Por
Francisco Avalon. (Administrador y redactor de "La Tribuna de
España")
Son
muchos los que se preguntan cómo se puede ser admirador de
Francisco Franco siendo joven y no habiendo vivido, que no conocido,
el período histórico que abarca su Régimen de Gobierno de España.
La explicación, aunque necesaria, se nos antoja ilógica porque sin
embargo nadie cuestiona a quien tenga afinidad por la biografía,
historia u obras de: Alejandro Magno, Cervantes, Napoleón, Aristóteles
o Manolete, personajes todos por poner un ejemplo, que han ido
aportando páginas a la Historia de la Humanidad y que sin embargo
hace más o menos tiempo que también abandonaron esta vida.
Retornando
a la cuestión de que “no he conocido en primera persona” sus
decisiones y dotes de Gobierno, es indudable que hay que darles la
razón hasta cierto punto, pero que por el contrario no impide que
uno se haya preocupado en documentarse, leer y visionar todo volumen
y documental que cayendo entre mis manos y siendo más o menos
objetivo colabore en formar ese propio criterio de opinión que nos
concede la inteligencia por encima de ideologías y prejuicios.
La
cuestión es la siguiente: ¿qué mueve a un joven español del
siglo XXI a interesarse por el citado personaje histórico en cuestión?.
Para encontrar la respuesta no hay que irse muy lejos, cualquier
medio de comunicación, escritor, contertulio o político, sabe que
el simple hecho de mencionar ese nombre, el de “FRANCO”, ya le
garantiza un nivel inusitado de atención por parte de los españoles,
que por sus propios medios o virtudes sería incapaz de obtener, y
claro, una vez obtenida la audiencia, llega el turno de despotricar
sumándose a la leyenda negra que cual bola de nieve que se
precipita ladera abajo, va creciendo sin límites, dado que el
hablar con un mínimo de cordura y veracidad histórica, cualquier
insignificante gesto o guiño que suscite simpatía o reconocimiento
hacia su figura y obras, conllevaría el inmediato rechazo en forma
de censura y opresión, amén del consiguiente linchamiento público,
tanto en lo personal como en lo profesional de quien ose manifestar
semejante despropósito.
Tampoco
hay que olvidar un fenómeno que se viene produciendo como
consecuencia de la lucidez de la Razón humana, actitud que ha ido
apareciendo a lo largo de la Historia en innumerables ocasiones, y
no es otro que el de posicionarse del lado del oprimido enfrentándose
activamente contra la Injusticia, máxime si se trata de una
incongruencia Histórica en forma de tergiversación. Y es que
les guste o no, cada vez más de los que somos afines a la figura
del Caudillo de España, nos hemos declarado como tales gracias a la
mano y acción de los “anti-Franquistas”. Porque tras
escuchar sus falacias y calumnias, existen dos alternativas como
sucede muchas veces en esta vida, la salida fácil y el camino difícil:
la opción fácil es la de sin tener conocimiento, darles la razón
y manifestar cual loros una y otra vez las mismas mentiras, mientras
que la opción más arriesgada es la de no emitir juicio alguno
hasta que uno no tenga la total certeza de tener las ideas claras
sobre el tema que ha de pronunciarse, y para ello no hay otro método
que el de documentarse, aprender y que cada individuo saque sus
propias conclusiones.
Puede
que lo que resulte de semejante interés nos acerque o distancie a
la figura del Generalísimo, pero por lo menos seremos libres de
poder opinar con la total convicción de que realmente creemos en lo
que decimos, otra cosa es que estemos en lo cierto o equivocados.
En
lo relativo a que nos alineemos del lado del oprimido, por supuesto
que nada más lejos de mi intención que denominar así al
considerado como “La Espada más limpia de Europa”, un prodigio
militar de ingenio juvenil y arrojo sobradamente demostrado en la
acción y la batalla, a la par que Gobernante activo, comprometido y
astuto, pero sin embargo desgraciadamente en esta época en la que
vivimos los ingenuos superan en número a los que hacen gala de la
lucidez de ideas y pensamiento.
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Francisco
Franco, ¿Alcalde Perpetuo de Avilés?, por
Ángel Garralda.
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20N
Plaza de Oriente, por Miguel Menéndez.
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20N-2007,
por José Luis Muñoz.
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Más
de tres décadas, por F.
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Acotaciones
a un testamento, por Rafael C.
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Admiradores
de Franco. Siglo XXI, por Francisco Avalon.
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"No
olvidéis que los enemigos de España están
alerta", por Miguel Ángel Lacoma.
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José
Antonio, 71 años después, por Rafael Moreno.
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Recuerdo
a Franco, Caudillo de España, por Isabel Bermúdez.
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Dos
figuras excepcionales, por Pablo Gasco.
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Francisco
Franco: entre el odio y la ingratitud, por Ricardo
Pardo.
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Gran
parte de culpa de los falsos estereotipos que circulan sobre la
figura del insigne General, parte de esos inútiles de la nefasta
producción de libros provenientes de la cultura anglosajona yankee,
los cuales creyéndose conocedores y capacitados para darnos
lecciones de Historia a los españolitos van engordando la caótica
mentalidad popular con argumentos infundados que no se sostienen
ante un objetivo y documentado análisis de la realidad de los
hechos. Sirvan para ellos toda nuestra lástima, más que desprecio.
No
me considero Franquista porque considero que para serlo hay que
cumplir con el mínimo de haber vivido toda una vida o desde el
comienzo el Régimen de Gobierno del Caudillo, y como es lógico
compartir la ideología y medidas políticas y sociales que durante
él se llevaron a cabo. Pero sin embargo, sabiendo
perfectamente que la Historia es un espejo que no engaña cuando se
cumple con la objetividad a la hora de engrosarla y pienso que con
la biografía del Generalísimo se da semejante principio, además
de conocer todas las realidades que se dieron durante su mandato en
forma de mejoras y avances en los campos: social, económico, de
vivienda, infraestructuras, etc.
Pero
lo que está bien claro es que su figura merece el respeto de un
portento militar, un abnegado Gobernante y un español honorable y
honrado, dado que todavía no he conocido al crítico con sus actos,
aptitudes y capacidades que merezca más atención que la
necesaria para desarmarlo de sus falsos argumentos mediante pedagógica
lección, ni creo que lo encuentre en mi vida, porque el ciclo se
repite una y otra vez escuchando siempre los mismos prejuicios
infundados, y lo que no deja de ser menos cierto, que para borrar su
recuerdo habría que superar sus méritos, y hasta la presente,
nadie, absolutamente nadie ha logrado semejantes hazañas.
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