha
definido de "violentos". Un grupo terrorista de ideología marxista y
acción separatista a cuyos asesinos el pueblo español, tan
buenísimo, ha estado en contra de sacar al alba delante
de un pelotón de fusilamiento.
Pero
ETA no sólo va a contar con el apoyo del movimiento comunista
internacional, y en concreto del PCE, sino de un sector muy poderoso
en Vascongadas, el clero, que igualmente había venido evolucionando
hacia sensibilidades liberales, en la misma medida en que lo hacía
el partido (PNV) y el Pontificado de Pablo VI, Era natural, pues,
que el indiscutible clericalismo del PNV hubiera de favorecer su
permeabilidad.
Y es tanta la importancia que desde el
principio de la formación de ETA tiene el clero vasco, que la
dirección de la banda criminal pronto diseñó una estrategia respecto
a este sector social: "Hay que aprovechar este trabajo para
influir en el clero, para comprometerles más en la lucha de su
pueblo, para hacerles militantes y para obtener más apoyo y ayuda de
su parte (casas, información, buzones, influencias, listas de
futuros militantes, etc.). Si en la zona o pueblo hay algún
sacerdote activo es el más indicado para colaborar…".
En adelante, y aun sin ejercer
formalmente mando orgánico, una gran parte del clero vasco asumirá
funciones de orientación, definición y coordinación. Y como colofón,
ahí tenemos, por ejemplo, al bueno de Monseñor Uriarte,
siempre sentado con sus amigos (los "chicos" de ETA) en las
diferentes mesas negociadoras contra el Estado español.
III.- Burgos en el recuerdo
A los muertos odiados y olvidados:
don José Pardines Arcay, don Melitón Manzanares González
y don Fermín Monasterio Pérez
(las tres primeras víctimas de ETA,
junto con un niña muerta como resultado de una explosión)
El
proceso de Burgos, 1969, que se instruye como consecuencia de la
detención de varios terroristas de ETA por orden de la autoridad
judicial competente, cuyo ordenamiento jurídico no difería en esta
materia del de otros países, ha formado en el imaginario
antifranquista con una virulencia tal, que hasta podría definirse de
patológica. Pues no otra cosa que patológica ha sido la actitud de
disculpar a los terroristas y cargar las críticas sobre el Estado
que trataba de defenderse.
Celebrado a puerta abierta, contó -como
es fácil comprobar de su estudio- con todas las formalidades
procesales y todas las garantías jurídicas para los procesados, y
aunque no obedeció a razones de urgencia -como alguien ha sugerido
con total desconocimiento o por interés-, se rodeo, no obstante, de
una desproporcionada publicidad de hostilidad. Sin faltar, ¡faltaría
más!, la reacción de determinados sectores de la prensa libre (?) y
democrática (?), que magnificaron y deformaron interesadamente las
manifestaciones de los procesados durante la vista de la causa, sin
regatear, lo que ni los propios abogados defensores pudieron decir,
supuestos malos tratos y vejaciones a los procesados.
Pero el Proceso de Burgos, un simple
procedimiento judicial contra unos terroristas desalmados que habían
asesinado a varias personas inocentes y que querían destruir la paz
y la convivencia de la nación para instaurar –por muy difícil que
nos parezca hoy admitirlo- una sociedad de régimen comunista en
Vascongadas, no se puede disociar, antes al contrario, de dos
aspectos claves: En primer lugar, de la importancia que como
alternativa a la destrucción del Régimen tenía que se erosionase su
solidez y su prestigio, hasta restar para el futuro las máximas
garantías de continuidad. Y en segundo lugar, las pretensiones que
puso el PCE en cuanto a la ocasión que se le presentaba para el
cumplimiento de sus fines. Ambos frentes encuadrados dentro del
llamado "Pacto para la Libertad" que el PCE, en su calidad de
promotor, confecciono junto con otras fuerzas políticas en orden a
unos objetivos encubiertos y muy ambiciosos de hostigamiento y
subversión contra el Régimen: "El comunismo, desde el pasado
verano, se ha aprestado para lo que considera la batalla final
contra la España anticomunista. Para el PCE, según ha venido
aireando su órgano informativo Mundo Obrero, la situación es óptima:
jamás hubo en el país más personas susceptibles de desempeñar el
tradicional papel de tontos útiles…". En este
sentido, y cara a diciembre, el programa comunista estaba
perfectamente previsto: "… labor a favor de ETA, protesta contra
la Ley Sindical y ampliación del radio de acción y de la lista de
colaboradores, recurriendo, para ello, a la amenaza de la delación."
(Extracto del Mundo Obrero, año 1968)
De ahí que, como bien acertó a decir el
prestigioso periodista Louis Guitard, en el periódico francés "Combat"
en enero de 1971: "La conciencia universal acaba de librar una
nueva batalla contra Franco.
Epilogo obligado a los militares de
España
A Iván Conde,
y a todos los militares con responsabilidad y obligación que se han
venido manifestando como él ("ETA no se va a salir con la suya,
nunca jamás") ante la barbarie que viene imponiendo ETA; que
sólo terminará el día en que cansados de matar, los terroristas
consigan del Reino de España el perdón.
Estimado
Iván: si has leído estos "Apuntes para una dimensión de la Memoria
Histórica sobre ETA" puede que a lo mejor hoy, también tú,
consideres injuriosa la declaración que tras el vil asesinato de tu
padre hiciste a los medios de manipulación social. Pero no es esta
la cuestión que anima este Epilogo final, sino que contestes y se
contesten todos tus compañeros de profesión y oficio la siguiente
pregunta; máxime cuando en Francia e Italia se están tomando medidas
contra-terrorista en las que se ven involucrados sus FFAA…. ¿Tan
extraña a la sociedad y a un Estado de Derecho es la jurisdicción
militar cuando se trata de juzgar delitos que conforman en la
intención de acabar con el Estado y la convivencia pacífica de sus
ciudadanos?
Y es que, estimado Iván, es norma de razón que la función punitiva
del Estado –de cualquiera- se ajuste a la naturaleza de los delitos.
Siendo un contrasentido la actitud inversa, que es, precisamente, la
que ha mantenido el reino de don Juan Carlos de Borbón, tu Capitán
General, durante treinta años.
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